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Salvar mi circunstancia para salvarme yo



José Ortega y Gasset es recordado, entre otras cosas, por una frase profunda y desafiante de su obra Meditaciones del Quijote: "Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo yo".

Es bastante sencillo explicar el concepto de "circunstancia" yendo a la etimología del concepto (circuntatia) que apunta a lo que nos "circunda", es decir a lo que nos rodea, a nuestro entorno, a nuestra cultura, a nuestra historia. La circunstancia de un joven nacido en la jungla africana no es la misma que la del joven nacido en la península escandinava. Yo soy yo y "lo que me ha hecho así o lo que me sigue haciendo así" parecería querer decir Ortega. Y con esta poderosa primera reflexión de su frase nos deja una serie de dudas por responder: ¿Ortega me está diciendo que no soy yo, sino lo que la circunstancia hizo y hace de mi? Si esto fuera así: ¿soy realmente libre o las circunstancias son los barrotes de mi celda que no me han permitido ejercer mi libertad y que todavía lo impiden? ¿Podría haber sido distinto? ¿Qué elementos de la "circunstancia" o a cuáles de esas "circunstancias" modifique? ¿Logré cambiar esas "circunstancias" y convertirlas en propias con mi convencimiento y reflexión cabal o nunca las puse en tela de juicio? ¿Estuve "dormido" ante mi entorno? ¿Cuál "circunstancia" es hoy genuinamente mía, creada por mi y no por aquello que me "circundó" o todavía me "circunda"? Si mis circunstancias hubiesen sido otras, ¿sería el yo que hoy creo ser?

Apasionantes incertidumbres que Ortega nos coloca sobre la mesa del "des-ayuno" filosófico al que nos invita.

Pero no es a esta parte de su conocida frase en la que me quiero detener. Es a la segunda parte de la misma. Por que Ortega le agrega "si no las salvo a ella no me salvo yo"? ¿De qué quiere "salvar" a su circunstancia? ¿Qué quiere decir con la palabra "salvar" que utiliza dos veces en esta frase? ¿Qué significa el concepto "salvo" que conjuga en primera persona del verbo "salvar"? Si bien Ortega nos da elementos para interpretarlo en las Meditaciones del Quijote sobre lo que intentó decir (y que luego veremos), quiero antes de ello, comprender el uso del verbo "salvar" para analizar el vocablo e interpretar correctamente al filósofo.

Dice el Diccionario de la Real Academia Española:
"Salvar: 1. Librar de un riesgo o peligro, poner en seguro. U. t. c. prnl.
2. tr. Evitar un inconveniente, impedimento, dificultad o riesgo.
3. tr. Exceptuar, dejar aparte, excluir algo de lo que se dice o se hace de otra u otras cosas.
4. tr. Exculpar, probar jurídicamente la inocencia o libertad de alguien o algo.
5. tr. Vencer un obstáculo, pasando por encima o a través de él. La avenida salvó el pretil del puente. Salvar de un salto un foso. Salvar los montes.
6. tr. Recorrer la distancia que media entre dos lugares.
7. tr. Rebasar una altura elevándose por cima de ella. La torre salva las copas de los árboles que la rodean.
8. tr. Poner al fin de la escritura o documento una nota para que valga lo enmendado o añadido entre renglones o para que no valga lo borrado.
9. tr. Rel. Dicho especialmente de Dios o de Jesucristo: Dar la gloria y bienaventuranza eterna a alguien.
10. tr. coloq. Ur. Aprobar un curso o un examen.
11. intr. Hacer la salva a la comida o bebida de los reyes y grandes señores.
12. intr. desus. Hacer la salva con artillería.
13. prnl. Rel. Alcanzar la gloria eterna, ir al cielo".

Las trece acepciones del verbo que nos ofrece el Diccionario RAE nos ayudan pero también nos confunden. ¿Bajo cuál de estas definiciones puedo interpretar mejor lo que Ortega pretendió decir?

En primer lugar una aclaración. No podemos asumir que Ortega utiliza dos veces el término "salvo" con idéntico significado. Podría ser que el primer "salvo" sea algo distinto del segundo. En segundo lugar tengamos claro la condición de Ortega frente a la religión. Él no era creyente. Abandonó la religión católica recibida en su escuela y no tuvo credo alguno. Podemos desestimar, entonces, cualquier intento de interpretar "salvación" en su frase como "salvar el alma para una vida futura". Ortega no usó el concepto en su versión espiritual. Por tanto, las acepciones de la RAE números 9 y 13 no son aplicables en esta interpretación del verbo.

Tampoco Ortega usa la palabra "salvo" como saludo o "salva", con lo cual las acepciones 11 y 12 no corresponden al caso.

Igualmente, Ortega no pretendió exculpar a nadie ni aludir a recorrer una distancia ni a rebasar una altura, vencer un obstáculo (aunque algo de esta acepción puede haber utilizado Ortega, como explico más adelante) ni a corregir un documento, lo cual elimina las acepciones 4, 5, 6, 7 y 8.

