Venimos hablando de la Verdad en las últimas dos Entradas. Quizás convenga concluir esta reflexión sobre la Verdad y su jerarquía. Todo el mundo tiene derecho a buscar su verdad, y todos a creer en ella y defenderla pero eso no quiere decir que todo el mundo acceda a la verdad real. Existe mucha gente en esta tierra que sostiene una verdad equivocada (como yo cuando sostenía que era verdad que existía el "Ratón Perez"). Hay algunos que acceden a su verdad por costumbres ancestrales, por convencimiento religioso por ejemplo donde el proceso del razonamiento para acceder a la verdad no se admite sino que existe la llamada Verdad Revelada por algun dios, algún enviado de este dios o hasta por educaciones violentas donde cuestionar La Verdad es motivo de condena, de culpa, de pecado que nos conduce a los fuegos eternos y que por tanto hace poco aconsejable la duda manifiesta. Pero hay otras verdades que no tienen que ver con las creencias religiosas sino con las ideológicas o con las científicas. Y está muy bien que se sostengan y que sobre ellas se converse. Lo que no está bien, a mi criterio, es justamente que por ideología o por falta de humildad no se permita mejorar la verdad que se defiende. Me pregunto que habrá sido de aquellos que sostenían como verdad que la tierra era plana cuando cayeron en la cuenta que era nada menos que redonda? Y de aquellos otros que defendían a raja tabla que era nuestro planeta el centro del universo y que todo giraba a nuestro derredor? ¿Que habrán pensado de Galileo?, y lo que es más ¿Cuál habrá sido la reacción cuando se dieron cuenta que el genio de Copérnico tenía razón? Es posible y hasta democráticamente conveniente que cada uno sostenga y defienda su verdad pero lo que no es posible que proliferen los caracteres soberbios que no admiten errores en sus verdades y se encierren caprichosamente en sus convicciones sólo por no perder y nada por crecer. La jerarquía de una verdad se da por sus mayores argumentos, por sus pruebas, por sus bondades. En toda conversación donde se discute una verdad la nobleza de un ser humano se hace presente cuando la facultad de la inteligencia entiende el ceder para crecer. Saber dejarse persuadir es quizás la virtud por excelencia que diferencia al sabio del necio. Comprender la opinion ajena y reconocer que es más razonable que nuestra previa "verdad" es un escalón que ascendemos en la escalera de la madurez que conduce a la sabiduría. A la verdad verdadera se accede justamente por el camino de aceptar, cuando corresponde, la debilidad de nuestro sustento, la caida en nuestros propios errores de concepto y tomando con humildad la mano de un tercero que se nos ofrece con mejores argumentos. Eso es ceder para crecer y vale la pena...
La frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” , formulada por José Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote (1914), constituye uno de los núcleos más vitales del pensamiento filosófico en lengua española. Ya ha sido objeto de análisis en este Blog pero reflexiones posteriores me obligan a hacer esta actualización de mi cavilación. Su potencia es tal que amerita analizarse con el paso del tiempo y reside no solo en la afirmación del sujeto como ser situado —inseparable de su contexto vital—, sino en la exigencia ética contenida en esa segunda mitad: “si no la salvo a ella no me salvo yo”. La pregunta que queda pendiente a responder es: ¿Soy yo el mismo yo el que la ha "salvado" hace diez años atrás? ¿Aquella "salvación" es la misma que haría ahora? Estas inquietudes han dado origen a esta segunda profundización sobre la frase de Ortega. Lo explico a continuación. Tradicionalmente, se ha interpretado que...
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