Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2010

Wittgenstein: Nada es tan difícil como no engañarse

Ludwig Wittgenstein, nació en Austria en 1889 y murió de cáncer en Cambridge, Inglaterra, apenas cumplidos los 62 años de edad. Fue un filósofo fuera de lo común, mezcla de genio y loco, que vivió entre Austria, Alemania e Inglaterra, sufriendo y siendo protagonista en las dos guerras mundiales del siglo XX pero influyendo más de lo que todavía hemos podido descubrir en la mente y en las ideas de millones de seres humanos que aun tratan de develar los desafíos que nos legó. Creció en una familia de muy buena posición económica, de padres aficionados a la música, que fomentaron los dotes intelectuales y artísticos de sus hijos (Ludwig tenía un oído absoluto y silbaba melodías clásicas a la perfección). Su padre fue un aventurero que hizo fortuna en los Estados Unidos y en Alemania (pionero de la industria del acero y del hierro) que exigió a sus hijos un rigor extremado que a la postre causaría estragos en la familia (de los cinco hijos varones, tres se suicidaron y Ludwig apunto estuvo

Camus: Ser humano, ser hombre

Albert Camus nació en el año 1913 en Argelia, en una ciudad pequeña llamada Mondovi. Descolló y marco un hito en la historia del siglo pasado, conviviendo con dos guerras mundiales (la primera de las cuales se llevó a su padre) y con los violentos movimientos independentistas argelinos, pero su forma de dar pelea fue con la pluma como arma. Así fue que brilló e impactó en el alma de millones de seres humanos como escritor de novelas, ensayos, obras de teatro, como periodista, como filósofo, como luchador por sus ideas políticas y por la vida. Fue anarquista por convicción romántica, las mas linda de las convicciones de un intelectual profundamente humano. Ganó el Premio Nobel de Literatura a los 44 anos, galardón que dedicó, en un discurso célebre por su emotividad, a su maestro de primaria y a su madre analfabeta. Allí defendió a corazón abierto la función del escritor artista colocándose del lado de los débiles. Dijo allí Camus que el escritor está al servicio de quienes sufren la h

Aprender de los errores

En las dos Entradas previas, que recomiendo leer empezando por la primera en el tiempo, relaté lo que viví un día de Enero 1976. A lo largo del tiempo me he dado cuenta que aprendí mucho más de lo que caminé y de lo que viví ese día. Fueron precisamente los años los que me mostraron cuanto. Las experiencias fuertes son como los cuadros: hay que mirarlas de lejos para comprenderlas integralmente. De cerca pierden perspectiva y hasta confunden. Las lecciones de vida son iguales a las buenas pinturas. Es por ello que segmento a continuación lo que relaté en las dos entradas previas. Sirve para ordenar: 1º) Somos vulnerables : Sentirse invulnerable. A los diez y ocho años todos hemos sentido lo mismo. No nos damos cuenta de los peligros. Presumimos de nuestra capacidad, especialmente subestimamos los riesgos. Pero lo que aprendí excede la edad. Sentirse invulnerable a los 18 o a los 20 puede ser natural. Lo que no lo es es tener esa sensación a los 40, 50 o a los 60, es decir en la edad d

Perdiendo encontrando: Lección dos

No encontré el árbol que había marcado el baqueano al cruzar el cañaveral. Busque y busque pero la X no estaba. El nos había dejado allí, en ese sector. Tenia que estar por pero no lo veía. En seguida pensé, este boludo además de sacarnos cuarenta pesos por hacer nada no marco bien el árbol. La frustración por no haber pescado, la bronca por haber perdido tres anzuelos, mi soberbia que me condujo a quedarme solo, la impaciencia ante nada de éxito y especialmente mi presunción de invulnerabilidad me llevaron a tomar lo que seria, como verán en seguida, una pésima decisión. Me dije a mi mismo: cruzo solo estas cañitas y a cagar con la marca del baqueano! Mi razonamiento tenia fundamento en mi falta de humildad: son unos minutos, ¿como no voy a cruzarlo yo? Y mi admiración conmigo mismo me empujo a caminar entre cañas.... No me di cuenta pero apuré el paso. Quería terminar rápido con esto. Fue otro de mis errores. Las cañas se fueron estrechando. Ya no eran una decena. Eran cientos de cañ

Lección de adolesencia I: prolegómenos

La decisión fue atrevida. Lo comprendí después. Un sendero angosto que nacía a la vera del campamento, subidas con tierra, piedras, maleza y árboles altos que se unían decenas de metros por sobre nuestras cabezas dejando filtrar el sol, colándolo solo para permitir algo de luz que indicara donde debíamos pisar. Adelante caminaba un baqueano, con su machete. Habíamos juntado cuarenta pesos para que nos guiara. No hablaba mucho. Solo un buenas tardes y síganme. Pasaron treinta minutos aproximadamente de esta caminata con subidas y bajadas por el bosque. Más ramas secas que molestaban e interrumpían cualquier ritmo, algunas espinas, nudos, pozos y troncos con extensiones mutiladas que construían figuras que nos miraban. O al menos eso parecía. Nosotros cuatro con la lógica adrenalina del recién egresado del secundario. Queríamos una aventura y habíamos decidido ir a pescar a un lugar monte arriba. Éramos íntimos amigos del colegio. Habíamos viajado desde Buenos Aires, con 18 años a cuesta