Nos quedan las tres primeras definiciones del verbo "salvar" y la numero 10: ¿Quiso Ortega liberar a la circunstancia de un riesgo para así poner por seguro su yo?, o ¿quiso evitar el inconveniente que las circunstancias suponen para mi yo y exceptuarlas del ser? O quiso someterlas a examen y aprobarlas a ellas y a su yo?

Mi respuesta no es unívoca. Seguramente cada uno de ustedes que leen esta reflexión tendrán su respuesta. Mi intuición es que hay una mezcla de estas acepciones Sumándole una metáfora con la acepción 10 en el uso que le da Ortega en esta frase (y con algunos elementos implícitos de las otras acepciones también).

Mi entendimiento es que lo que Ortega parece querer decir es que es necesario "darle sentido" a las circunstancia. Ortega especificamente agregar al final del párrafo: "buscar el sentido de lo que nos rodea". Para ello debo darme sentido a mi mismo, es decir "justificarme" yo como ser humano. Usa el verbo "salvar" con el significado de distintos verbos. Ortega nos dice que debemos reflexionar, pensar, validar, asumir nuestra circunstancia y definir nuestros intereses de vida, nuestra razón vital y que si no lo logramos no maduramos, es decir no lograremos comprender ni conocer a mi yo interior ya que no he reflexionado, pensado, ni validado ni asumido quien soy.

En las mismas Meditaciones del Quijote, como antes señalé, Ortega hace una explicación de lo que pretendió decir al usar el verbo "salvar". Antes de la frase citada ("Yo soy yo y mi circunstancia"), Ortega afirma: "La ciencia biológica más reciente estudia al organismo vivo y como una unidad compuesta de cuerpo y su medio particular: de modo que el proceso vital no solo en una adaptación del cuerpo a su medio, sino también en una adaptación del medio a su cuerpo". El quiere poner "en relación" a su circunstancia, Quiere comprenderla y "salvarla" analizándola para entender y tener claro que son esas circunstancias la que lo han hecho el "Yo" que es hoy. Su objetivo al "salvar" su verdadero yo y por eso estimula en su frase a examinar el medio que lo rodea, lo que le ha circundado en su formación. Esto supone lograr conocerse a si mismo en conjunto con otros elementos de vida que moldean al ser y conforman el "yo". De algún modo en esta pretensión lo que quiere explicar Ortega es algo similar a lo que describimos en el párrafo anterior. El explica que la circunstancia merece ser "enjuiciada", "valorada", "estudiada" y que de ese juicio crítico resultará una aprobación o desaprobación que conformará el verdadero yo, el verdadero ser. No haber encarado ese proceso significa no haber salvado el yo, no haber reconocido nuestra esencia independiente a la circunstancia que me formó.

Ortega, a través de esta frase y de este modo, nos desafía a dar sentido a nuestra vida, a dar sentido a lo que somos: ¿porqué soy yo y esta "circunstancia" y no otra? ¿No será mi verdadero yo el que salte el cerco que me circundó y que aun me circunda? ¿Y si justamente necesito cambiar de medio para ser lo que debo y pretendo ser? Salvar podría ser, en algún caso, sinónimo de cambiar o podría ser una utilización correcta de la acepción del Diccionario que dice "Vencer un obstáculo, pasando por encima o a través de él"?

Cualquiera sea la interpretación que le demos, creo que todos y todas las lectoras van a coincidir conmigo en que su provocación intelectual es a que profundicemos nuestra vida y le demos una razón a lo que somos. Especialmente a nuestros intereses, a nuestras motivaciones, a nuestra razón vital, a lo que queremos ser, es decir que vivamos ética-mente, pensando nuestra forma de actuar, y seamos los protagonistas de nuestra vida y los arquitectos de nuestro ser. Esto supone no solo existir adormecidos a nuestro entorno, sino vivir despiertos a lo que valoramos de él. En definitiva, lo que Ortega nos lanza es un grito de sinceridad para que juzguemos, critiquemos, analicemos y enontremos un veredicto sobre nuestro medio, nuestro círculo social y nuestra cultura y que lo hagamos con dos elementos: con la razón y también con la intuición que nos proporciona la "experiencia vital". Dice Ortega textualmente al hablar de "la circunstancia" que: "no [debemos] detenernos perpetuamente en éxtrais ante los valores hieráticos [sagrados], sino conquistar a nuestra vida individual el puesto oportuno entre ellos. En suma: la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre".
Queda muy claro entonces que Ortega nos incita a pensar nuestra historia, a analizarla en relación con lo que nos rodea, para entender el porqué y el para qué de nuestra vida y el cómo construimos nuestro yo. Al final de cuentas nos empuja a encontrarle una razón que "salve" algo más que mi circunstancia: que salve mi vida para cumplir el viejo mandamiento de Sócrates: "Conócete a ti mismo...", "una vida sin examen no merece ser vivida". Esto pareciera ser, justamente, el significado de "salvar mis circunstancia para salvarme yo".

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