Hubo un error humano. Fuimos soberbios y necios. Hemos tomado decisiones irresponsables. Lo hemos hecho mal. Debemos aceptar con humildad que no sabemos nada. El futuro debe ser distinto. Frases fuertes y dolorosas que sintetizan conclusiones de la experiencia COVID-19 al día de hoy. Intentaré explicar por qué y finalizar con una propuesta.
1. No fue un hecho imprevisible. Sabíamos que esta pandemia podía ocurrir y no hicimos lo que debíamos hacer. Esto configura negligencia. Hubo un error humano: fuimos necios y no quisimos escuchar. La soberbia nos lo impidió. Hace exactamente cinco años atrás dos personas muy conocidas en todo el mundo, y quizás de las más influyentes del planeta, advirtieron públicamente a la humanidad que un virus era la gran amenaza próxima y pidieron que invirtiéramos para evitar los daños que dicha epidemia pudiere ocasionar. Esta advertencia fue hecha nada menos que por el ex-Presidente de los Estados Unidos Barack Obama en una declaración pública efectuada el 2 de Diciembre de 2014 y por Bill Gates en una conferencia muy vista de la serie TED de Abril de 2015. La advertencia no la hicieron personas ignotas. La hizo una de las mentes más brillantes e influyentes de la humanidad, el fundador de Microsoft y el Presidente de la principal super potencia en los cinco continentes. Sin embargo, no los escuchamos. O al menos no hicimos lo que ellos pidieron. Cuando buscamos esta profecía de Obama o de Gates en Google es muy fácil ubicarlas. EEUU discutía su sistema de salud y el mundo acababa de vivir un brote global de ébola. En el caso del Presidente Obama su mensaje fue muy claro. El dijo que debíamos estar preparados pues era muy factible que en "cinco años" (predijo exactamente el plazo) o en "una década", llegara una "enfermedad mortal que se transmitiera por el aire" y que así como sucedió con "la gripe española podía darse una nueva gripe que se propagara por este "mundo globalizado". Bill Gates, por su lado, advirtió, hace exactamente cinco años atrás, que la comunidad científica "no estaba lista para la próxima epidemia" y anunció que el siguiente brote sería "mil veces peor". Dijo Gates textualmente: "Cuando era niño, el desastre que más nos preocupaba era una guerra nuclear. Por eso teníamos un barril en nuestro sótano lleno de latas de comida y agua…Hoy el mayor riesgo de catástrofe global no se ve así, si algo matará a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, lo más probable es que sea un virus altamente infeccioso en lugar de una guerra. No serán misiles, serán microbios". ¿Puede haber algo más profético que estas advertencias de Gates y de Obama? Lo increíble es que esto no terminó aquí.
2. Hemos tomado decisiones irresponsables. Lo hemos hecho mal. Luego de las últimas epidemias, Ébola o SARS que causaron la muerte de muchos seres humanos y pérdidas económicas monstruosas, la humanidad estaba perfectamente al tanto de la posibilidad que se repitiese una crisis epidemiológica de características similares o superiores. Estos temas, evidentemente, no son una preocupación para la gente común. La generalidad ni se entera de estas amenazas, pero hay especialistas en cada país, en organismos multilaterales, en organizaciones mundiales que se dedican expresamente al estudio, prevención e investigación de estos supuestos. Se les paga para eso. Son seres humanos y entidades con altos presupuestos cuyo objeto exclusivo es prever estos hipotéticos acontecimientos y definir inversiones para evitarlos. Así como existen personas que se dedican a estudiar los posibles efectos extraordinarios del clima o de los fenómenos de la naturaleza (huracanes, tsunamis, terremotos), existen organismos que estudian el posible impacto de una epidemia, así como existen otros que observan el espacio analizando la posibilidad que un meteorito impacte con el planeta. Pues bien, estas personas, el cúmulo de personas y autoridades que debieron prevenir, invertir lo necesario y actuar para estar mejor preparados por algo eventual, no hicieron lo suficiente. Lo que es más grave es que se les advirtió, casi con un lujo de detalles, que esto podía suceder. Si partimos de la base que hubo quienes lo advirtieron públicamente seguramente hubo otros técnicos o especialistas que lo advirtieron en privado. De hecho, hubo noticias de un científico chino que lo predijo y que murió pocas semanas después de desatado el virus. Lo cierto es que cuando, Barack Obama y Bill Gates profetizaron que deberíamos prepararnos para una epidemia, fueron muy detallista en la advertencia y en la descripción de lo que debía hacerse para evitar daños inconmensurables. Veamos qué dijeron exactamente. Dijo Gates: “Hemos invertido una gran cantidad en elementos disuasorios nucleares, pero en realidad hemos invertido muy poco en un