Ir al contenido principal

La vida fácil

 

Quizás no lo analizaste detenidamente. Puede que si lo hayas hecho alguna vez, pero de un modo tangencial. Casi como una obligada reflexión por algún sermón religioso o por alguna charla o lectura o imagen que te hizo pensar. Pero hoy quiero invitarte a hacer un análisis minucioso de lo que implican estas tres palabras juntas: “la vida fácil”. Y lo quiero hacer porque merece el análisis el mensaje que desprende la conjunción de estos tres términos. Es probable que mi interés tenga que ver conmigo mismo. Con mis circunstancias, con mi historia. Pero honestamente lo digo, no sólo lo pienso y escribo por mí. Lo hago por vos. Si, por vos que por alguna razón estas leyendo estas líneas. Al fin de cuentas no hay casualidades en la escalera del destino. Se suben los escalones que este último decide. Por curiosidad, por desafío o por la simple invitación al análisis que determinadas circunstancias requieren. Y como todo análisis necesario, este produce incertidumbre, dudas y preguntas. Y mi idea es hacerlo en base a estas últimas. La formulación de su simple enunciado ya me estimula. Y es por eso por lo que quiero responder cuatro preguntas que me hagan pensar a mi (y que lo mismo hagan con vos) respecto al título que encabeza esta reflexión:  1. La vida fácil ¿Qué? (¿De qué se trata?) 2. ¿Por qué? (¿Por qué una vida fácil?) 3. ¿Para qué? (¿Una vida fácil para qué?) y 4. ¿Quién? (¿Quién es el que la tuvo o la tiene fácil?). Son preguntas sencillas. Allá vamos.

1.- ¿Qué? ¿De qué se trata? ¿Qué significa haber tenido la vida fácil? Haber tenido la vida fácil es haber ido transcurriendo la vida sin mayores problemas, sin mayores obstáculos o inconvenientes para vivir. Sin problemas de salud que nos impidieran desarrollarnos, sin violencia o amenazas contra nuestra integridad psíquica, en un ambiente armonioso, con educación, con recreación, amor y cultura y con posibilidades de desarrollo. Pero todos estos son requisitos para la vida fácil pero no la conforman. Falta algo más. Quizás la esencia para dar una respuesta afirmativa es la duda.  Quien duda en responder si ha tenido o no una vida fácil es aquella persona que no sabe lo que es tener una vida difícil.  Y dentro de esta clasificación no hay matices. Tener una vida fácil no es una vida sin problemas. La vida en si misma implica la gestión de inconvenientes, de conflictos, de controversias. Por lo tanto, quien ha tenido una vida fácil no es solamente el que ha tenido acceso a alimentación, vivienda, salud y educación. No. Se requiere algo más para tener una vida fácil. El que la tuvo o la tiene es el que jamás pensó como cierto que ese acceso a la comida, a una habitación, a un servicio sanitario o a una escuela podía faltarle. El sinónimo de “vida fácil” está ligado al que nunca tuvo temor, o terror, a no tener que comer, a no tener un techo para dormir o una institución médica o educativa que lo reciba, que le preste atención, que lo acepte como es y que lo sirva.  La vida difícil está unida al rechazo, a la negación al acceso. Hay un segmento de personas que consideran como algo imposible o inaudito no tener que comer, o no tener agua, o no tener un baño, un inodoro, una frazada, una cama o una calefacción. Están tan acostumbrados a tener todo eso y más, que piensan que los demás no lo tengan. Las circunstancias de sus vidas los han conformado como autómatas que no sienten la vida difícil. La vida es fácil. Punto y aparte. “Si es cierto”, dicen, “hay algunos que no la tienen fácil, pero podrán salir pronto de esa situación”, concluyen, “si se esfuerzan lo lograrán”.  Y esta es la sentencia que deja claramente establecida esa imposibilidad de empatizar. Empatizar requiere ponerse en el lugar del otro, pero solo como primera etapa. Esta no es suficiente para tener empatía. La verdadera empatía, la integral, la que sirve para darse cuenta, es aquella que lleva a una persona a sentir lo que siente el otro. Quien no lo logra tiene una vida fácil. Quien lo sufre en carne propia o empatiza verdaderamente con quien vive la dificultad, tiene una vida difícil. De eso se trata. Esto responde al qué.

