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De religión y amistad en la segunda mitad. Nada menos y mucho más

Es bueno no coincidir. La diferencia mueve. Es como la ola en el mar, le da vida. Pues sin llegar a la tormenta, y confesando mi ignorancia, hay algunas conclusiones del Jung que leí (que remarco con total honestidad, son producto de una lectura de su obra absolutamente parcial) que no comparto, hay otras que me confunden, todas me enseñan y hay otras que interpreto con una audacia sin fin pero siguiendo una línea interpretativa que me da ánimo y que me permito compartir con usted. Lo comenté en la Entrada anterior. Alli va mi explicación.

Dice Jung que “el desarrollo del “si mismo” se da en la aceptación de la muerte y en el encuentro con Dios”. Algunos de sus exégetas han explicado (Anselm Grün por ejemplo) que “sólo cuando el hombre cree en la supervivencia después de la muerte, el final de la vida terrena es un objetivo razonable”. Comprendo lo que dice Jung y lo que señala este autor, pero no estoy de acuerdo. Precisamente entender la muerte es aceptar que no hay nada “super”, es decir no hay “Supermanes”. Esto no es real. Nos entretuvo, nos encantó verlo volar y rechazar con su pecho las balas pero era una caricatura. No existieron ni existen los "Clark Kent". Con esto quiero decir que aceptémoslo: no hay “supervivencia”. Por más simpático, tranquilizador y cautivante que resulte este mensaje, aceptar la muerte como final de la vida es comprender y valorar justamente la riqueza de vivir. Más alla del significado que cada uno tenga de Dios, con mayúscula, o “dios” con minúscula, creo que nadie sanamente puede discutir que el término, el significado es extremadamente real. Lo que si se discute es si es “Dios” un ser o es “dios” un concepto. Y sobre este último permítaseme señalar otro párrafo de Jung que en su obra le ha dado mucho valor a las religiones pero no como creyente sino como psicólogo! Ha dicho Jung: “De entre todos mis pacientes que habían pasado la mitad de la vida…no había ninguno en que el problema decisivo no fuera su actitud religiosa”. Remarco: "actitud religiosa" que no es lo mismo que creen en un Dios, creer en dios. Y agrega que ciertamente todo el mundo se preocupa y enferma por lo que ha perdido o por lo que puede perder “y esto es lo que las religiones vivas han dado en todos los tiempos a sus creyentes” pero concluye “nadie se cura de verdad si no logra recuperar su actitud religiosa, asunto que naturalmente no tiene nada que ver con una confesión determinada o la pertenencia a una iglesia” (el resaltado es mío). Con esto quiero señalar que mi interpretación de Jung es que él como Psiquiatra, Psicólogo y pensador sobresaliente que fue, entendió el término de “actitud religiosa” y de “dios” como un “estado”, como un elemento que “liga”, une, reune, fusiona. Es que la palabra re-ligión encuentra su origen en re ligar, re unir y para Jung el ser humano en su segunda mitad de la vida debia re unificar sus dos Yo, el que había exhibido en la primera y el que surgía de sus contradicciones y que necesitaba reconciliarse con su unidad, con su “individuación” en la última mitad de su existir. Es en ese sentido, a mi muy humilde entender, con el cual el famoso Jung llama a los hombres a descifrar quienes somos y alcanzar el “ser sí mismo”.

En apoyo de esta teoría, hay otra reflexión interesantísima de Jung. El sostiene que en el proceso de comprender quien somos, de integración del ánima y del animus, esta actitud religiosa es fundamental para lograrlo y la identifica en un momento con el rol que la comunidad (nótese por favor la raíz de la palabra “común-unidad” en este contexto) juega en cada uno de nosotros. Su explicación es que es precisamente la comunidad, -nuestro círculo, de familiares, de amigos íntimos, de no tan íntimos, de compañeros, de conocidos-, constituyen una herramienta extraordinaria para ayudarnos en este momento de la vida a unificar nuestro Yo. Es aqui donde veo yo una actitud que puede denominarse de re-ligiosa. Y agrega Jung, en esta línea: “…el que se cierra a la comunidad se separa del torrente de la vida” y quien lo hace debe entender que lo hace por falta de humildad. Es que quien es demasiado orgulloso para abrirse a su amigo íntimo se aisla y quien es lo suficientemente modesto nunca se queda solo. Y es aqui donde encuentro en Jung una confirmación de una descripción de una actividad religiosa, reitero, del “re-ligar”, de un concepto puede sorprender pero que tiene mucho de contribución a la unión, que consolida, que ata, que liga, que es el concepto de Amistad. Quien plantea sinceramente sus propios errores, sus contradicciones a sus amigos, y examina con ellos sus opiniones siendo lo suficientemente humilde como para abrirse al otro, tendrá en la amistad una ayuda sin igual para madurar, para encontrar el equilibrio, para aceptar su realidad y hacer las paces consigo mismo. Por ello es que los amigos en la segunda mitad de la vida se valoran por su apertura, por ese afecto indefinible personal, puro y desinteresado, que se solidifca con los años. Porque en la sinceridad, en la humildad y en el cariño enseñan y ayudan nada menos que a descubrir quienes somos. Nada menos y mucho más. Eso nos da la Amistad.

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