Es paradójico. Ambas son disciplinas que conducen al ser humano a mirar su interior, a intentar comprender la vida y a reglar como vivirla. Sin embargo su diferencia fundamental surge cuando les toca interpretar la muerte. Para una es el comienzo de la vida eterna, para otra es justamente el final de la vida. Me refiero a la Religión y a la Filosofía. Tanto una como otra han nacido y crecido intentando demostrar su verdad sobre la muerte. Es que sus clientes se lo demandan. La angustia del hombre lo reclama. El único ser viviente que es consciente que va a morir es el ser humano y precisamente es esta conciencia lo que le produce ansiedad, temor, depresión. Nace entonces la angustia del tiempo limitado, la incertidumbre de la fecha de caducidad, la pregunta del cuando, del como, del "¿Que pasa después?". Y haciendo un resumen muy audaz las respuestas se diferencia primero por tener dos protagonistas distintos: para las religiones la solución a esta angustia llega a través de
Reflexiona, discute, averigua, duda, escucha mucho, di lo que piensas pero piénsalo y saboréalo. Toma una café con la vida, en la mesa del fondo, sobre la ventana, con vista a la puesta de sol, donde se oye el mar y las olas mueven la mente. Invita la casa.