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Exclusividad en el uso



Cuando dos seres humanos formalizan una relación sentimental asumen una serie de obligaciones que no están claramente definidas ni para una parte ni para la otra. Y lo que es más grave aún, los derechos consecuentes son implícitos: no se habla de ellos ni se los define tal como son. Se los disfraza con palabras de un talle mayor que no se ajustan a una realidad escondida detrás de un ropaje protocolar y pomposo, que ridiculiza su imagen real. Así se logra tapar el sentido vital comprometido y comienzan los problemas que las palabras pretendieron ocultar. Vamos a ver.

Ya sea en relaciones de pareja informales como formales existe el deber de fidelidad. Y ese deber nos conduce a la obligación del débito conyugal en el marco de los derechos y obligaciones matrimoniales. Pues bien, que es lo que hay detrás de estas palabras "fidelidad", "débito"? La verdad cruda que se encuentra debajo de esta investidura no es otra que, aunque sea voluntaria o involuntariamente aceptada, nace una coerción a la libertad de cada ser humano que conforma una pareja. Se establece un límite, una frontera y una exclusividad sobre el uso de un órgano ajeno. Su resultado es claro: se le prohíbe a la pareja el uso a su antojo de su cuerpo. Se reglamenta y regula, sin describir pero estableciendo, una suerte de manual de instrucciones de sus órganos sexuales. Punto primero de este manual: "usted, varón o mujer que ha conformado una pareja, no tiene derecho a usar su pito o su vagina con nadie mas que no sea su novio, novia, esposo, esposa o como le quieran llamar". Se establece el monopolio de uso, el derecho de exclusividad, para decirlo en castellano antiguo y aunque suene fuerte, sobre la poronga del señor y la concha de la señora. "Yo tengo ese derecho" (dice una de las partes). "Por toda la vida (para algunas creencias religiosas) el uso de tu pito (y en el caso adverso tu vulva), me pertenece. Soy la única persona en el mundo que lo puede recibir. Te está vedado otra utilización de ese miembro y mi monopolio es absoluto. Si violas esta exclusividad serás sancionado con todo rigor con las penas que corresponden a una flagrante violación a mi derecho de propiedad: el uso de tu órgano me pertenece!"

Aunque suene tragicómica la cita, la verdad es que con algunas palabras, mas o menos, esta es la realidad que surge del matrimonio (y en muchos casos también en otras uniones). La pregunta es: porque la exclusividad? Es razonable limitar y regular el uso que mi pareja quiera hacer de parte de su cuerpo? Porque téngase en claro que no es solo los órganos sexuales sino también podría decirse que se establece la exclusividad en el uso de la lengua, la boca, los pechos y hasta las manos en determinadas posiciones. En fin, hay un monopolio sobre el uso del cuerpo del otro. Subamos un escalón más en el análisis: que pasaría si una legislación estableciera que "el marido tiene el derecho exclusivo sobre los poemas que pueda escribir su mujer". Diríamos: "Como es posible?!! Se coarta su libertad de expresión. Se discrimina su creatividad! Libertad a la mujer!" Y si bien elegí el ejemplo de derechos exclusivos de un hombre hacia un derecho de la mujer podría haber sido al revés: la mujer que reserva a su propiedad la poesía de su marido. Tampoco tiene sentido. Y no es asimilable coartar el derecho al uso de un órgano a tu pareja y mantener la exclusividad sobre el cuerpo de el? Y de nuevo, animémonos a subir un escalón más: Y si detrás de ese uso en contra de ese monopolio, hay una expresión de cariño o de amor hacia otra persona? Porque no? Cual es el sentido de bloquear por un "manual de instrucciones de uso" la expresión de un sentimiento? Puede una "ley de ventaja monopolica" atribuirse el uso exclusivo y coartar la libertad de un cuerpo ajeno? Justamente esa prohibición no es la causa del deseo natural a ejercer mi derecho de propiedad sin restricciones? Al final la pregunta repercute: porqué la exclusividad?

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