Es lógico. Es la diferencia generacional. Son aproximadamente treinta años de diferencia -a veces menos, a veces más-, tres y hasta cuatro décadas de cambios. En ese lapso suceden muchas cosas. Imagínese usted. Hagamos un promedio: treinta años atrás. Las cosas no eran iguales. No teníamos microndas. La comida rápida era una excepción y había que prender el horno para calentar las milanesas de ayer. No existían los cajeros automáticos. Había que preveer cuanto efectivo teníamos si venía el fin de semana. Las tarjetas de crédito recién empezaban a circular. Eso de pagar con un plástico no era común. Escribiamos en máquinas de escribir a tecla. Y si queríamos copias debíamos usar papel carbónico. Debíamos estar atentos. Si nos equivocábamos un párrafo estábamos obligados a romper la hoja y volver a empezar. Empezaban a aparecer las máquinas electrónicas. Todo una novedad. Se enchufaban. La IBM verde era una maravilla: borraba apretando una tecla hacia atrás! No teníamos fax. La primera vez que me explicaron cual era su uso pensé que sería algo inalcanzable: transmitir un documento por un teléfono y que apareciera en otro telefóno a miles de kilómetros de distancia no era entendible. Mucho más cuando la firma de quien enviaba el fax llegaba en pocos minutos del otro lado del aparato. Estábamos acostumbrados al telex. El sonido de las teclas y este sistema en funcionamiento era modernidad (y era más creible). Pero claro, en materia de telecomunicaciones todo era distinto. No había internet ni teléfono celular. Jamás, en ningún sueño, nuestra imaginación hubiese podido describir estas posibilidades infinitas que hoy brinda internet. La comunicación era absolutamente distinta. Tener un teléfono era una bendición. Se demoraba 20 años para que te den una línea. Si, leyó bien: 20 años. Eso de hablar con un "movil" era sólo un truco de "Misión Imposible" o del "Agente 86". Hace treinta años. Teníamos apenas 5 canales de televisión. Y no hacía mucho que eran en blanco y negro. Recién había llegado el color. Una de las señales, el canal 2, se veía mal, llovido, dependía de la antena o vaya uno a saber de que para que se viera bien pero todos estábamos acostumbrados a que no se viera bien. Era normal. Recién se anunciaba la televisión por "cable". Hacía poco que habian aparecidos los videos. La gente compraba reproductores de videos como la gran novedad y alquilaba, especialmente el fin de semana, para ver alguna película vieja y disfrutarla en casa con los chicos. Los dibujos animados eran muy buenos pero por supuesto no tenían la técnica de los modernos. Ni soñar con esa perfección. Treinta años atrás la película de Disney que se estrenaba fue "Vicent" o "Tron" (que ya nadie recuerda y que pasaron sin pena ni gloria). Recien más tarde llegó "Winnie the Poo", o "la Bella y la Bestia" y en el año 1994 llegó el magnífico "Rey Leon" para luego estrenarse "Alladin", "Pocahontas", la estupenda "Toy Story" o "El Jorobado de Notre Dame". Estos títulos y personajes han sido el cine de la generación que hoy está cercana a los treinta años. Nada que ver con los títulos de la generación de sus padres: "Mary Popins", "Los hijos del Capitan Grant" o "La espada en la piedra". Y aqui voy llegando al tema que quiero analizar en esta Entrada: ¿Cuál es la característica principal que diferencia mi generación con la nueva?. Hace pocos días atrás mi hija mayor (de 27 años) me pasó por mail una nota del genial Pedro Mairal que se refería a este tema. Lo lei con interés porque además conozco al padre de Pedro. Y me inspiró una reflexión. ¿Porqué las diferencias hoy entre padres e hijos? ¿Dónde está la raíz de la distinción entre una y otra? Y no me refiero a las distinciones sociológicas entre lo que hoy se ha denominado Generación X, Y, o Z. Comprendo y he estudiado las mismas. Pero no. No me refiero a las demandas generacionales en el trabajo o en la economía. Lo que quiero profundizar es la distinción en el compromiso. Si, en la acción de comprometerse con alguien, con algo. Es que que creo que alli se presenta la gran diferencia. La nueva generación, esta que hoy está entre los 20 y los 30 años para ser más amplios, que han nacido entre el año 90 y el 80, constituye un grupo de chicas y chicos que han cambiado el ejercicio de la palabra. Podría decirse que tienen palabra pero no tienen compromiso. Como dijo Groucho Marx. Lo tienen hasta que cambia. Todo es modificable. Su programas de noche. "Vamos a lo de fulano, no, vamos a lo de zutano. No, vienen a casa"... y terminan encontrándose en el bar o hasta para no definirse por un lugar se encuentran en la nada, terminan sentados en calle, o caminando sin rumbo, ida y vuelta. Cambian de carrera, cambian de novia o de novio, de pareja, de amigos, cambian de deporte, cambian de religión, cambian de hobbie, cambian de lugar de vacaciones ("Vamos a Alaska!! Trabajaremos de esquimales!! que bueno!!!"