sistema para detener una epidemia”. Y fue muy claro al advertir: “No estamos listos para la próxima epidemia. Miremos el ébola, … el problema no era que hubiera un sistema que no funcionara lo suficientemente bien, el problema era que no creamos un sistema en absoluto. De hecho, hay algunas piezas clave obvias que faltan”. Con increíble claridad Bill Gates nos dijo en el año 2015 que cosas hicimos mal en la anterior pandemia y que debíamos corregir: “No teníamos un equipo médico listo, no teníamos una forma de preparar a las personas…, fuimos mucho más lentos de lo que deberíamos llevando a miles de trabajadores a estos países, y una gran epidemia requeriría que tengamos cientos de miles de trabajadores…Podríamos haber tomado la sangre de los supervivientes, procesarla y volver a poner ese plasma en personas para protegerlos, pero eso nunca se intentó. Y agregó enfáticamente: “La falta de preparación podría permitir que la próxima epidemia sea dramáticamente más devastadora que el ébola. La próxima vez, puede que no tengamos tanta suerte…”. Lo increíble es que Gates fue aún más lejos en su profecía y previó detalles exactos de lo que en el 2020 sucedió con el COVID-19. Algo similar hizo Obama. El advirtió que era necesario invertir y dijo "Esto no es un seguro. Es una inversión para algo que sabemos que sucederá". ¿Puede ser que los especialistas de las crisis sanitarias internacionales no hayan tomado nota de la advertencia de personas como Bill Gates y Barack Obama? Tengamos en cuenta que Gates agregó: “… puede ser un virus en el que las personas se sienten lo suficientemente bien mientras están infectadas como para subirse a un avión o ir a un mercado. De hecho, veamos un modelo de un virus que se propagó por el aire, como la gripe española en 1918. Esto es lo que sucedería, se extendería por todo el mundo muy, muy rápidamente y se podría ver morir a más de 30 millones de personas por esa epidemia. Así que este es un problema grave, deberíamos preocuparnos mucho". Está absolutamente claro, entonces, que los sistemas tuvieron una alarma y la desestimaron. Hubo técnicos de alto nivel profesional y especialistas que rechazaron la advertencia aludida. Y esto puede suceder si vos que estás leyendo estos párrafos lo hubieses escuchado, pero no si un técnico mundial en epidemias de primer nivel escucha a Bill Gates o a Obama hablar de este modo. Tengamos en cuenta que Gates propuso una solución: "La fuente del virus podría ser una epidemia natural …hay cosas que literalmente empeorarían la situación mil veces. Sin embargo, podemos construir un sistema de respuesta realmente bueno. Tenemos los beneficios de toda la ciencia y la tecnología de la que hablamos. Tenemos teléfonos para obtener información y transmitirla, tenemos mapas satelitales donde podemos ver dónde están las personas y hacia dónde se mueven, tenemos avances en biología que deberían cambiar drásticamente el tiempo de respuesta para observar un patógeno y poder fabricar medicamentos y vacunas que se ajusten a ese patógeno. Podemos tener las herramientas, pero esas herramientas necesitan ser puestas en un sistema global de salud global". Bill Gates repitió estas advertencias. El dijo en Vancouver 2015 que cualquier inversión que se pudiera hacer para prevenir esta epidemia era modesta en comparación con los perjuicios de un virus sin control pero lo impresionante es que en el mismo mes, en una entrevista a la revista americana “Vox” fue más claro aún y le puso números a lo que podía ser el desastre en vidas de una epidemia (mencionó más de 700.000 muertos en 100 días producto de los viajes en avión de los infectados y calculó más de 10 millones de muertos en un año) y citó cifras multi billonarias en perdidas para el sistema económico mundial. Y sobre esto me quiero detener porque aquí los seres humanos hemos cometido un error de características de genocidio. No hemos invertido lo suficiente en la investigación y protección de la salud porque hemos decidido invertir en bienes superfluos. Esta fue una decisión adoptada adrede. Decidimos ex profeso degradar la salud de las personas a un segundo lugar, y en cambio, decidimos hacer inversiones varias veces superiores en armamentos o en temas que no eran prioritarios como si lo era la protección de la salud de la humanidad. De nuevo fue Gates quien lo denunció. El hizo una comparación con la inversión en armamentos y dijo que la inversión en prepararnos para combatir una epidemia tan letal y agresiva, como el virus que hoy llamamos COVID-19, nos demandaría más de mil millones de dólares por año, una cifra ridículamente menor que lo que se invierte en armas y equipos de las fuerzas armadas. Obama también mencionó la necesidad de invertir para estar preparados. Y lo dijo con absoluta claridad, pero no lo hicimos.
