A veces no contestamos. No queremos dar respuesta. Nos ilusiona el silencio. Parecería que sirve para que pasemos desapercibidos. Nos escondemos bajo su manto. Miramos hacia el costado. Estamos (o nos hacemos los) distraídos. Pero hay algo en nuestro interior que no se engaña, que pide una respuesta. Quizás por cultura, por formación. Mucho por ese sentido que hemos ido construyendo con los años que se llama "responsabilidad". ¿Y que implica esto? Pues "responsabilidad" implica un deber, algo que "debemos" hacer. Y aqui comienza el análisis más interesante: ¿A quien se lo "debemos"? Parecería que a alguien externo, es decir a un tercero. Como que hay una imposición, una norma que nos viene impuesta desde fuera y es a ese tercero que está en el "exterior" a quien creemos que "debemos" algo. Y aqui hay un error relevante, del cual se derivan muchos posteriores. Veamoslo despacio. No le debemos nada a nadie. En todo caso nos debemos a nosotros mismos. Responsabilidad es un acto propio, de mi voluntad, que constituye mi respuesta. Responsabilidad es responder. La raíz compartida de ambos términos no es casualidad. Pero pensemos con algo mas de profundidad. Cuando ejerzo un acto que interpreto es responsabilidad mía ¿a que respondo? Esta es la clave de la cuestión: me respondo a mi mismo. Respondo a mis necesidades de responder que bien pueden estar originadas en otras necesidades, expresadas con claridad o no, de otro ser humano. Ser responsable es sinónimo de dar respuestas a uno mismo, lo que no implica que este sea su limite sino por el contrario, luego de responderse a uno mismo y de hacerse cargo de sus responsabilidades el ser humano tiende a dar respuestas a sus semejantes por su carácter social. Es que la disposición a responder no encuentra una frontera infranqueable. Cuando de dar respuestas se trata uno puede sentirse tan responsable de uno mismo como de aquello que le pasa al prójimo. Y cuando de otro ser humano hablamos la respuesta debe ir de la mano del respeto. Respetar significa ocuparse por el otro "tal cual es el otro" no tal cual nosotros pretenderiamos que fuere o tal como nosotros necesitamos que sea. No. El respeto es hijo de la libertad y del derecho a ser distinto, sino no es respeto, es irresponsabilidad y eso no es una respuesta.
La frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” , formulada por José Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote (1914), constituye uno de los núcleos más vitales del pensamiento filosófico en lengua española. Ya ha sido objeto de análisis en este Blog pero reflexiones posteriores me obligan a hacer esta actualización de mi cavilación. Su potencia es tal que amerita analizarse con el paso del tiempo y reside no solo en la afirmación del sujeto como ser situado —inseparable de su contexto vital—, sino en la exigencia ética contenida en esa segunda mitad: “si no la salvo a ella no me salvo yo”. La pregunta que queda pendiente a responder es: ¿Soy yo el mismo yo el que la ha "salvado" hace diez años atrás? ¿Aquella "salvación" es la misma que haría ahora? Estas inquietudes han dado origen a esta segunda profundización sobre la frase de Ortega. Lo explico a continuación. Tradicionalmente, se ha interpretado que...
Comentarios
Publicar un comentario