Quizás nunca nos lo preguntamos. De una u otra forma consideramos que la respuesta está implícita. Pero mirémoslo despacio.
El interés es la medida de la acción.
Detrás de toda decisión siempre hay un motivo, que conduce, que nos direcciona en tal o cual camino y con tal o cual intensidad. Esta es la "inclinación del ánimo hacia un objeto, una persona, una narración, etc". Asi define la palabra "interés" el Diccionario de la RAE. Y la verdad es que cuando conjugamos un verbo en primera persona, estamos desarrollando una acción que nos compete, que la sentimos, que la ejercemos. "Yo escribo" por ejemplo, define la acción que estoy llevando a cabo: la de escribir. Más allá del verbo que conjuguemos, el mejor parámetro de nuestra acción (o de aquellas que realicen los demás) será la dimensión del interés que tengamos en la acción que tal verbo supone. Lo demuestro con un ejemplo extremadamente sencillo pero eficiente: cuando mis hijos hicieron cola toda la noche para obtener una Entrada para el recital de Bruce Springsteen fue porque la dimensión, el tamaño de su interés, era proporcional a quedarse toda la noche con frío y semi despiertos, asegurándose un lugar para escuchar a su ídolo en Buenos Aires. Pues esa dimensión de interés no la tienen si el recital hubiese sido de música clasica (por más buena orquesta y calidad que la misma suponga). Nuestras acciones siempre se pueden medir por el grado de motivación, de importancia, de valor, de interés que tenemos por lo que ellas implican. Veamos otros ejemplos. para ser más claros. Amar, ceder, trabajar, sentir, jugar, crecer, crear. Todas son acciones. Puede que yo sea el que ame, el que trabaje o juegue. Y es que cuando amo o cuando trabajo o cuando juego, nuestro amor o la enorme dedicación o debilidad de nuestro empeño en trabajar o jugar será proporcional al interés y a las razones que se esconden debajo de la acción. Y constituye su medida, su tamaño o su peso, su volúmen. Veamos que significa esto.
Cuando algo te interesa realmente, tu esfuerzo es tu mejor prueba de tu estímulo, de la razón de tu dedicación y del motivo de tu deseo. Puede que este interés se esconda en el cajón de tu inconsciente pero puede también que se haga publico de sorpresa, y que se manifieste y de sentido a la dimensión de tus ganas, de tu entrega, de tu sacrificio. Pero si de verbos se trata vayamos a la fuente original de todas las acciones que podamos suponer: analicemos el verbo vivir.
Y ¿cual es el interés en vivir? Coincidiremos seguramente en aceptar que precisamente vivir es la acción mas importante del ser humano, el verbo por excelencia que conjugas desde que naciste hasta que al final, como a todos, nos toque partir. La pregunta es ¿por qué vivimos? o aun más dificil ¿para qué lo hacemos? ¿Cuál es el interes en vivir? Quizás la mejor manera de encontrar una respuesta a esta pregunta es formularla al revés: ¿qué pasaría si mañana fuera el final? Dígame amiga o amigo lector: ¿Qué cosas nos quedan aún pendientes? Si, si. Lo se. Tienes muchas respuestas. ¡Queremos vivir! Y hasta quizás de fastidio que se formule esta pregunta. Pero sirve para pensar en el interés y en su dimensión. Se trata de valorar la alegría de vivir. Hagámoslo juntos. Se trata de pensar, reflexionar y celebrar tu interés (y el mío) por la vida. Y por todo lo que esto significa. Aquellos desafíos que queremos alcanzar, aquellas proyecciones que queremos ver concretadas, nuestros sueños, nuestros viajes, nuestros hijos. Los momentos íntimos, los triunfos que muchas veces imaginamos (e inclusive visualizamos en aquellos a quien mucho queremos), el compartir este o aquel proyecto con justamente ella o el (y no con otra persona), los viajes, la casa, la visita pendiente, los libros, las notas, las imagenes, los escritos que queremos ordenar. Se trata de instantes de felicidad que percibimos y que nos con-mueven (y quizás nos muevan mas que nos "con"). Son el interés de nuestra acción. Son el fundamento del vivir. Son el combustible de la vida. Y están alli, debajo del "iceberg" propio que no nos dice porqué y para qué hacemos lo que hacemos y que por tal motivo cada tanto conviene observar y analizar. Alli esta la esencia, la substancia de nuestra vida. Y cuando digo "sub-stancia" me refiero a algo que está debajo. Que no es visible. Que merece tanques y equipo de buceo para ir en profundidad, para mirar con detenimiento y perspectiva y decir con la certeza del convencido y creyente: "Es por todo ello que quiero vivir". Se trata de la respuesta al "Porqué y al Para qué". Simplemente. Es la respuesta del interés por la vida. Y, recuérdalo, es la medida de su acción que refleja, nada menos, tus ganas por lo que hacés o quizás también, tus desvíos, es decir tus ganas o tu interés por vivir diferente. Por cambiar. Por eso la pregunta del título de esta Entrada es justamente interesante...