2. Vamos ahora al por qué. ¿Por qué él tiene o vos tuviste o tenés una vida fácil? ¿Es por herencia? ¿Cuál es la razón, el fundamento? Si tener una vida fácil es disfrutar de las cosas sin pensar, puede que el motivo fundamental de ese rechazo a la reflexión esté dado justamente por tener todo en la vida. ¿Y por qué tengo o tuve todo? ¿Porque nací en la cuna correcta? ¿Puedo hacer nacido en una cuna que me daba la vida fácil pero mi análisis y mi criterio me permitió darme cuenta de que la vida para ser bien vivida debe aceptar su dificultad? No son preguntas que puedan responderse en términos generales. Cada una que las formula debe responderlas.  Allí puede estar el porqué de la vida fácil.

3. ¿Para qué una vida fácil? Quien vive una vida sin mayores problemas, una vida sin esfuerzo, una vida sin reflexión profunda la vive para transitarla desde la superficie, para verla pasar, o, mejor dicho, para verla como pasa. Vivir no es transcurrir los días. Puede que quien quiere una vida fácil tenga claro su propósito. No quiere compromisos. Ni problemas. Ni pensamientos profundos. Vivir fácil es no tener complicaciones. “Déjenme vivir en paz” suele ser una frase favorita de aquellos que levantan sus símbolos de la vida fácil. Lo que no reparan, o no quieren reparar, es que una vida sin compromiso no es una vida verdadera. Es otra cosa. Es respirar, es pasar el tiempo, pero no es ejercerla. La vida es esencialmente vida porque no es fácil. Es hacerse cargo. Vivir es complejo. Y allí quizás esta el secreto de saber vivir, en la gestión de la complejidad. Por eso el para qué de una vida fácil es de corto alcance. Casi como es estar muerto en vida. Casi como que el para qué de una vida fácil es no estar vivo, aunque algunos se hacen los vivos para no vivir.

4. ¿Quiénes viven o vivieron la vida fácil? La respuesta es personal. Y confidencial. Los nombres y las señales que identifiquen a aquellos que viven o vivieron una vida fácil son de cada uno. Del que las percibe. Y en cualquier caso, no me pertenecen a mí. Te pertenecen a vos que leíste estas líneas.   


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Para qué sirve Educar?

" Educar. (Del lat. educāre). 1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar. 2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.. Educar la inteligencia, la voluntad ." Estas son las dos primeras definiciones que nos da el Diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra "educar". Mucho se ha escrito sobre el sginificado del término. A mi criterio la educación es esencialmente un proceso de mejora de vida . Educar supone creer especialmente en tres verdades: 1) en el perfeccionamiento de aquel a quien se educa; 2) en su capacidad y deseo de aprender; y 3) en que la transferencia de conocimientos de quien enseña no es tal si no va acompañada por la elaboración propia de una reflexión de quien los recibe. Educar no es colmar un depósito de tecnicismos, conceptos y sapiencias ajenas sino que la verdadera educación, -y me refiero especialmente a la educación del menor pero apli

Salvar mi circunstancia para salvarme yo

José Ortega y Gasset es recordado, entre otras cosas, por una frase profunda y desafiante de su obra Meditaciones del Quijote: "Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo yo". Es bastante sencillo explicar el concepto de "circunstancia" yendo a la etimología del concepto ( circuntatia ) que apunta a lo que nos "circunda", es decir a lo que nos rodea, a nuestro entorno, a nuestra cultura, a nuestra historia. La circunstancia de un joven nacido en la jungla africana no es la misma que la del joven nacido en la península escandinava. Yo soy yo y "lo que me ha hecho así o lo que me sigue haciendo así" parecería querer decir Ortega. Y con esta poderosa primera reflexión de su frase nos deja una serie de dudas por responder: ¿Ortega me está diciendo que no soy yo, sino lo que la circunstancia hizo y hace de mi? Si esto fuera así: ¿soy realmente libre o las circunstancias son los barrotes de mi celda que no me han permitido

Tiempo y vida

No quiero acudir a una definición de diccionario.  Quiero definirlo yo. Estoy absolutamente seguro que vos que lees estas líneas también lo podés hacer. De algún modo todos sabemos lo que es el tiempo   Lo conocemos desde que nacemos. Antes de nuestro capacidad de hablar manejamos los tiempos. Al poco tiempo de nacer supimos qué significa “hora de comer” y poco después empezamos a saber “cuándo” era el momento de dormir y poco a poco fuimos conociendo los “momentos” de nuestros padres (comenzamos a tener una idea del tiempo cuando intuimos que ellos deben estar a nuestro lado o regresar a casa). Todo esto fue y es con-vivir con el tiempo y quien convive con nosotros es nuestro compañero.  Llegamos así a una característica que nos permite una 1er definición: el tiempo es un compañero de vida. Esta bien. Es un avance pero solo eso. No me convence por completo. El tiempo no es “alguien” que nos acompaña. Es más que eso. Está con nosotros pero en una forma diferente a la compañía. Obvio es