2015 es un año electoral en Argentina. Elegiremos nuestros representantes para que sean Presidente, Gobernadores, Legisladores e Intendentes. Votaremos candidatos por razones diferentes. Algunos lo harán por tradición o fidelidad a un partido, otros por identificación con la persona que se postula para el cargo, algunos se decidirán por un voto estratégico. Los motivos pueden ser tan técnicos como emocionales pero todos ellos suponen un objetivo que nos unifica: votaremos por autoridades que trabajen por una Argentina mejor. La gran duda que esta reflexión genera es cuál es exactamente el significado de una "Argentina mejor".
Entre los temas que deciden una elección juegan indiscutiblemente un rol preponderante los económicos. La inflación, el desarrollo, el empleo, los subsidios y el salario son determinantes. Pero también lo son los temas vinculados con los aspectos sociales como la inseguridad, la lucha contra la pobreza, la desigualdad, el narcotráfico, la salud pública y la corrupción cuyo impacto puede ser decisivo a la hora de votar. Pues bien, los temas antes enumerados constituyen para la gran mayoría los más relevantes a la hora de decidir a quién elegir. Pero lo que no se identifica es cuál es el factor crítico que se oculta detrás de todos ellos. Profundizando el análisis hay una cuestión clave que se está pasando por alto y no se ve con claridad. Es un aspecto central que constituye la esencia y la base para solucionar todos los temas antes referidos y hacer realidad el deseo de una "Argentina Mejor". Se trata de la educación: este proceso de mejora del ser humano definido como “prioridad nacional” por nuestras leyes pero no por el electorado. Es que parece que no tomamos conciencia que lograr buenos aprendizajes para todos es el tema central del futuro a la hora de buscar soluciones de fondo a nuestros problemas económicos, sociales y éticos antes referidos. Es la buena educación sinónimo de mejores técnicos y profesionales y es la herramienta más efectiva para dar una solución a los millones de compatriotas que están debajo de la línea de pobreza. Buena educación y equidad educativa son las mejores vías de acceso a la justicia social. Calidad educativa es así sinónimo de desarrollo, de mejores salarios, de menor inseguridad y como corolario, es el mejor instrumento para luchar contra el narcotráfico y la corrupción.
Tomemos conciencia. Pensar en la relevancia de la buena Educación a la hora de votar es no sólo pensar en nosotros sino justamente en los otros. Es tomar conciencia del futuro de nuestros compatriotas menores, nuestros hijos y nietos. Y tomar conciencia del rol del locomotora del progreso que implica la buena educación requiere de un votante reflexivo y comprometido con su país que exija y reclame política en serio en la materia y no falsas promesas electorales. Votar educación es pedir a los candidatos que expliquen el “cómo” no el “qué”, pautas concretas de solución a nuestros problemas actuales educativos, y es exigirles también un debate sobre como atacaran el principal desafío para el futuro del país. Hoy Argentina tiene más de un 52 % de sus adolescentes que no comprenden lo que leen, más de un 55% que no termina en tiempo y forma el secundario obligatorio, los pruebas internacionales de educación, mundiales y latinoamericanas, nos indican que no logramos mejorar como debemos y que estamos en los últimos lugares perdiendo posiciones relativas y los datos nos señalan que Argentina sufre de una dolorosa injusticia educativa a lo largo y ancho de su territorio. Es por todo eso que no debemos esperar más. Reclamemos un cambio y llevemos la enseñanza y el aprendizaje al podio de los temas centrales que decidan la próxima elección. Votemos Educación. Esta será la mejor forma instaurar un cambio: votar no solamente pensando en nosotros, sino en los otros, en los que harán realidad el deseo de todos: una "Argentina mejor".
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José Ortega y Gasset es recordado, entre otras cosas, por una frase profunda y desafiante de su obra Meditaciones del Quijote: "Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo yo". Es bastante sencillo explicar el concepto de "circunstancia" yendo a la etimología del concepto ( circuntatia ) que apunta a lo que nos "circunda", es decir a lo que nos rodea, a nuestro entorno, a nuestra cultura, a nuestra historia. La circunstancia de un joven nacido en la jungla africana no es la misma que la del joven nacido en la península escandinava. Yo soy yo y "lo que me ha hecho así o lo que me sigue haciendo así" parecería querer decir Ortega. Y con esta poderosa primera reflexión de su frase nos deja una serie de dudas por responder: ¿Ortega me está diciendo que no soy yo, sino lo que la circunstancia hizo y hace de mi? Si esto fuera así: ¿soy realmente libre o las circunstancias son los barrotes de mi celda que no me han permitido
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