Más alla de lo que interpretan y creen las religiones, hay una realidad fáctica: luego del fallecimiento de un ser humano en esta tierra queda su cuerpo (y, en su caso, las cenizas), quedan sus pertencias (igual que lo anterior, no en todos los casos), quedan también sus familiares y amigos -nuevamente, en su caso- y en términos generales y amplios, para abarcarlo todo, quedan si los recuerdos de hechos e influencias de quien partió. Estas cosas quedan, no se van, puede decirse que no mueren, que sobre-viven. Y decir que continúan es decir que hay algo que, aun muerto un ser humano, permanece, trasciende, y que hasta se transforma y evoluciona. Me refiero especialmente a las influencias del que partió, a los efectos que él o ella causaron en las personas que conoció (y a veces también en las que no conoció). Si esto es asi, la muerte no es el fin de todo. Es sólo el fín de una etapa igual que el día de ayer que murió, o que nuestra infancia que se fue, pero que sin embargo hay algo en nuestro día de hoy que no sería igual si no fuere por lo que sucedió ayer, por lo que sucedió cuando éramos pequeños o por aquello que está hoy en nuestro carácter, en nuestra personalidad y que heredamos de alquien que ya pasó, que ya murió pero que aún vive en nosotros.
Pensémoslo y analícemoslo despacio. Puede haber sido un Profesor que nos marcó, un Abuelo, un amigo, nuestros padres, un conocido, un célebre escritor o filósofo o hasta el vecino o la vecinita de enfrente que ya no está. Lo que "está presente" de cada uno de ellos vivo en mi, son sus efectos, es decir su influencia. Es ella la que se filtró por mi cerebro, ingresó a mi mente, se mezcló con mis argumentos y razonamientos que he ido construyendo con los años y sigue con vida. Lo extraordinario es que justamente el hecho que esa influencia sigue con vida le permite evolucionar y transformarse en un pensamiento absolutamente vivo y quizás hasta distinto de aquel que defendía quien hoy no está con nosotros pero que jamas hubiese sido el mismo de no haber mediado su influencia.
No importa su dimensión. Será que no mueren los gestos, la sonrisa, las frases de un padre que le deja a un hijo, serán los recuerdos que conforman una manera de actuar, y hasta será algo que se olvida y que sólo dura por un tiempo (no importa cuanto) pero esto ya es algo que sobrevivió a la muerte del causante. Este es un eslabón que viene de la muerte y se conjuga con la vida. Nace asi una larga cadena de hechos, de conductas, de influencias que vencen a la muerte física de quien ya no está. No sabemos donde termina y si termina. Quizás esta sea la mejor duda de la muerte: ¿Cuándo terminan y hasta donde llegan las influencias de quien ya murió? ¿Terminarán en algún momento? ¿Cuánta inlfuencia hay hoy, año 2011, que sobrevivió a los grandes pensadores, a los grandes artistas, a los grandes predicadores, a los grandes deportistas? ¿Cuánto hay hoy de vivo de las ideas de Sócrates, de Plátón, de Aristóteles o de la música de John Lenon? ¿Cuanto de su influencia sigue generando cosas nuevas? Y pensemos algo más, ¿cuántas cosas hay en nosotros, vivas y coleando, que son producto de gente que murió hace mucho tiempo? Se puede decir entonces que esa gente murió integralmente? Obviamente me responderás que es indudable que Sócrates y Platón murieron, pero mi pregunta apunta a saber si hay algo vivo todavía de sus vidas. Y la verdad es que debo responder que si, que efectivamente. Que su influencia persiste. Y asi como esto es muy claro en los grandes pensadores, o en los grandes y célebres escritores, actores y personalidades de la historia, ¿porqué no debiera ser igual en nuestros ancestros, o en el bisabuelo del quisquero de la esquina? ¿Porqué no?. Si antes concluímos en que TODO ser humano al morir deja influencias, parecería que también debieramos concluir que nadie muere del todo. Es que lo que sobrevive muchas veces permanece con identidad oculta, sin ser descubierta. ¿Qué se yo o qué sabes vos que lees esta reflexión si la manera de caminar o la manera de patear una pelota o la intuición al amar, o tu manera de besar no obedezcan a algún pariente muy lejano, a algún amante de nuestros seres queridos? Puede que no reconozcamos el origen de la influencia pero eso no desvirtúa el argumento. Puede que todos se hayan olvidado su nombre, que nadie ubique el origen de tal o cual conducta pero también puede ser que aun así algo de esas influyentes personas, muertas hace mucho tiempo atrás, continúe con vida haciendo de las suyas. Creo, en definitiva, que mucho queda al morir, que hay influencias, impactos, enseñanzas, argumentos, lecciones, consejos, conductas, ejemplos que no mueren, que le gana la partida al final físico del ser humano porque se quedan, porque trascienden. Y porque además demuestran que la pena y el dolor que sentimos cuando un ser que amamos se va no puede compararse con la pena y el dolor que hubiese significado que ese ser no hubiese existido y que por tanto no hubiese generado estas influencias que continuarán sonriendole a la vida y celebrándola dentro de mi. Porque eso no muere, porque eso continúa con vida, porque eso, deliciosa y triunfalmente es eso, lo que queda al morir.
