Hay veces que los hechos nos superan. La realidad nos impacta y amenaza con hacernos caer. Trastabillamos. Es como un pozo que no vemos al caminar apresurados. Sentimos algo diferente. Literalmente se nos mueve el piso. A veces no caemos. Los tobillos se doblan, los músculos de las piernas hacen esfuerzos inconcebibles para que nuestra humanidad no caiga y es así como, con una mueca de disimulo, nuestra soberbia no permite que nuestro cuerpo toque el piso. Preferimos aguantar el dolor que ser víctima de una situación embarazosa. Eludimos las consecuencias del "pozo" que nos hizo perder el pie y no nos detenemos en su porque ni en la manera de solucionar este inconveniente. Seguimos caminando intentando que el dolor no se note. Nuestro inconsciente ordena archivarlo y nuestra personalidad busca olvidar el episodio. Pues lo mismo sucede con la pobreza. Nos topamos con ella. Hay momentos que la vemos y no queremos verla. Giramos la cabeza. Cruzamos de cuadra. Miramos hacia o
Reflexiona, discute, averigua, duda, escucha mucho, di lo que piensas pero piénsalo y saboréalo. Toma una café con la vida, en la mesa del fondo, sobre la ventana, con vista a la puesta de sol, donde se oye el mar y las olas mueven la mente. Invita la casa.