La pequeña población llamada Röcken, en la Prusia de 1844 (hoy Alemania) muy cercana a Lützen, es famosa por dos circunstancias que la historia conjuga: fue campo de batalla por más de doscientos años (de la Guerra de los Treinta Años en 1600 y de las Guerras Napoleónicas en 1800) y fue el lugar de nacimiento, un 15 de Octubre del año citado, de un guerrero intelectual que batallará hasta la locura contra las ideas de su tiempo: Friederich Wilhelm Nietzsche.
Marcado por esas circunstancias misteriosas que hacen girar el péndulo de la vida de un extremo al otro, Friederich, que sentenciaría en su obra la “muerte de Dios”, nació en el seno de una familia extremadamente religiosa donde sus dos abuelos e inclusive su padre fueron pastores protestantes. Sólo para remarcar el extremo, tengamos presente que su abuelo paterno, también llamado Friederich Nietzsche, fue el responsable máximo en la región de las Iglesias reformadas y publicó un trabajo que sólo la ironía del destino permite mirar hoy con una sonrisa pícara de perspectiva por la revolución en las creencias que generó su nieto. El título fastuoso de la obra del abuelo Nietzsche fue: “Sobre la perpetua duración del cristianismo para la instrucción y sosiego en la actual agitación del mundo teológico”…
La infancia de Friederich fue tormentosa y el sufrimiento lo siguió de cerca: a los cinco años, y en menos de seis meses debió afrontar la muerte de dos de sus seres queridos más cercanos: su padre, el joven pastor de Rocken, don Carl Ludwigg Nietzsche de 35 años de edad, y su hermano menor Ludwig Joseph de dos años de edad. La abuela paterna, Erdmuthe, se convirtió virtualmente en cabeza de su familia (la madre de Friederich, Franzisca se casó a los 17 años y desde ese momento aceptó el papel dominante de su suegra) y decidió la mudanza familiar a la ciudad de Naumburg, lo que también impactó decididamente en Friederich que a los 7 años se vió sin padre, sin su hermano y sin su casa y sus costumbres de campo para encontrarse, de buenas a primeras, en la escuela municipal de esta ciudad, con nuevos compañeros con quienes no quería relacionarse y donde la busqueda constante de la soledad y el contacto con la naturaleza conseguían sosegar. Fue así que el pequeño Friederich encontró alternativas en la música (fue un virtuoso y apasionado de esta disciplina), en la literatura (la redacción de sus ensayos y libros demuestra toques de exquisita pluma) y en la amistad reducida pero leal (que basó esencialmente en compartir intelectos). Su madre, asombrada por su talentos se inclinó por su afición por la música y le compró un piano que sirvió a Friederich para hacer crecer su pasión y su capacidad. Con sus amigos, y con las familias de ellos, Firederich creció culturalmente: conoció las obras de Schumann, Mendelssohn, Bach, Mozart, Beethoven y leyó todo lo que encontraba a su paso enamorándose de Goethe y especialmente de los clásicos griegos, a quienes estudió, interpretó y dominó como sólo una mente extraordinaria como la de él puede hacerlo. Con esfuerzo y mucha dedicación (Friederich quería estudiar en los más altos niveles a su alcance porque le aburría aquello que no fuera al corazón de sus materias predilectas) llegó a conseguir una vacante en la escuela de elite de Schulpforta donde comenzó su vocación con la filología (la ciencia que estudia el origen del lenguaje) lo que le llevó a continuar con la lectura de todo tipo de libros y a comenzar con sus escritos en la asociación “Germania” (que creó con una par de íntimos amigos de colegio). Una vez recibido de bachiller, en 1864 se decide por profundizar y estudiar Filología clásica como ciencia recibiéndose en la Universidad de Leipzig. Es en esta ciudad donde se topa con libros de Schopenhauer (queda impactado especialmente por “El mundo como voluntad y representación”) quien influirá decididamente en su interés por la Filosofía y en su compromiso inquebrantable con la verdad. Es para esa época que Nietzsche rompe con la religión al darse cuenta de su incompatibilidad con la ciencia y con la razón fuera de la emoción. No fue esta una decisión que no le costara pero su mente le obligó a ese compromiso inquebrantable de dar un salto sobre su tradición familiar y luchar por la veracidad de todo lo que su genial cerebro conocía. En el año 1868 conoce a un talento sin igual en el mundo de la música: el genial Richard Wagner con quien de inmediato genera una empatía significativa. Su admiración por el músico es retribuida por el interés de Wagner, y de su joven mujer, por los escritos del joven Nietzsche. Se abre una posibilidad