Ir al contenido principal

Dar sin esperar: amor que supera el narcisismo

Pareceria sencillo definir que significa la palabra "dar", pero no lo es. Y mucho más complejo es cuando pretendemos definir el término "dar" a secas, es decir, "dar sin esperar". Pensemos juntos. Lo primero que nos viene a la mente es un sinónimo: “entregar”. Dar sería entonces algo asi como entregar algo. Pero entregar es, según el diccionario "Poner en manos o en poder de otro a alguien o algo”. Y este no es el significaoo completo de "dar". Es sólo una aproximación. Hay algo más cuando damos sin esperar nada. El malentendido más común es interpretar que "dar sin esperar" es privarse de algo. Este significado parte de la base del "dar" bajo un concepto mercantilista (y materialista también) donde "dar" siempre supone recibir algo a cambio. Y si no se recibe nada a cambio o es una estafa o es una donación pero no eso no es dar. Siguiendo esta línea de pensamiento quienes la defienden sostienen que justamente cuando de donar se trata (y por tanto nada se recibe), quien da se sacrifica al hacerlo. No hay contraprestación y por lo tanto hay "perdida" aceptada. El sacrificio proviene de la generosidad del que da y de la renuncia a la propiedad privada de lo que otorga con cierto dolor (muchas veces más pequeño del que se aparenta). En este caso y bajo esta perspectiva "dar" significa “empobrecerse”. Por eso el dolor y, por carácter transitivo, ese "buen" dolor del supuestamente generoso ser humano que da se convierte en "virtud". ¿Por que? Porque significa que acepta el sacrificio de dar, sin recibir nada a cambio. Primera concepción del "dar sin esperar".

Vamos a la segunda. Es un significado diametralmente opuesto. Dar, sin pretender nada a cambio, es "enriquecerse". Bajo esta mirada "dar sin esperar nada" no implica ningún sacrificio sino justamente lo contrario: felicidad. Dar, bajo esta mirada, es más que recibir. Es la expresión más sublime de vitalidad. Dar significa ser rico. El amarrete, el avaro, el que todo lo mide y cuando da se angustia por lo que entrega es precisamente alguien pobre, un indigente psicológico. Podríamos decir que es un “pobre tipo”. No es rico el que tiene mucho sino el que da mucho de lo que tiene. Al dar, quien lo hace sin esperar nada a cambio, experimenta una gran satisfacción de poder ser útil a quien recibe. Ese es el origen de su alegría. Y este sentimiento es muy claro en aquella gente de pocos recursos cuya autoestima se agiganta al poder dar, pues alli donde se enriquecen y se sienten felices de poder contribuir a hacer mejor la vida de un semejante.

Esta segunda concepción nos permite ir un paso más alla. Analicemos el "dar sin esperar nada a cambio" pero no ya tratándose de nada material sino de la entrega específicamente humana. ¿Qué significa una "entrega humana"? Me refiero a aquellas situaciones cuando lo que damos es algo de uno mismo, es decir cuando "damos una parte de nuestras vidas". Veamoslo despacio. Es esta la dación más maravillosa del ser humano. Cuando se da, cuando se entrega. Cuando lo que da es tiempo, es alegría, es ocupación por otro ser humano. Y alli no debería haber sentimientos de angustia, ni de privación ni de sacrificio, como veíamos en la primer definición de "dar". No. Por el contrario, el dar genuinamente humano es origen del sentimiento más sublime de una persona: estamos frente al germen del amor. Algo nace entre dos personas, la que da y la que recibe que se sienten agradecidas e involucradas, sin medir los gramos o el kilaje de lo que se recibe y se da, de lo que se dona u otorga. Pero para que una persona se sienta feliz al dar y se olvide de si misma se necesita que esa persona haya superado la dependencia, la omnipotencia narcisita y que tenga el coraje para confiar en si mismo y en quien recibe. Y se olvide de los prejuicios y de los obstáculos. Ese es amor. Lo otro es miedo de darse, consternación de ser estafada, pánico de enamorarse. Y eso no es dar sin esperar. Eso es, lamentablemente, no superar el narcisimo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Salvar mi circunstancia para salvarme yo

José Ortega y Gasset es recordado, entre otras cosas, por una frase profunda y desafiante de su obra Meditaciones del Quijote: "Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo yo". Es bastante sencillo explicar el concepto de "circunstancia" yendo a la etimología del concepto ( circuntatia ) que apunta a lo que nos "circunda", es decir a lo que nos rodea, a nuestro entorno, a nuestra cultura, a nuestra historia. La circunstancia de un joven nacido en la jungla africana no es la misma que la del joven nacido en la península escandinava. Yo soy yo y "lo que me ha hecho así o lo que me sigue haciendo así" parecería querer decir Ortega. Y con esta poderosa primera reflexión de su frase nos deja una serie de dudas por responder: ¿Ortega me está diciendo que no soy yo, sino lo que la circunstancia hizo y hace de mi? Si esto fuera así: ¿soy realmente libre o las circunstancias son los barrotes de mi celda que no me han permitido

¿Para qué sirve Educar?

" Educar. (Del lat. educāre). 1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar. 2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.. Educar la inteligencia, la voluntad ." Estas son las dos primeras definiciones que nos da el Diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra "educar". Mucho se ha escrito sobre el sginificado del término. A mi criterio la educación es esencialmente un proceso de mejora de vida . Educar supone creer especialmente en tres verdades: 1) en el perfeccionamiento de aquel a quien se educa; 2) en su capacidad y deseo de aprender; y 3) en que la transferencia de conocimientos de quien enseña no es tal si no va acompañada por la elaboración propia de una reflexión de quien los recibe. Educar no es colmar un depósito de tecnicismos, conceptos y sapiencias ajenas sino que la verdadera educación, -y me refiero especialmente a la educación del menor pero apli

Insociable Sociabilidad

No se han percatado aquellos que atacan a la palabra “egoísmo”, que justamente su virtud principal es ser el motivo, la razón, el origen del interés por lo ajeno, del interés del prójimo. Veamos un fundamento. Immanuel Kant, acuñó, pocos años antes de la Revolución Francesa, el concepto de “Insociable Sociabilidad”. Kant apuntaba con este término al antagonismo que existe desde que el hombre es hombre a colocar en tensión dos sentimientos enfrentados: por un lado su inclinación a vivir en sociedad, y por el otro su deseo de aislarse, de individualizar su capricho. Esta situación tiene su origen en el egoísmo y produce una amenaza, un clima de hostilidad, de resistencia. Y ese ese antagonismo el que hace nacer en el ser humano una energía especial que le hace vencer la comodidad, la pereza y que le inyecta ambición, afán de una posición entre sus congéneres de quienes no puede prescindir. Sostiene Kant que esta “insociable sociabilidad”, hizo que el ser humano desarrolle talentos, maner