Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2014

¿La celda del paradigma o vale la alegría?

Debo reconocerlo. No descubrí el significado hasta bien pasada la vida. Estaría en mis 20 y pico cuando un día determinado mi interpretación de la palabra paradigma cambio. Hasta ese momento asimilaba el concepto a una idea de valor, de verdad, de objetivo. Sabia que etimológicamente el término se origina en una palabra griega que significaba "ejemplo" pero no mucho mas. Quizá fue  por eso que para mi paradigma era una palabra que me inspiraba respeto, aun sin entenderla. La tenia allá arriba, como esos libros viejos -bien encuadernados-, de la estantería mas alta, de los cuales leemos el titulo y nos inspiran solemnidad pero que no tenemos la mas puta idea de lo que hay adentro. Pues bien, fue por eso (y por esa curiosidad que la vida me puso de collar) que me puse a investigar. Y descubrí cosas interesantes que me hicieron crecer. Repasemoslas juntos:  1) El concepto de paradigma fue sumamente relevante en la ciencia (y lo sigue siendo). "Considero a los paradigmas co

Sin correr

Hay etapas en la vida que no las vivimos, las corrimos. Teníamos claro la necesidad de acelerar. El hacerlo, ya por el solo hecho de convivir con la adrenalina a flor de piel y la velocidad golpeando el pecho, justificaba la acción y premiaba en secreto nuestro ego que feliz disfrutaba el esfuerzo de correr. Así trabajamos, estudiamos, entrenamos, intentamos amar y jugamos en el teatro de la vida que nos miraba de costado y con sonrisa cariñosa nos preguntaba algo que no escuchamos ni nos importo oír. Fue sadismo de juventud: nos daba placer apurarnos y cansarnos y sufrir. Queríamos ser perfectos, no tolerábamos el error y el colmar el deposito de nuestras cosas para hacer, tranquilizaba nuestro exagerado deseo de éxito "fast track". Éramos invulnerables y vertiginosos, hasta en nuestras decisiones estratégicas a futuro. Futuro que no entendíamos en su dimensión ni en su esencia pero que nuestra soberbia disfrazada de estratega intelectual nos convencía al oído con bellas pal

El amor no se entrega

No me entrego desollada Me sorprendió. Fue como esos golpes que uno no espera y que te dejan sin aire, con la sensación confusa del dolor y el sabor amargo de no haber previsto ni el origen ni el destino. Pero Silvina Giaganti hace hablar hasta el dolor en este relato, en este ensayo, en este homenaje, en este himno al Amor que publicó en Página 12. Emociona y enaltece y con todo cariño y respeto, corta telarañas ideológicas que envuelve en papel de seda para arrojar con fiereza al tacho de basura. Y me gusta su valentía y me enseña su fuerza. Lo leí después del 14 de Febrero reciente y comprendí todavía mejor aquello que dijo Agustin: "Ama, y haz lo que quieras". Ahí va. Saborealo.   No sé si lo sabías pero cuando te vi parada en la esquina de Córdoba y Gascón se me alteró de golpe la composición del cuerpo. Estabas con tres amigos y tenías una botella de cerveza chica en la mano, yo llegué y me paré a la izquierda de la entrada de Dasein, hasta que te acer