Se ha hablado mucho de los efectos del COVID-19 en la economía del país pero poco sobre su impacto real en la educación. De esto se habla poco. Pese a que nuestra Constitución Nacional garantiza a todos los argentinos desde el año 1853 el derecho de enseñar y de aprender, nuestra sociedad nunca le ha dado a la educación un lugar de privilegio en sus reclamos y tampoco le ha dado la jerarquía que si le ha dado a otros derechos humanos. Y esta es una deuda previa al coronavirus, que se refleja en problemas educativos que padecemos de cantidad, calidad y equidad. Pese a innumerables esfuerzos y a algunos avances, la mayoría de los adolescentes no logra finalizar sus estudios obligatorios, no se cumplen los 180 días de clase ni muchas disposiciones de las leyes respectivas (entre ellas la inversión obligatoria), el salario docente es muy bajo, el nivel de aprendizaje muy precario y, lo más doloroso, la desigualdad es mayúscula y dependiendo la cuna del alumno o alumna, los aprendizajes so
Reflexiona, discute, averigua, duda, escucha mucho, di lo que piensas pero piénsalo y saboréalo. Toma una café con la vida, en la mesa del fondo, sobre la ventana, con vista a la puesta de sol, donde se oye el mar y las olas mueven la mente. Invita la casa.