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Educación y desigualdad en Latinoamérica

Latinoamérica es la región más desigual del planeta. Así lo informan distintos organismos internacionales. Esto no significa que sea la más pobre, significa que es la región del mundo que registra mayor desigualdad de ingresos. La riqueza está en manos de pocos, la pobreza en manos de muchos. Estas enormes diferencias, que vienen de muchos años atrás, generan tristes realidades: el origen de un niño que nace en un hogar pobre es, en gran medida, su destino. Es muy difícil que ese bebé escape al condicionante que la cuna supone. Las y los pequeños más desfavorecidos seguirán siendo unos años más tarde las y los jóvenes más desfavorecidos. En Febrero 2020, días antes de declararse oficialmente la pandemia COVID-19, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), informó que "actualmente hay en Latinoamérica 191 millones de pobres, y 72 millones de pobres extremos”. Todos sabemos que estas cifras se incrementarán. El impacto del Coronavirus será muy perjudicial entre los que menos tienen. ¿Es posible revertir esta cruda realidad? En este marco realizamos, el 30 de Junio pasado, el Segundo Encuentro de Ministros de Educación Latinoamericanos. Lo organizamos desde Reduca, la red por la educación presente en quince países de América y que lidera en Argentina Educar 2050. El primer Encuentro había sido en Bogotá en 2019 con el Ministerio de Educación de Colombia. Este II Encuentro lo realizamos con el Ministerio de Educación de Ecuador. Tuvimos muy buena respuesta. Estuvieron presentes quince países. Diez ministros y cinco vice ministros (México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina). Los ejes temáticos desarrollados apuntaron a la realidad que hoy nos toca vivir: el regreso a clases presenciales, la desigualdad e inequidad en la región y la necesaria transformación educativa. La Declaratoria conjunta de los ministros llegará en los próximos días. Lo que quiero compartir con los lectores son solamente algunas preguntas que invitan a pensar sobre tres temas de la reunión que resumen la dimensión del riesgo que enfrentamos. En primer lugar tomar conciencia de lo básico. Cuando se habló del regreso a clases se habló de la importancia de asegurar agua y jabón. Muchas (demasiadas) escuelas de la región tienen estos problemas en todos los países. De nuevo, la desigualdad presente. Obviamente todo el tema infraestructura condujo a la innegable necesidad de mayor eficiencia en la inversión. Pero no solo eso. Quedó claro que, inmersos en la crisis económica en que estamos, para tener éxito en la educación post pandemia se necesita posicionarla como prioridad y lograr un fuerte apoyo político. ¿Y si no se logra? ¿Cuál será el desarrollo latinoamericano si no podemos asegurar todo lo necesario para la educación de las niñas, niños y adolescentes que hoy deben aprender? En segundo lugar, el incremento del abandono escolar. El mayor riesgo. La pregunta que surge es: ¿abandono de quién? ¿Son los estudiantes los que abandonan o son ellos los que han sido abandonados por una serie de países que, salvo excepciones, no estaba preparado para garantizar su derecho humano a educarse? ¿Qué sucederá con la democracia latinoamericana si más jóvenes no vuelven al sistema? ¿Y con los aprendizajes? Hoy el 50% no termina sus estudios y 51% de los que si lo hace tiene problemas de lectura. ¿Qué porcentajes nos traerá la post pandemia? Por último quiero detenerme en la transformación educativa. Los ministros identificaron a la falta de conectividad como el mayor desafío respectivo. Pero lo interesante es que hicieron más hincapié en la conectividad humana entre docente y alumno que en la conectividad tecnológica. El punto fundamental para que la educación a distancia no se convierta en distancia con la educación está en ese vínculo Maestra/o-escuela-estudiante. Claro que se valoró la experiencia tecnológica pero la esencia, aun en un futuro de educación “hibrida”, estará en el docente como figura central que debe ser acompañado para que tenga éxito. La pregunta que vuelve a quedar en el aire es: ¿lo acompañaremos? El Encuentro culminó con una demostración de madurez de los ministros que aceptaron trabajar colaborativamente dada la enorme complejidad del desafío. Esto para Reduca ha sido un paso adelante pero quedan muchos pasos a dar y la sociedad latinoamericana debe comprometerse levantando la bandera por el derecho de aprender. Es la única manera de enfrentar la desigualdad ¿Queremos hacerlo?

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