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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Preguntas para caminar mejor

Así transcurre la vida. Por segmentos. Por etapas. Van cambiando los números, van cambiando los años. Crecemos, envejecemos, maduramos (o no), alguna articulación nos duele mas que otra, dormimos menos, dormimos mas. Llega fin de año y una avalancha de pendientes nos abruma. La gente esta mas susceptible. Corremos, nos angustiamos por aquella cosa que no hicimos y que sabemos que no vamos hacer (¿Porque tanta angustia entonces?). Hay nostalgia en el aire. Recordamos a aquellos que no están. Es momento de balances, de pensar los días que pasaron, de pensar los días que vendrán. Solo son efectos colaterales del calendario. La realidad es que no hay modificaciones significativas pero un año nuevo presenta una oportunidad. El cambio de numero puede inspirar decisiones de vida diferentes. Pues si esto es así, van algunas preguntas para responder. Es bueno hacerse cuestionamientos. Y mucho mas cuando las circunstancias inspiran una reflexión. ¿Como va nuestra cabeza? ¿Estamos contentos con l

Salir a buscarla

No nos damos cuenta o no queremos darnos cuenta. Hay momentos que realmente estamos distraídos. Otros que fabricamos una falsa distracción. Son instantes, segundos, a veces minutos, donde algo o alguien intenta contactarse con nosotros, transmitirnos un mensaje, hablarnos, comunicarse. Pero nosotros no lo percibimos o hacemos que no lo registramos. No vemos, no escuchamos, no sentimos. Permanecemos ajenos. A veces son ocasiones donde se intenta llamar nuestra atención desesperadamente por las ventanas de nuestros sentidos. Sin embargo no respondemos. Nada distinto sucede que merezca esa atención y por tanto continuamos haciendo lo que siempre hacemos. Hay ocasiones, por supuesto, que sí nos damos cuenta del alerta. Pero hay algo en nuestro interior que no quiere escuchar, que se escapa, que niega, que se marcha lejos, que no está. Decidimos no responder. Es que queremos que todo siga igual. Queremos que nada cambie más alla de lo imprescindible. O a la máximo nos permitimos cambiar p

¿Porque hacemos lo que hacemos?

La moral de un ser humano es quien guía su accionar. Sea cual fuere el caso, cuando tomamos una decisión la moral actúa. Esta conformada por aquellas normas de conducta que nos dicen "que hacer". Son las reglas que hemos incorporado a nuestro "disco rigido" y que nos indican como actuar. Tienen antecedentes. Nacen en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestra escuela, en la religión, en la comunidad que nos rodea, en la sociedad, en nuestro país. La moral es el código que consultamos al vivir. "¿Esto lo puedo hacer?" preguntamos a nuestra moral y luego procedemos, de acuerdo al Manual, de acuerdo a las normas, de acuerdo a "mi" costumbre. Esa es la moral. Bien. Esto lo entiendo, pero hay algo que no me convence. Lo que quiero preguntar es la razon, el por que. ¿Por que hacemos lo que hacemos? En que se fundamenta nuestra moral, cual es la razón de la norma, la justificación de esas reglas de conducta que me rigen a mi, que lo rigen a usted,

Teatro silencioso

Lo hice despacio (como se hacen aquellas cosas que uno quiere que se alarguen) con una sonrisa entrecortada en la mirada, disfrutandolo y mirandola como nunca antes lo había hecho, aunque lo hacia todos los días, desde que el sol me despierta hasta que los ojos se caen. Fui lentamente, observando, revisando la postura de quienes la habitan, memorizando una anécdota de cada historia, de cada enseñanza. Recuerdo (creo) las grandezas de las que fueron capaces quienes allí están. Trato de recordar el momento de cuando los descubrí, de cuando viaje a su mundo, de cuando me metí allí adentro sintiéndome parte. Si, lo dije bien, sintiendo. Pensé en lo que significan estos espacios. Me hace muy feliz que mucha gente disfrute de lo que alli se cuida; yo al menos puedo dar un testimonio de mi satisfacción y de mi alegria, pero no con ello agoto los elogios que usted pueda tener en mente. Estoy hablando de ellas. Si, de las bibliotecas, y muy especialmente de la que tengo en frente de mi cama, e

Visita al Impenetrable

Se necesita mucho. Hay sueños que esperan. Podemos mirar para otro lado. Si, podemos hacerlo. Pero hay algunos que no podemos. Nos interesan más.

Indignación que motiva

Hace tiempo que voy. Siempre regreso con energía. Podría decirse que vuelvo con el tanque del alma repleto de un combustible que enciende y se consume a fuego lento. Pero no puedo negar el sabor en boca, mezcla de entusiasmo por lo aprendido y de desazón por lo que hay por hacer. Es que la realidad que veo en cada viaje me abruma y me alegra, me desafía y me enseña. Esta vez fue algo más. Fue diferente. Fuimos con Mónica, Matías y Guillermo. Éramos cuatro visitantes anonadados. Recorrimos parte, sólo una parte, del Chaco y su gente. Dimos un paso hacia el núcleo de su cotidianeidad, de su realidad, de su espacio. Pasamos una barrera para ver y tocar su lugar en el mundo: los montes de adentro. La sensación que sentimos todos, que palpé personalmente y que me invadió, es difícil de explicar. Conmueve. Es que lo que uno palpa precisamente “mueve”. Pero no es un movimiento normal. Te sacude y te golpea. Es un terremoto de sentimientos que cuesta serenar. Fue de una escala superior. Fuerte

La generación del control remoto

Es lógico. Es la diferencia generacional. Son aproximadamente treinta años de diferencia -a veces menos, a veces más-, tres y hasta cuatro décadas de cambios. En ese lapso suceden muchas cosas. Imagínese usted. Hagamos un promedio: treinta años atrás. Las cosas no eran iguales. No teníamos microndas. La comida rápida era una excepción y había que prender el horno para calentar las milanesas de ayer. No existían los cajeros automáticos. Había que preveer cuanto efectivo teníamos si venía el fin de semana. Las tarjetas de crédito recién empezaban a circular. Eso de pagar con un plástico no era común. Escribiamos en máquinas de escribir a tecla. Y si queríamos copias debíamos usar papel carbónico. Debíamos estar atentos. Si nos equivocábamos un párrafo estábamos obligados a romper la hoja y volver a empezar. Empezaban a aparecer las máquinas electrónicas. Todo una novedad. Se enchufaban. La IBM verde era una maravilla: borraba apretando una tecla hacia atrás! No teníamos fax. La primera v

Fiódor Dostoyevski: sufrir, pensar y enseñar

Fiódor Dostoyevski fue uno de los escritores más extraordinarios que recuerde la literatura universal. Nació en Moscú en 1821 y murió en otra ciudad rusa, San Petesburgo, 60 años despues, promediando el final del siglo XIX, en el año 1881. Fiodor no solo destacó por su pluma sino por la profundidad psicológica de sus obras. De las cosas más interesantes en la vida de Dostoyevsky es que esta sabiduría sobre el ser humano, sobre su interior, sobre su conciencia, se las dió su propia vida, su sufrimiento personal, sus afecciones. Fiodor fue asmático y epiléptico y muchos de los personajes de sus obras tuvieron esta ultima enfermedad. Dostoyevski fue perseguido por pertenecer a un círculo de intelectuales que el gobierno del Zar Nicolás I no admitió. De ese modo, fue detenido y condenado a pena de muerte ante un pelotón de fusilamiento que momentos antes de su ejecución fue conmutada por trabajos forzosos en Siberia y tareas de soldado raso en el ejército. Esos años (1849 a 1857) fueron de