3. Debemos aceptar con humildad que no sabemos nada. El futuro debe ser distinto. Nos creímos “Homo Deus” (así denominó el historiador Noah Harari al hombre contemporáneo, capaz de crear a través de la bio tecnología una nueva criatura artificial que le daba las características de “hombre-Dios”) y la realidad es que un virus que no sabemos controlar y que amenaza a toda la humanidad nos coloca en la categoría de “Homos Non Sapiens”, “hombre que no sabe”. La verdad es que no sabemos ni los orígenes exactos del virus, ni el desarrollo, ni si la recuperación produce sujetos inmunes, ni si es conveniente o no usar barbijos y lo que es peor, no sabemos qué hacer con los contagiados, con aquellos que se agravan ni cuándo llegará la vacuna, si es que llega. Al principio se dijo que la enfermedad surgió por una sopa de murciélagos. Luego se desmintió y se dijo que estos lo habían transmitido a otro animal y de este al ser humano. Luego se dijo que se podría haber propagado por un infectado en el laboratorio de la ciudad de Wuhan que trabajaba con células contagiadas. Los países de Europa, líderes del desarrollo occidental, fueron también una muestra de ignorancia al rechazar la gravedad de la propagación. Actuaron como “Homo Non Sapiens”. Esto se repitió en las principales potencias de occidente. El actual presidente de la primer super potencia del mundo, Donald Trump (sucesor de quien lo predijo), mostró su ignorancia y la de muchos de sus consultores al rechazar la gravedad de la epidemia y negar sus consecuencias. Lo mismo le pasó a Boris Johnson que luego contrajo la enfermedad y algo parecido le pasó al presidente de Brasil Jair Bolsonaro. Estos son ejemplos importantes de la ignorancia humana. Detrás de estos personajes está el pueblo americano, inglés y brasileño que hoy registran el triste récord mundial de muertes e infectados en cifras mayúsculas que duelen y sorprenden. No son personas comunes, Se trata de los principales líderes de potencias internacionales que han demostrado que no sabían. Son ejemplares del Homo Non Sapiens del Siglo XXI. Ellos se negaron a admitirlo, aun hoy no lo admiten y la verdad más despiadada es que no sabemos nada. Vamos a palos de ciego recorriendo un camino peligroso y, reconozcámoslo, desconocido. Todavía la humanidad no lo ha asumido con honestidad intelectual. Si al menos regresáramos a la sabiduría y humildad de aquella frase de Sócrates: “Sólo sé que no sé nada” daríamos vida a la paradoja de reconocer que sabemos muy poco. Pues esto es lo que hoy sucede. No sabemos y tenemos una oportunidad: empezar de nuevo. Aceptemos que no sabemos, que hemos sido necios y soberbios. Que nos equivocamos. Que no escuchamos las advertencias y que tomamos malas decisiones. Este es el primer paso para vencer a la pandemia. Ser humildes y comenzar con una declaración que puede servir de plataforma de cambio para la humanidad: somos Homos non sapiens y no somos Homo Deus. Bajemos varios escalones que subió nuestra soberbia y comencemos a coordinar esfuerzos compartiendo información y datos que nos permitan algo de luz en esta tétrica oscuridad en la cual nos encontramos. Nietzsche decía que “a veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas”. Pues a esta altura ya lo están. Es hora de reconstruirlas sin altanería. Sepamos que en todo esto aplica la teoría de la complejidad o las “Ciencias de la complejidad” según se conoce en doctrina. Será difícil. Esta es la primera premisa que debemos aceptar. Pero mucho más difícil será si no reconocemos nuestros errores. “Hubo un error humano. Fuimos soberbios y necios. Hemos tomado decisiones irresponsables. Lo hemos hecho mal. Debemos aceptar con humildad que no sabemos nada. El futuro debe ser distinto”. Con estas frases comenzamos esta nota y con ella terminamos. “Solo sé que no sé nada”. Lo dijo Sócrates 2500 años atrás. Aceptémoslo, hemos sido necios y bastante tontos. Claro, somos Homo non sapiens.
