El enfrentamiento racista en Estados Unidos de estas semanas se produce en un momento de crisis en Europa tras la votación en el Reino Unido (más desunido que nunca) por salir de Europa. Dos momentos extremadamente complejos que merecen un análisis de sus antecedentes y de sus consecuencias.
Estados Unidos es un país cuyos orígenes e historia marcan las heridas mas profundas por la diferencia de color de piel. Hasta una guerra civil fue su consecuencia. El sufrimiento y las diferencias fratricidas no nos deben hacer olvidar que hasta no hace mucho tiempo atrás, hasta el año 1965, los ciudadanos "negros" no podían votar, no se les permitía sentarse en el colectivo y era un "sueño", que inmortalizó Martin Luther King, ser considerados iguales ante la ley. Las muertes y las heridas y heridos sociales que esto ha significado parecen haber quedado cubiertos debajo de nuestra corta memoria.
Del otro lado del Atlántico la situación es mucho más que grave: la amnesia de sus guerras es el caldo de cultivo de volver a repetirlas. La historia de Europa nos muestra justamente que sus Naciones no se distinguieron por la resolución pacífica de sus diferencias. La consecuencia fue el horror. La Primera y la Segunda Guerra Mundial se originaron en este continente. Entre 1914 a 1918, la Primer Guerra europea costó la vida de 10 a 31 millones de personas, entre civiles y militares. Los rusos tuvieron además 4 a 6 millones de heridos, los ingleses 3 millones de heridos y mutilados, los franceses 5,6 millones, Alemania sufrió 6 millones de heridos, los italianos 1,6 millones y los serbios 1,7 millones. Las minorías también sufrieron fuertes perdidas, entre ellos los más de un millón de polacos sufrieron el horror de este enfrentamiento.
La Segunda Guerra Mundial originada en Europa (1939/45) causo entre 60 y 100 millones de muertos. El cálculo se ha visto dificultado por el ocultamiento y cambio de algunas cifras; por ejemplo, Stalin reconoció en 1945 que la URSS tuvo 7 millones de muertos (en la actualidad los cálculos van de 17 a 37 millones de muertos). China, el segundo país con más muertos, tiene problemas para calcular sus pérdidas porque en esos tiempos sufría una guerra civil, de modo que éstas se estiman entre 8 y 30 millones. Alemania fue el tercer país más afectado, con cifras estimadas entre 4,5 y 10 millones de pérdidas (1,5 millones de civiles por bombardeos aliados).Polonia fue el cuarto país con más muertos, entre 3 y 6 millones incluyendo la población judía muerta en el Holocausto. Además hay varias cifras que no han sido incluidas porque se han ocultado deliberadamente de la historia, como la hambruna que la guerra provocó en Bengala y mató de 2 a 4 millones de indios. El cálculo más alto y con consecuencias en todo el planeta habla, como antes se mencionó, de hasta 100 millones de muertos. Japón tuvo 1,2 millones de soldados y un millón de civiles muertos y 1,4 desaparecidos tras las bombas atómicas en su territorio.
En este marco de desidia por la vida el panorama mundial muestra el olvido de la Paz. En los Estados Unidos un candidato a Presidente llama al odio por sus vecinos mexicanos y por los inmigrantes. La destrucción del mercado común europeo, gran muro de contención frente a la historia de guerras mundiales, del otro lado del océano, nos muestra el Brexit que, en este contexto, no ha sido el fin del mundo, pero puede constituirse en el primer paso hacia el.
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