en la Universidad de Basilea y a los 24 años (rompiendo todos los protocolos de esos tiempos) es nombrado profesor titular de la Cátedra de Filología, circunstancia que como es lógico causa recelo en el mundo académico local atento la juventud del nuevo Profesor Nietzsche. Comienza una vida de estudios y dedicación a su cátedra así como de investigaciones filosóficas y escritura de ensayos y obras (en esa etapa surgen “El origen de la tragedia” y las primeras “Consideraciones intempestivas”). Fueron diez años como titular de su cátedra en Basilea que le llevaron mucho esfuerzo. Su estado de salud, que nunca fue bueno, comenzó a resquebrajarse, con fuertes dolores de cabeza, insomnio y convulsiones que los médicos no podían paliar. Nietzsche encuentra alguna solución a sus padecimientos físicos en determinados climas cálidos de zonas veraniegas que le permiten estar mejor. Se convierte en un peregrino, aislado en sus elucubraciones, continúa con sus obras ( en 1882 escribe La Gaya Ciencia y en 1883 “Asi habló Zaratrustra”). Para el verano de esos años conoce a Lou Salomé, una joven mujer rusa de talento especial (que la vida le llevará a estar cerca tanto de Nietzsche como de Sigmund Freud), de quien quedará profundamente enamorado y decepcionado en distintos momentos de su vida. Lou era compañera de un gran amigo de Nietzsche, Paul Ree y deciden vivir una temporada juntos en una agrupación que ellos denominaban “Trinidad” y que terminó con celos y resentimientos que dejaron solo a Firederich en 1883. En ese año comienza a publicar “Asi habló Zaratustra” para continuar en 1886 con “Mas alla del bien y del mal” y al año siguiente “La genealogía de la moral”. Sus dolencias físicas, su peregrinaje por la montaña en busqueda de lugares que apaciguaran sus tormentos, su vida a oscuras por las enormes molestias que le causaba la luz, su “filosofía del martillo” contra todo aquello que no tuviera báses solidas, hicieron de los últimos años de Friederich un calvario. En 1889, año en que nace Adolf Hitler, Nietzsche pierde el juicio, su madre cuida de él hasta que su hermana Elizabeth le traslada a Weimar (y pretende hacerse dueña de su obra, tergiversarla como antisemita y publicar obras con correcciones que el leal secretario y amigo de Friederich, Ritschlm no permite). El genial Friederich muere el 25 de Agosto de 1900, y comienza una etapa distinta en el pensamiento de todos nostros que aun conmueve con su genialidad y su fuerza. Aquí comienza lo mejor…Serán tres.
Marcado por esas circunstancias misteriosas que hacen girar el péndulo de la vida de un extremo al otro, Friederich, que sentenciaría en su obra la “muerte de Dios”, nació en el seno de una familia extremadamente religiosa donde sus dos abuelos e inclusive su padre fueron pastores protestantes. Sólo para remarcar el extremo, tengamos presente que su abuelo paterno, también llamado Friederich Nietzsche, fue el responsable máximo en la región de las Iglesias reformadas y publicó un trabajo que sólo la ironía del destino permite mirar hoy con una sonrisa pícara de perspectiva por la revolución en las creencias que generó su nieto. El título fastuoso de la obra del abuelo Nietzsche fue: “Sobre la perpetua duración del cristianismo para la instrucción y sosiego en la actual agitación del mundo teológico”…
La infancia de Friederich fue tormentosa y el sufrimiento lo siguió de cerca: a los cinco años, y en menos de seis meses debió afrontar la muerte de dos de sus seres queridos más cercanos: su padre, el joven pastor de Rocken, don Carl Ludwigg Nietzsche de 35 años de edad, y su hermano menor Ludwig Joseph de dos años de edad. La abuela paterna, Erdmuthe, se convirtió virtualmente en cabeza de su familia (la madre de Friederich, Franzisca se casó a los 17 años y desde ese momento aceptó el papel dominante de su suegra) y decidió la mudanza familiar a la ciudad de Naumburg, lo que también impactó decididamente en Friederich que a los 7 años se vió sin padre, sin su hermano y sin su casa y sus costumbres de campo para encontrarse, de buenas a primeras, en la escuela municipal de esta ciudad, con nuevos compañeros con quienes no quería relacionarse y donde la busqueda constante de la soledad y el contacto con la naturaleza conseguían sosegar. Fue así que el pequeño Friederich encontró alternativas en la música (fue un virtuoso y apasionado de esta disciplina), en la literatura (la redacción de sus ensayos y libros demuestra toques de exquisita pluma) y en la amistad reducida pero leal (que basó esencialmente en compartir intelectos). Su madre, asombrada por su talentos