Parecería que todos estamos de acuerdo en que al tomar decisiones en nuestra vida, como objetivo último y hasta a veces inconsciente, apuntamos a la felicidad. Puede que no tengamos este objetivo claramente definido y que inclusive muchas veces tomemos una decisión a sabiendas que lo que decidimos no nos hace feliz instantáneamente pero lo hacemos reconociendo que detrás de ese primer sentimiento hay algo bueno para mi vinculado con este concepto. Casi que la decisión obedece al "inconsciente adiestrado" hacia ese destino: la felicidad. Veamos un ejemplo. Si resuelvo ir a trabajar un domingo a la oficina, probablemente eso no me guste, me deprima y hasta me enoje, pero lo hago porque se que me beneficia, me ordena, adelanto temas pendientes, etc. Es decir, contribuye a que, sin perjuicio de mis primeros sentimientos, al recapitular me sienta bien conmigo mismo porque me satisface la decisión. De algún modo el haber ido a trabajar ese feriado contribuye a mi felicidad futura
Reflexiona, discute, averigua, duda, escucha mucho, di lo que piensas pero piénsalo y saboréalo. Toma una café con la vida, en la mesa del fondo, sobre la ventana, con vista a la puesta de sol, donde se oye el mar y las olas mueven la mente. Invita la casa.