Es cierto que la tecnología nos abruma con sus avances y sus sorpresas. Es absolutamente cierto que el celular ("smart phone" o "teléfono inteligente" o simplemente "el móvil" como le llaman los españoles) ha invadido nuestras vidas y nos ha otorgado más poder. Cual Julio Cesar de la Roma antes de Cristo, el celular se ha convertido en Emperador del mundo. Todo lo ha conquistado. Desde Oriente a Occidente. Todos dependemos de su Majestad: el “Celular moderno” que no es más que el “Caballo de Troya” de su real poder: la computadora (o el "Ordenador") que viene en sus entrañas. Su apariencia y hasta las técnicas de ventas nos engañan: no se trata de un teléfono. Quizás de las tareas menores que hagamos con él sea la de hablar con un semejante. Hoy mensajeamos, miramos las redes sociales (sociales?), sacamos fotos, nos angustiamos por la baja señal y/o la falta de cobertura para leer un periódico o para no perder las imágenes recién subidas de vaya a saber quién (y porqué las miramos). Allí están nuestros ojos la mayor parte del día, allí está nuestro acceso a internet (el Aleph que Jorge Luis anticipó para el mundo moderno), allí está nuestra puerta a recibir y enviar WhatsAp, allí están nuestras imágenes de la realidad que creemos capturar y aquella que capturan quienes con nosotros se comunican, allí están las opiniones y manifestaciones en 140 caracteres, allí está el "Libro de caras" o Facebook, allí están los vídeos que resumen la vida en movimiento, allí están nuestras canciones, nuestra escritos, nuestros documentos, presentaciones, números de teléfono (que antes recordábamos y ahora su existencia supone no hacerlo). Allí esta nuestra agenda diaria (que además nos alerta de nuestras tares y reuniones), nuestros registros de salud, de temperatura actual y pronosticada, allí están nuestros juegos para entretenernos, una brújula para ubicar nuestro norte y hasta un GPS para que sepamos llegar a destino (en el supuesto caso que sepamos hacia dónde nos dirigimos). Allí están los "superpoderes" del nuevo ser humano de este siglo, su ""supervista" en la capacidad de ampliar su visión sacando fotos y haciendo zoom sobre la imagen captada; su "super conocimiento" ingresando en la enciclopedia que corresponda en el Buscador de turno; su luz especial, en la simple aplicación de una linterna incorporada; su súper habilidad de cálculo matemático, en su calculadora profesional y hasta un superpoder que no pretendió ser su esencia pero que está hoy muy cerca de ser su patética característica principal: el celular se ha convertido en un compañero inseparable del ser humano. ¿Compañero? Un sabio amigo mío ha dicho que los móviles han pasado a ser un "órgano" más de nuestro cuerpo. Sufrimos su ausencia, nos desesperamos por perderlo o por no tenerlo cerca y con ¨vida¨ (la muerte de la batería nos produce un terrible sentimiento de pérdida hasta no comprobar la resurrección de la carga!) y cual cirugía estética, si cambiamos de modelo lo hacemos por cierta imagen pública y social (somos sensibles al comentario de algún amigo: no puedes seguir con ese cacharro antiguo"...).
¿Es que todo ha cambiado en el nuevo Imperio "Celulareano" de Occidente y Oriente? ¿Es que no nos damos cuenta que el "Cesar Celular" manipula nuestras vidas? ¿Somos nosotros quienes usamos las enormes posibilidades que nos brinda o es este "Cesar tecnológico" quién usa las enormes posibilidades que nosotros brindamos en su favor y provecho? Vamos a ver.
¿Qué pasó de nuestra necesidad de vernos cara a cara? ¿De nuestra necesidad de hablar mirándonos directamente a los ojos? ¿De leer tocando las hojas y acariciando la tapa de un libro? ¿Qué fue lo que pasó con nuestra romántica y humana costumbre de decir un "Te quiero" sin escribirlo o grabarlo? ¿Qué sucedió con nuestras fotos mentales que se capturaban con cerrar fuerte los ojos atrapando el momento y esa hermosa vista en el alma? ¿Es que hemos olvidado hacer cálculos ayudándonos con nuestros dedos de la mano? ¿Ya no nos orientamos mirando esas magníficas noches de estrellas que titilan y conmueven nuestra pequeñez? ¿Qué pasó con aquellas sobremesas cuándo recordábamos películas o canciones y decíamos "no se quien era el actor" o "no me puedo acordar esa melodía"? ¿Dónde quedó nuestra condición de simple ser humano? Y con esto no quiero condenar al celular, "Nuevo Emperador" tecnológico, pero si quiero poner un límite.