se inclinó por su afición por la música y le compró un piano que sirvió a Friederich para hacer crecer su pasión y su capacidad. Con sus amigos, y con las familias de ellos, Firederich creció culturalmente: conoció las obras de Schumann, Mendelssohn, Bach, Mozart, Beethoven y leyó todo lo que encontraba a su paso enamorándose de Goethe y especialmente de los clásicos griegos, a quienes estudió, interpretó y dominó como sólo una mente extraordinaria como la de él puede hacerlo. Con esfuerzo y mucha dedicación (Friederich quería estudiar en los más altos niveles a su alcance porque le aburría aquello que no fuera al corazón de sus materias predilectas) llegó a conseguir una vacante en la escuela de elite de Schulpforta donde comenzó su vocación con la filología (la ciencia que estudia el origen del lenguaje) lo que le llevó a continuar con la lectura de todo tipo de libros y a comenzar con sus escritos en la asociación “Germania” (que creó con una par de íntimos amigos de colegio). Una vez recibido de bachiller, en 1864 se decide por profundizar y estudiar Filología clásica como ciencia recibiéndose en la Universidad de Leipzig. Es en esta ciudad donde se topa con libros de Schopenhauer (queda impactado especialmente por “El mundo como voluntad y representación”) quien influirá decididamente en su interés por la Filosofía y en su compromiso inquebrantable con la verdad. Es para esa época que Nietzsche rompe con la religión al darse cuenta de su incompatibilidad con la ciencia y con la razón fuera de la emoción. No fue esta una decisión que no le costara pero su mente le obligó a ese compromiso inquebrantable de dar un salto sobre su tradición familiar y luchar por la veracidad de todo lo que su genial cerebro conocía. En el año 1868 conoce a un talento sin igual en el mundo de la música: el genial Richard Wagner con quien de inmediato genera una empatía significativa. Su admiración por el músico es retribuida por el interés de Wagner, y de su joven mujer, por los escritos del joven Nietzsche. Se abre una posibilidad en la Universidad de Basilea y a los 24 años (rompiendo todos los protocolos de esos tiempos) es nombrado profesor titular de la Cátedra de Filología, circunstancia que como es lógico causa recelo en el mundo académico local atento la juventud del nuevo Profesor Nietzsche. Comienza una vida de estudios y dedicación a su cátedra así como de investigaciones filosóficas y escritura de ensayos y obras (en esa etapa surgen “El origen de la tragedia” y las primeras “Consideraciones intempestivas”). Fueron diez años como titular de su cátedra en Basilea que le llevaron mucho esfuerzo. Su estado de salud, que nunca fue bueno, comenzó a resquebrajarse, con fuertes dolores de cabeza, insomnio y convulsiones que los médicos no podían paliar. Nietzsche encuentra alguna solución a sus padecimientos físicos en determinados climas cálidos de zonas veraniegas que le permiten estar mejor. Se convierte en un peregrino, aislado en sus elucubraciones, continúa con sus obras ( en 1882 escribe La Gaya Ciencia y en 1883 “Asi habló Zaratrustra”). Para el verano de esos años conoce a Lou Salomé, una joven mujer rusa de talento especial (que la vida le llevará a estar cerca tanto de Nietzsche como de Sigmund Freud), de quien quedará profundamente enamorado y decepcionado en distintos momentos de su vida. Lou era compañera de un gran amigo de Nietzsche, Paul Ree y deciden vivir una temporada juntos en una agrupación que ellos denominaban “Trinidad” y que terminó con celos y resentimientos que dejaron solo a Firederich en 1883. En ese año comienza a publicar “Asi habló Zaratustra” para continuar en 1886 con “Mas alla del bien y del mal” y al año siguiente “La genealogía de la moral”. Sus dolencias físicas, su peregrinaje por la montaña en busqueda de lugares que apaciguaran sus tormentos, su vida a oscuras por las enormes molestias que le causaba la luz, su “filosofía del martillo” contra todo aquello que no tuviera báses solidas, hicieron de los últimos años de Friederich un calvario. En 1889, año en que nace Adolf Hitler, Nietzsche pierde el juicio, su madre cuida de él hasta que su hermana Elizabeth le traslada a Weimar (y pretende hacerse dueña de su obra, tergiversarla como antisemita y publicar obras con correcciones que el leal secretario y amigo de Friederich, Ritschlm no permite). El genial Friederich muere el 25 de Agosto de 1900, y comienza una etapa distinta en el pensamiento de todos nostros que aun conmueve con su genialidad y su fuerza. Aquí comienza lo mejor…Serán tres.
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