1. No fue un hecho imprevisible. Sabíamos que esta pandemia podía ocurrir y no hicimos lo que debíamos hacer. Esto configura negligencia. Hubo un error humano: fuimos necios y no quisimos escuchar. La soberbia nos lo impidió. Hace exactamente cinco años atrás dos personas muy conocidas en todo el mundo, y quizás de las más influyentes del planeta, advirtieron públicamente a la humanidad que un virus era la gran amenaza próxima y pidieron que invirtiéramos para evitar los daños que dicha epidemia pudiere ocasionar. Esta advertencia fue hecha nada menos que por el ex-Presidente de los Estados Unidos Barack Obama en una declaración pública efectuada el 2 de Diciembre de 2014 y por Bill Gates en una conferencia muy vista de la serie TED de Abril de 2015. La advertencia no la hicieron personas ignotas. La hizo una de las mentes más brillantes e influyentes de la humanidad, el fundador de Microsoft y el Presidente de la principal super potencia en los cinco continentes. Sin embargo, no los escuchamos. O al menos no hicimos lo que ellos pidieron. Cuando buscamos esta profecía de Obama o de Gates en Google es muy fácil ubicarlas. EEUU discutía su sistema de salud y el mundo acababa de vivir un brote global de ébola. En el caso del Presidente Obama su mensaje fue muy claro. El dijo que debíamos estar preparados pues era muy factible que en "cinco años" (predijo exactamente el plazo) o en "una década", llegara una "enfermedad mortal que se transmitiera por el aire" y que así como sucedió con "la gripe española podía darse una nueva gripe que se propagara por este "mundo globalizado". Bill Gates, por su lado, advirtió, hace exactamente cinco años atrás, que la comunidad científica "no estaba lista para la próxima epidemia" y anunció que el siguiente brote sería "mil veces peor". Dijo Gates textualmente: "Cuando era niño, el desastre que más nos preocupaba era una guerra nuclear. Por eso teníamos un barril en nuestro sótano lleno de latas de comida y agua…Hoy el mayor riesgo de catástrofe global no se ve así, si algo matará a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, lo más probable es que sea un virus altamente infeccioso en lugar de una guerra. No serán misiles, serán microbios". ¿Puede haber algo más profético que estas advertencias de Gates y de Obama? Lo increíble es que esto no terminó aquí.
2. Hemos tomado decisiones irresponsables. Lo hemos hecho mal. Luego de las últimas epidemias, Ébola o SARS que causaron la muerte de muchos seres humanos y pérdidas económicas monstruosas, la humanidad estaba perfectamente al tanto de la posibilidad que se repitiese una crisis epidemiológica de características similares o superiores. Estos temas, evidentemente, no son una preocupación para la gente común. La generalidad ni se entera de estas amenazas, pero hay especialistas en cada país, en organismos multilaterales, en organizaciones mundiales que se dedican expresamente al estudio, prevención e investigación de estos supuestos. Se les paga para eso. Son seres humanos y entidades con altos presupuestos cuyo objeto exclusivo es prever estos hipotéticos acontecimientos y definir inversiones para evitarlos. Así como existen personas que se dedican a estudiar los posibles efectos extraordinarios del clima o de los fenómenos de la naturaleza (huracanes, tsunamis, terremotos), existen organismos que estudian el posible impacto de una epidemia, así como existen otros que observan el espacio analizando la posibilidad que un meteorito impacte con el planeta. Pues bien, estas personas, el cúmulo de personas y autoridades que debieron prevenir, invertir lo necesario y actuar para estar mejor preparados por algo eventual, no hicieron lo suficiente. Lo que es más grave es que se les advirtió, casi con un lujo de detalles, que esto podía suceder. Si partimos de la base que hubo quienes lo advirtieron públicamente seguramente hubo otros técnicos o especialistas que lo advirtieron en privado. De hecho, hubo noticias de un científico chino que lo predijo y que murió pocas semanas después de desatado el virus. Lo cierto es que cuando, Barack Obama y Bill Gates profetizaron que deberíamos prepararnos para una epidemia, fueron muy detallista en la advertencia y en la descripción de lo que debía hacerse para evitar daños inconmensurables. Veamos qué dijeron exactamente. Dijo Gates: “Hemos invertido una gran cantidad en elementos disuasorios nucleares, pero en realidad hemos invertido muy poco en un sistema para detener una epidemia”. Y fue muy claro al advertir: “No estamos listos para la próxima epidemia. Miremos el ébola, … el problema no era que hubiera un sistema que