Pensémoslo y analícemoslo despacio. Puede haber sido un Profesor que nos marcó, un Abuelo, un amigo, nuestros padres, un conocido, un célebre escritor o filósofo o hasta el vecino o la vecinita de enfrente que ya no está. Lo que "está presente" de cada uno de ellos vivo en mi, son sus efectos, es decir su influencia. Es ella la que se filtró por mi cerebro, ingresó a mi mente, se mezcló con mis argumentos y razonamientos que he ido construyendo con los años y sigue con vida. Lo extraordinario es que justamente el hecho que esa influencia sigue con vida le permite evolucionar y transformarse en un pensamiento absolutamente vivo y quizás hasta distinto de aquel que defendía quien hoy no está con nosotros pero que jamas hubiese sido el mismo de no haber mediado su influencia.
No importa su dimensión. Será que no mueren los gestos, la sonrisa, las frases de un padre que le deja a un hijo, serán los recuerdos que conforman una manera de actuar, y hasta será algo que se olvida y que sólo dura por un tiempo (no importa cuanto) pero esto ya es algo que sobrevivió a la muerte del causante. Este es un eslabón que viene de la muerte y se conjuga con la vida. Nace asi una larga cadena de hechos, de conductas, de influencias que vencen a la muerte física de quien ya no está. No sabemos donde termina y si termina. Quizás esta sea la mejor duda de la muerte: ¿Cuándo terminan y hasta donde llegan las influencias de quien ya murió? ¿Terminarán en algún momento? ¿Cuánta inlfuencia hay hoy, año 2011, que sobrevivió a los grandes pensadores, a los grandes artistas, a los grandes predicadores, a los grandes deportistas? ¿Cuánto hay hoy de vivo de las ideas de Sócrates, de Plátón, de Aristóteles o de la música de John Lenon? ¿Cuanto de su influencia sigue generando cosas nuevas? Y pensemos algo más, ¿cuántas cosas hay en nosotros, vivas y coleando, que son producto de gente que murió hace mucho tiempo? Se puede decir entonces que esa gente murió integralmente? Obviamente me responderás que es indudable que Sócrates y Platón murieron, pero mi pregunta apunta a saber si hay algo vivo todavía de sus vidas. Y la verdad es que debo responder que si, que efectivamente. Que su influencia persiste. Y asi como esto es muy claro en los grandes pensadores, o en los grandes y célebres escritores, actores y personalidades de la historia, ¿porqué no debiera ser igual en nuestros ancestros, o en el bisabuelo del quisquero de la esquina? ¿Porqué no?. Si antes concluímos en que TODO ser humano al morir deja influencias, parecería que también debieramos concluir que nadie muere del todo. Es que lo que sobrevive muchas veces permanece con identidad oculta, sin ser descubierta. ¿Qué se yo o qué sabes vos que lees esta reflexión si la manera de caminar o la manera de patear una pelota o la intuición al amar, o tu manera de besar no obedezcan a algún pariente muy lejano, a algún amante de nuestros seres queridos? Puede que no reconozcamos el origen de la influencia pero eso no desvirtúa el argumento. Puede que todos se hayan olvidado su nombre, que nadie ubique el origen de tal o cual conducta pero también puede ser que aun así algo de esas influyentes personas, muertas hace mucho tiempo atrás, continúe con vida haciendo de las suyas. Creo, en definitiva, que mucho queda al morir, que hay influencias, impactos, enseñanzas, argumentos, lecciones, consejos, conductas, ejemplos que no mueren, que le gana la partida al final físico del ser humano porque se quedan, porque trascienden. Y porque además demuestran que la pena y el dolor que sentimos cuando un ser que amamos se va no puede compararse con la pena y el dolor que hubiese significado que ese ser no hubiese existido y que por tanto no hubiese generado estas influencias que continuarán sonriendole a la vida y celebrándola dentro de mi. Porque eso no muere, porque eso continúa con vida, porque eso, deliciosa y triunfalmente es eso, lo que queda al morir.
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