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Un poco de Sartre: ni obligación ni costumbre

Pretender explicar y contar el pensamiento y vida de Jean-Paul Sartre (1905/1980) en pocas líneas es una utopía mayor que la que plantearon los desafíos propios de su existencia. Pero si de existencia hablamos hablamos de Sartre. Fue quien desarrolló la teoría del "Existencialismo", fue filósofo, escritor -novelista y autor de teatro-, fue Premio Nobel de Literatura en 1964 -aunque se dio el lujo de rechazar el premio, fue miembro del Tribunal que juzgó los crímenes de los Estados Unidos en Vietnam y fue también denunciante de los abusos estalinistas en Rusia como los crímenes franceses en África. Sartre fue todo y fue nada. Fue pareja de Simone de Beauvoir construyendo una historia de amor basada en un lema distinto e innovador a su tiempo y adelantado al siguiente Siglo: a diferencia de "hasta que la muerte los separe" Sartre y Beauvoir se hicieron fuertes obligándose a "no degenerar ni en obligación ni en costumbre".

Sarte baso el "Existencialismo" en la condena del hombre a ser libre. La esencia del hombre es justamente su existencia, esta que obedece a su libertad, a sus decisiones, a su "proyecto". El hombre es pues, absolutamente responsable y hacedor de su ser, del que el crea en su mundo. La conciencia hace al "para si" y da vida a la materia. Pero Sartre identifica lo que el llama "mala conciencia" como aquella evasión o negación de responsabilidad y de libertad que esgrime el ser humano cuando dice que actuó de una u otra forma porque "no tuvo elección", "no pude hacer otra cosa". No. Sartre obliga a hacerse cargo y asi lo desarrolla en su obra "El ser y la nada".

Sabemos que Sarte fue una figura política polémica. Apoyó regímenes totalitarios, con posiciones comunistas que mas que basarse en ideas se basaron en falsos ideales. Se permitió el error y fue generoso en su incansable batallar generando conflictos intelectuales que despabilarons a una sociedad que necesitaba pensar y que siempre se basaron en una actividad cerebral y sentimental que defendió hasta morir: "ni obligación ni costumbre". Asi fue Jean Paul Sartre.

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