Más allá de los motivos específicos por las cuales los ciudadanos votamos ayer domingo, está el deseo de un mejor futuro. Y es allí donde nace el vínculo entre Educación y sufragio: educar especialmente es construir ese futuro. Es por esa razón que a la hora de votar es crucial para un ciudadano comprometido reflexionar sobre las propuestas educativas de los candidatos y sobre lo que han hecho en la materia. La herencia más importante de un gobernante no son los activos que nos deja ni las reservas económicas del corto plazo sino los resultados educativos de la Nación: nivel de aprendizaje de los estudiantes, cumplimiento de las metas legales, calidad educativa de la enseñanza y la información detallada de todos estos aspectos que permitan las medidas adecuadas para el futuro del país. Votar educación supone el ejercicio del derecho constitucional de aprender sintetizado en dos convicciones: 1) detrás de los temas candentes de una elección (la inseguridad, la economía, la pobreza, el narcotráfico o la violencia), está la calidad de la formación y el conocimiento de los argentinos y 2) para mejorar la educación del país se requiere máximo liderazgo y compromiso del Presidente de la República. Ningún problema nacional se solucionará integralmente sin mejor aprendizaje. En este marco resulta auspicioso que los tres candidatos con mayor volumen de votos de las PASO ya hayan anunciado quien será su futuro Ministro en la materia. Y también es un dato positivo que los seis aspirantes a Presidente hayan respondido la campaña #YoVotoEducación con sus propuestas a implementar si accedieran al Poder Ejecutivo (www.yovotoeducacion.org.ar). Esto muestra un avance cívico: la política educativa se convirtió en un tema electoral porque la sociedad de nuestro país ha comenzado a reclamar mejor educación. Pero para lograr esta epopeya se requiere sostener el compromiso. Votar educación implica un reclamo que no da tregua: es levantar un estandarte para una nueva etapa histórica de la República que nos una como compatriotas detrás de un sueño. Como en 1983 fue la Democracia, hoy la bandera de futuro es Educación. Con la mejora de ambas vendrán las virtudes de una Argentina institucionalmente fuerte que merezca con gloria vivir.
La frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” , formulada por José Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote (1914), constituye uno de los núcleos más vitales del pensamiento filosófico en lengua española. Ya ha sido objeto de análisis en este Blog pero reflexiones posteriores me obligan a hacer esta actualización de mi cavilación. Su potencia es tal que amerita analizarse con el paso del tiempo y reside no solo en la afirmación del sujeto como ser situado —inseparable de su contexto vital—, sino en la exigencia ética contenida en esa segunda mitad: “si no la salvo a ella no me salvo yo”. La pregunta que queda pendiente a responder es: ¿Soy yo el mismo yo el que la ha "salvado" hace diez años atrás? ¿Aquella "salvación" es la misma que haría ahora? Estas inquietudes han dado origen a esta segunda profundización sobre la frase de Ortega. Lo explico a continuación. Tradicionalmente, se ha interpretado que...
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