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Mostrando entradas de agosto, 2010

Schopenhauer: La revancha del genio

Arthur Schopenhauer nació en la actual ciudad polaca de Gdansk, otrora perteneciente al imperio prusiano, en el año 1788 (siglo XVIII) y murió en 1860, a los 72 años en el ya avanzado siglo XIX. A los diecisiete años, Arthur se enfrentó a una tragedia que le marcó de por vida: el suicidio de su padre. Esto le llevó a dejar la actividad comercial familiar, alejarse de sus afectos, pedir su parte de la herencia e irse a estudiar medicina, química y matemáticas y luego Filosofía a la Universidad de Berlín. Un mal genio depresivo pero una mente brillante como la de Schopenhauer no dudó de buscar, pese a su dolor, una explicación racional a lo sucedido. No fue esta la única causa de su energía por el saber pero si una de las razones de este mal humor que le hizo fama y de un pesimismo colosal que sólo la posteridad convirtió en sabiduría. Schopenhauer profundizó sobre los motivos del sufrimiento, estudió el pensamiento oriental, descubrió el inconsciente en el mundo irracional que impacta

Eso es la eternidad

Es eterno aquello que no tiene principio ni fin. Es infinito aquello que fin no puede tener. ¿Diferencias? Lo infinito tuvo comienzo, lo eterno no. Una línea recta puede ser representación de aquello que no tiene conclusión (infinita sucesión de puntos) que continúa y continúa como una imagen de espejos enfrentados, que puede ser infinita pero que jamás negará que comienzo tuvo. Alguna vez empezó. Sin embargo no es asi con la eternidad. Siempre estuvo y estará. Si al hombre se le brindare la posibilidad de una vida eterna lo que se le ofrece es una vida que nunca comenzó, que siempre existió. Entonces ¿cual es la oferta? Aquello que es eterno no tiene un momento cero. No necesita el inicio, nunca se originó. No interpreto asi a la vida del ser humano pero si interpreto asi la existencia del universo. Nunca nació. Está fuera de la dimensiòn tiempo, es atemporal. Efectivamente, siempre existió. Miro el cielo estrellado. Miles y miles de millones de estrellas me miran a mi. Me siento más

Kierkegaard: Desesperar la fe

Soren Kierkegaard, escritor, filósofo y teólogo danés, nació en Copenhague en 1813. Creció bajo el rigor de una educación religiosa producto de una autoridad paternal extrema que le marco de por vida. Fue el séptimo de muchos hijos. Cuatro de sus hermanos murieron con corta edad y su familia interpreto que esto se debía a un castigo divino por haber contraído matrimonio "en pecado" (su padre se caso con una criada que trabajaba para el ya embarazada de su primer hijo). Fueron continuos los episodios místicos del padre del filósofo y las exigencias de conducta por "ley divina". En algún momento de su juventud Soren se libero de esa enorme carga que le significaba la influencia paterna, amplio horizontes y brillo por su intelecto y humor critico, pero al morir su padre regreso a la practica religiosa que no abandonara hasta su temprana muerte a los 42 años de edad. El terror al significado de la vida y el sentimiento de culpa fueron características salientes de un Kie

Elogio al egoísmo

El fracaso de la cultura moderna   está en .. el hecho de que la gente no se ocupa suficientemente del interés de su verdadero yo; no está en el hecho de ser demasiado egoísta, sino en el de no amarse a sí mismos. ERICK FROMM, Ética y Psicoanálisis. Quiero centrar el análisis en la interpretación de egoismo como defecto. “¡Sos un Egoísta!” es una frase o declaración   que , en la generalidad de los casos, suena como insulto, como falta grave de la persona a quien se le dirige este calificativo, como una acusación a su conducta. Sin embargo, y sin dejar de reconocer los excesos que supone (a los que también me referire), quiero presentar en esta reflexión y frente a esta línea de pensamiento, argumentos diferentes para sostener una postura contraria que mostrará su cara oculta: la grandeza de saber ser egoista y la nobleza de lo que implica serlo con propiedad. Pretendo demostrar que ser egoísta no solo no es malo, sino que es necesario y conveniente para los seres humanos que justament

David Hume II: Límites al conocer: "A vivir se ha dicho"

Convivimos con incertidumbres. No sabemos a ciencia cierta como somos, nunca nos vimos directamente la cara, el cuerpo, nuestra espalda. Hoy la tecnología nos muestra nuestra imagen en fotos, en video, en dvs, en internet, perfeccionando al espejo tradicional, pero sin ser lo mismo que verse directamente. Eso está claro. Lo mismo sucede con nuestro oído. Nunca nos escuchamos desde “fuera”. Solo tenemos la percepción de nuestra voz desde dentro y de nuevo, gracias a la tecnología que reproduce grabaciones, conocemos una versión de nuestra voz pero, confesémoslo: tampoco es lo mismo que escucharse en “vivo y en directo”. Con el resto de los sentidos pasa algo similar. Podemos olernos, palparnos y hasta saborearnos, pero ¿quien nos asegura que la consecuencia en nosotros de estos sentidos sea la misma que producen en un tercero? No lo sabemos. Sólo intuimos. La duda persiste. ¿Cómo somos? ¿Qué es exactamente lo que sabemos de nosotros mismos? ¿Nos conocemos? David Hume, el famoso filósof

John Locke II: Tolerar la tolerancia

Existen posturas religiosas, culturales, políticas y sociales que nos molestan. No son las nuestras. Las practican y las defienden “otros”. Las desaprobamos abiertamente y juzgamos sin vacilar a los que las sostienen. A veces los tildamos de “enfermos”, a veces de “vergonzantes” cuando no de “esquizofrénicos” o simplemente como “pirados” o “locos”. Es que pensamos distinto y creemos que tenemos la facultad de juzgar los actos y la postura de los demás en esta materia porque nosotros estamos en la vereda de lo correcto y quienes no lo están son “ellos”. “¿Es que no se dan cuenta?”; “¿Cómo es posible?”; “¿Qué se han creído?” son algunas de las frases que se escuchan para rematar (nunca mejor empleado el término) con tres palabras de condena: “No tienen derecho!”. Hay gente que piensa de corazón de esta manera y que con buena intención (y quizás poca reflexión) es “intolerable” frente a otras posturas, frente a otras costumbres, frente a otras creencias. Y esto llevado al extremo, en los