Hay mucho para pensar y pensar. Hay tantos ejemplos del cambio que se hace difícil identificar qué fue lo que no cambió en esta invasión Celulareana. Pero yo estoy convencido que hay algo que no cambió. Aunque vos en tu lectura me dirás si estoy o no estoy en lo cierto. Yo creo que hay una habilidad del ser humano que, a mi criterio, se ha mantenido firme y autónoma. Ha resguardado su independencia. Su muralla ha sido infranqueable. Es cierto si que obviamente se ha visto impactada (e infectada) por los efectos de "Imperio del Teléfono Inteligente" pero no ha claudicado y nos sigue distinguiendo e independizando del poder de adoctrinamiento del nuevo ¨Cesar moderno¨. Se trata de nuestra capacidad de amar. Ella no pertenece ni ha sido secuestrada por los ejércitos del móvil. Y hasta diría más: se ha visto apoyada, amplificada y sostenida por la tecnología que su ¨Caballo de Troya¨ nos facilita, pero su función nunca ha podido ser reemplazada por la tiranía que el Celular supone. Es que Amar supone estar físicamente cerca, mirarse, tocarse, saborearse. No es virtual. ¿Cuál es el reemplazo que el Imperio del Celular ofrece al abrazo fuerte de cuatro brazos unidos entre cuerpos que se estrechan y palpitaciones que se perciben? ¿Cuál es la alternativa que un teléfono móvil nos presenta como sustituto de dos manos entrelazadas que caminan hombro con hombro y miran delante de ellos su camino de a dos? ¿Y cómo reemplaza el teléfono móvil una caricia, un mimo, un beso en la mejilla o un beso apasionado de amor? El celular es un medio para el ser humano y el amor es un fin humano. El medio no justifica el fin… ni lo alcanza ni lo reemplaza. Es por eso que, con orgullo, podemos decir que no todo cambia. Tengámoslo claro. Resitamos. Sepamos levantar murallas y fronteras infranqueables a nuestra humanidad. Disfrutemos de aquellos ¨invariables¨ que hacen a nuestra esencia humana y que no se dejan dominar. Al final, la vida no es tecnología, es simplemente vida, con lagrimas y sonrisas y caricias y abrazos que su Majestad, el Celular, no posee. Por suerte. Porque no todo cambia.
Hermosa reflexión. Se entiende la mirada hacia los referentes tecnológicos que hoy han logrado captar nuestros sentimientos. Ahora bien, porqué altas dosis de información para algunos puede perjudicar y para otros no.Por lo tanto a pesar de denotar la pérdida de la charla, el abrazo cosas importantes para la vida de todo ser humano quizás amerite que deba lograr un equilibrio y un análisis crítico acerca de su importancia en la vida diaria.Remontarnos al uso del telégrafo,La tiza,el aprendizaje de La lectura en tiempos de la conquista española harán pensar que el poder de adaptación del hombre puede lograr incorporar siempre que él en verdad lo desee. Hay múltiples variables que influyen. Nombraré uno : la comodidad
ResponderEliminarHermosa reflexión pero siento una dicotomía ya que tirada en mi cama con mi celular en la mano después de un largo día puedo gracias a (ÉL). Leer mi cuenta Google . Aplaudo el contacto visual y carnal , la charla cara a cara y un abrazo de oso pero hoy agrego aplaudo el celular también. GEORGY A.T.
ResponderEliminarConcuerdo en todo un 100%, estoy esperando a que el Sr: Facebook pase de moda, sobre todos para los adultos, que vuelvan a mirarse a los ojos, para decir cosas y no sean más meros caracteres o carteles realizados con los mismos. Los jóvenes utilizan lo visual, su atención es de segundos, pero les gusta el contacto con sus pares, difieren los usos y/o costumbres al de los adultos, de como se les ha enseñado a usar estas herramientas y en sus cuidados al usarlas. Tengo fe hasta en la vuelta a la letra cursiva.
ResponderEliminarGracias! Silvia
¡Muy interesante!
ResponderEliminarNo todo cambia... estoy de acuerdo, pero es real que si no nos subimos al colectivo de lo virtual, quedamos en la vereda esperando infinitamente que pase el bondi que nos deja en el destino al que nos dirigimos.
Saludos