no funcionara lo suficientemente bien, el problema era que no creamos un sistema en absoluto. De hecho, hay algunas piezas clave obvias que faltan”. Con increíble claridad Bill Gates nos dijo en el año 2015 que cosas hicimos mal en la anterior pandemia y que debíamos corregir: “No teníamos un equipo médico listo, no teníamos una forma de preparar a las personas…, fuimos mucho más lentos de lo que deberíamos llevando a miles de trabajadores a estos países, y una gran epidemia requeriría que tengamos cientos de miles de trabajadores…Podríamos haber tomado la sangre de los supervivientes, procesarla y volver a poner ese plasma en personas para protegerlos, pero eso nunca se intentó. Y agregó enfáticamente: “La falta de preparación podría permitir que la próxima epidemia sea dramáticamente más devastadora que el ébola. La próxima vez, puede que no tengamos tanta suerte…”. Lo increíble es que Gates fue aún más lejos en su profecía y previó detalles exactos de lo que en el 2020 sucedió con el COVID-19. Algo similar hizo Obama. El advirtió que era necesario invertir y dijo "Esto no es un seguro. Es una inversión para algo que sabemos que sucederá". ¿Puede ser que los especialistas de las crisis sanitarias internacionales no hayan tomado nota de la advertencia de personas como Bill Gates y Barack Obama? Tengamos en cuenta que Gates agregó: “… puede ser un virus en el que las personas se sienten lo suficientemente bien mientras están infectadas como para subirse a un avión o ir a un mercado. De hecho, veamos un modelo de un virus que se propagó por el aire, como la gripe española en 1918. Esto es lo que sucedería, se extendería por todo el mundo muy, muy rápidamente y se podría ver morir a más de 30 millones de personas por esa epidemia. Así que este es un problema grave, deberíamos preocuparnos mucho". Está absolutamente claro, entonces, que los sistemas tuvieron una alarma y la desestimaron. Hubo técnicos de alto nivel profesional y especialistas que rechazaron la advertencia aludida. Y esto puede suceder si vos que estás leyendo estos párrafos lo hubieses escuchado, pero no si un técnico mundial en epidemias de primer nivel escucha a Bill Gates o a Obama hablar de este modo. Tengamos en cuenta que Gates propuso una solución: "La fuente del virus podría ser una epidemia natural …hay cosas que literalmente empeorarían la situación mil veces. Sin embargo, podemos construir un sistema de respuesta realmente bueno. Tenemos los beneficios de toda la ciencia y la tecnología de la que hablamos. Tenemos teléfonos para obtener información y transmitirla, tenemos mapas satelitales donde podemos ver dónde están las personas y hacia dónde se mueven, tenemos avances en biología que deberían cambiar drásticamente el tiempo de respuesta para observar un patógeno y poder fabricar medicamentos y vacunas que se ajusten a ese patógeno. Podemos tener las herramientas, pero esas herramientas necesitan ser puestas en un sistema global de salud global". Bill Gates repitió estas advertencias. El dijo en Vancouver 2015 que cualquier inversión que se pudiera hacer para prevenir esta epidemia era modesta en comparación con los perjuicios de un virus sin control pero lo impresionante es que en el mismo mes, en una entrevista a la revista americana “Vox” fue más claro aún y le puso números a lo que podía ser el desastre en vidas de una epidemia (mencionó más de 700.000 muertos en 100 días producto de los viajes en avión de los infectados y calculó más de 10 millones de muertos en un año) y citó cifras multi billonarias en perdidas para el sistema económico mundial. Y sobre esto me quiero detener porque aquí los seres humanos hemos cometido un error de características de genocidio. No hemos invertido lo suficiente en la investigación y protección de la salud porque hemos decidido invertir en bienes superfluos. Esta fue una decisión adoptada adrede. Decidimos ex profeso degradar la salud de las personas a un segundo lugar, y en cambio, decidimos hacer inversiones varias veces superiores en armamentos o en temas que no eran prioritarios como si lo era la protección de la salud de la humanidad. De nuevo fue Gates quien lo denunció. El hizo una comparación con la inversión en armamentos y dijo que la inversión en prepararnos para combatir una epidemia tan letal y agresiva, como el virus que hoy llamamos COVID-19, nos demandaría más de mil millones de dólares por año, una cifra ridículamente menor que lo que se invierte en armas y equipos de las fuerzas armadas. Obama también mencionó la necesidad de invertir para estar preparados. Y lo dijo con absoluta claridad, pero no lo hicimos.