... para cambiar a las dos semanas "No decidimos ir al Desierto de Atacama y luego al Valle de la Luna. No sabés lo que son los colores del lugar"). Es la generación del "Control Remoto": la norma es el cambio no la estabilidad. Justamente nosotros carecíamos de este adminículo. Ellos no lo podrían creer. Nosotros debíamos levantarnos a cambiar de canal, o a prender o ajustar el aire acondicionado o a colocar un disco diferente. Ellos no. Ellos han nacido con este aparato entre sus manos. Es el ejercicio del poder. Un símbolo como el bastón de mando presidencial (hasta propongo que cambien el Baston por un control remoto). Y fíjense que el nombre lo dice todo. Esta generaciòn CONTROLA REMOTAMENTE todo. Hasta sus vidas, hasta sus sentimientos se modifican al compas de un botón. Estudian mirando televisión (con quinientos canales para ver..), con música de fondo (que les permite a su vez estar conectados a un aparato que les presenta 1000 canciones para optar, algo más que nuestros 8 temas de un long play...), con la computadora prendida (que como El Aleph de Borges les permite mirar todo, si todo), con el celular que les indica que les llaman y que les mensajean más de una persona a la vez, o el tweet de algun compañero o el maravillos facebook que les indica que una conocida o conocido ha etiqueteado su foto!!!. Cuando caminan por la calle van con tapones en los oidos que les transmite música, radio o lo que fuere. No se comprometen con el paisaje urbano, ni con el vecino, ni con la estación de subte ni de colectivo. Y si lo que escuchan no tiene "onda" lo modifican rápidamente. Igual que el millòn de fotos que sacan con sus teléfonos y que no ven, y que quedan en algún archivo de una computadora que deberán cambiar rápido...porque envejece... Pero ¿que es lo que sucede? La diferencia generacional no está en los sentimientos han cambiado. Sienten el mismo amor que emocionó a sus padres. Tampoco ha cambiado la ética, aquellas pautas que orientan el camino a la felicidad y que pueden coincidir desde las lecciones de Aristóteles a las de Savater. Lo que ha cambiado para esta generación es la posibilidad de cambiar. Es mucho más fácil. Es casi mandatorio. Es este sistema que al igual que este "control remoto" de sus aparatos les inspira al cambio, al no perseverar mucho en nada porque puede ser sinónimo a perder (¿perder?) el tiempo. Es su mirada. La evolución es cambiar por cambiar. Esta es la cuestión. Este es el deber. No entienden la vida con promesas que cueste cambiar, con compromisos firmes que nacen para tener vigencia no para modificarse. Esto los agobia. Hasta un sentimiento de fracaso al que odian, sin percatarse que es justamente del fracaso del que más se aprende. Pero ante ello no se cede. La pregunta es si están en lo cierto. Si viven con más paz, con la tranquilidad del orden. Si asi se alcanza la serenidad, "pulsando" este "control remoto virtual" de sus vidas que todo les permite modificar. Debieran comprometerse a analizarlo. Controlar remotamente no es precisamente controlar... ¿o si lo es? Pulsemos una tecla pero de ningún "control" sino solamente de la vida de cada uno que permita pensar la respuesta. Eso es ya un avance: permite compromiso con la reflexión...
José Ortega y Gasset es recordado, entre otras cosas, por una frase profunda y desafiante de su obra Meditaciones del Quijote: "Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo yo". Es bastante sencillo explicar el concepto de "circunstancia" yendo a la etimología del concepto ( circuntatia ) que apunta a lo que nos "circunda", es decir a lo que nos rodea, a nuestro entorno, a nuestra cultura, a nuestra historia. La circunstancia de un joven nacido en la jungla africana no es la misma que la del joven nacido en la península escandinava. Yo soy yo y "lo que me ha hecho así o lo que me sigue haciendo así" parecería querer decir Ortega. Y con esta poderosa primera reflexión de su frase nos deja una serie de dudas por responder: ¿Ortega me está diciendo que no soy yo, sino lo que la circunstancia hizo y hace de mi? Si esto fuera así: ¿soy realmente libre o las circunstancias son los barrotes de mi celda que no me han permitido
Mi control remoto me ha armó como persona. No sería yo si no fuera por la cantidad de botones que fui apretando en mi vida. No es cuestión de controlar o no controlar, es cuestión de vivir según el nuevo mundo que se nos presenta a cada rato. Analizarlo, tomar o dejar ciertas cosas, y disfrutarlo.
ResponderEliminarLa comunicación entre generaciones es un trabajo ahora y lo ha sido siempre.
ResponderEliminarTenemos el compromiso,la creatividad y el tiempo para ocuparnos de ese tema?
Abrazo