3. Debemos aceptar con humildad que no sabemos nada. El futuro debe ser distinto. Nos creímos “Homo Deus” (así denominó el historiador Noah Harari al hombre contemporáneo, capaz de crear a través de la bio tecnología una nueva criatura artificial que le daba las características de “hombre-Dios”) y la realidad es que un virus que no sabemos controlar y que amenaza a toda la humanidad nos coloca en la categoría de “Homos Non Sapiens”, “hombre que no sabe”. La verdad es que no sabemos ni los orígenes exactos del virus, ni el desarrollo, ni si la recuperación produce sujetos inmunes, ni si es conveniente o no usar barbijos y lo que es peor, no sabemos qué hacer con los contagiados, con aquellos que se agravan ni cuándo llegará la vacuna, si es que llega. Al principio se dijo que la enfermedad surgió por una sopa de murciélagos. Luego se desmintió y se dijo que estos lo habían transmitido a otro animal y de este al ser humano. Luego se dijo que se podría haber propagado por un infectado en el laboratorio de la ciudad de Wuhan que trabajaba con células contagiadas. Los países de Europa, líderes del desarrollo occidental, fueron también una muestra de ignorancia al rechazar la gravedad de la propagación. Actuaron como “Homo Non Sapiens”. Esto se repitió en las principales potencias de occidente. El actual presidente de la primer super potencia del mundo, Donald Trump (sucesor de quien lo predijo), mostró su ignorancia y la de muchos de sus consultores al rechazar la gravedad de la epidemia y negar sus consecuencias. Lo mismo le pasó a Boris Johnson que luego contrajo la enfermedad y algo parecido le pasó al presidente de Brasil Jair Bolsonaro. Estos son ejemplos importantes de la ignorancia humana. Detrás de estos personajes está el pueblo americano, inglés y brasileño que hoy registran el triste récord mundial de muertes e infectados en cifras mayúsculas que duelen y sorprenden. No son personas comunes, Se trata de los principales líderes de potencias internacionales que han demostrado que no sabían. Son ejemplares del Homo Non Sapiens del Siglo XXI. Ellos se negaron a admitirlo, aun hoy no lo admiten y la verdad más despiadada es que no sabemos nada. Vamos a palos de ciego recorriendo un camino peligroso y, reconozcámoslo, desconocido. Todavía la humanidad no lo ha asumido con honestidad intelectual. Si al menos regresáramos a la sabiduría y humildad de aquella frase de Sócrates: “Sólo sé que no sé nada” daríamos vida a la paradoja de reconocer que sabemos muy poco. Pues esto es lo que hoy sucede. No sabemos y tenemos una oportunidad: empezar de nuevo. Aceptemos que no sabemos, que hemos sido necios y soberbios. Que nos equivocamos. Que no escuchamos las advertencias y que tomamos malas decisiones. Este es el primer paso para vencer a la pandemia. Ser humildes y comenzar con una declaración que puede servir de plataforma de cambio para la humanidad: somos Homos non sapiens y no somos Homo Deus. Bajemos varios escalones que subió nuestra soberbia y comencemos a coordinar esfuerzos compartiendo información y datos que nos permitan algo de luz en esta tétrica oscuridad en la cual nos encontramos. Nietzsche decía que “a veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas”. Pues a esta altura ya lo están. Es hora de reconstruirlas sin altanería. Sepamos que en todo esto aplica la teoría de la complejidad o las “Ciencias de la complejidad” según se conoce en doctrina. Será difícil. Esta es la primera premisa que debemos aceptar. Pero mucho más difícil será si no reconocemos nuestros errores. “Hubo un error humano. Fuimos soberbios y necios. Hemos tomado decisiones irresponsables. Lo hemos hecho mal. Debemos aceptar con humildad que no sabemos nada. El futuro debe ser distinto”. Con estas frases comenzamos esta nota y con ella terminamos. “Solo sé que no sé nada”. Lo dijo Sócrates 2500 años atrás. Aceptémoslo, hemos sido necios y bastante tontos. Claro, somos Homo non sapiens.
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