Detrás de toda decisión siempre hay un motivo, que conduce, que nos direcciona en tal o cual camino y con tal o cual intensidad. Esta es la "inclinación del ánimo hacia un objeto, una persona, una narración, etc". Asi define la palabra "interés" el Diccionario de la RAE. Y la verdad es que cuando conjugamos un verbo en primera persona, estamos desarrollando una acción que nos compete, que la sentimos, que la ejercemos. "Yo escribo" por ejemplo, define la acción que estoy llevando a cabo: la de escribir. Más allá del verbo que conjuguemos, el mejor parámetro de nuestra acción (o de aquellas que realicen los demás) será la dimensión del interés que tengamos en la acción que tal verbo supone. Lo demuestro con un ejemplo extremadamente sencillo pero eficiente: cuando mis hijos hicieron cola toda la noche para obtener una Entrada para el recital de Bruce Springsteen fue porque la dimensión, el tamaño de su interés, era proporcional a quedarse toda la noche con frío y semi despiertos, asegurándose un lugar para escuchar a su ídolo en Buenos Aires. Pues esa dimensión de interés no la tienen si el recital hubiese sido de música clasica (por más buena orquesta y calidad que la misma suponga). Nuestras acciones siempre se pueden medir por el grado de motivación, de importancia, de valor, de interés que tenemos por lo que ellas implican. Veamos otros ejemplos. para ser más claros. Amar, ceder, trabajar, sentir, jugar, crecer, crear. Todas son acciones. Puede que yo sea el que ame, el que trabaje o juegue. Y es que cuando amo o cuando trabajo o cuando juego, nuestro amor o la enorme dedicación o debilidad de nuestro empeño en trabajar o jugar será proporcional al interés y a las razones que se esconden debajo de la acción. Y constituye su medida, su tamaño o su peso, su volúmen. Veamos que significa esto.
Cuando algo te interesa realmente, tu esfuerzo es tu mejor prueba de tu estímulo, de la razón de tu dedicación y del motivo de tu deseo. Puede que este interés se esconda en el cajón de tu inconsciente pero puede también que se haga publico de sorpresa, y que se manifieste y de sentido a la dimensión de tus ganas, de tu entrega, de tu sacrificio. Pero si de verbos se trata vayamos a la fuente original de todas las acciones que podamos suponer: analicemos el verbo vivir.
Y ¿cual es el interés en vivir? Coincidiremos seguramente en aceptar que precisamente vivir es la acción mas importante del ser humano, el verbo por excelencia que conjugas desde que naciste hasta que al final, como a todos, nos toque partir. La pregunta es ¿por qué vivimos? o aun más dificil ¿para qué lo hacemos? ¿Cuál es el interes en vivir? Quizás la mejor manera de encontrar una respuesta a esta pregunta es formularla al revés: ¿qué pasaría si mañana fuera el final? Dígame amiga o amigo lector: ¿Qué cosas nos quedan aún pendientes? Si, si. Lo se. Tienes muchas respuestas. ¡Queremos vivir! Y hasta quizás de fastidio que se formule esta pregunta. Pero sirve para pensar en el interés y en su dimensión. Se trata de valorar la alegría de vivir. Hagámoslo juntos. Se trata de pensar, reflexionar y celebrar tu interés (y el mío) por la vida. Y por todo lo que esto significa. Aquellos desafíos que queremos alcanzar, aquellas proyecciones que queremos ver concretadas, nuestros sueños, nuestros viajes, nuestros hijos. Los momentos íntimos, los triunfos que muchas veces imaginamos (e inclusive visualizamos en aquellos a quien mucho queremos), el compartir este o aquel proyecto con justamente ella o el (y no con otra persona), los viajes, la casa, la visita pendiente, los libros, las notas, las imagenes, los escritos que queremos ordenar. Se trata de instantes de felicidad que percibimos y que nos con-mueven (y quizás nos muevan mas que nos "con"). Son el interés de nuestra acción. Son el fundamento del vivir. Son el combustible de la vida. Y están alli, debajo del "iceberg" propio que no nos dice porqué y para qué hacemos lo que hacemos y que por tal motivo cada tanto conviene observar y analizar. Alli esta la esencia, la substancia de nuestra vida. Y cuando digo "sub-stancia" me refiero a algo que está debajo. Que no es visible. Que merece tanques y equipo de buceo para ir en profundidad, para mirar con detenimiento y perspectiva y decir con la certeza del convencido y creyente: "Es por todo ello que quiero vivir". Se trata de la respuesta al "Porqué y al Para qué". Simplemente. Es la respuesta del interés por la vida. Y, recuérdalo, es la medida de su acción que refleja, nada menos, tus ganas por lo que hacés o quizás también, tus desvíos, es decir tus ganas o tu interés por vivir diferente. Por cambiar. Por eso la pregunta del título de esta Entrada es justamente interesante...
Lindo texto para pensar... Cual es mi meta y de quien depende que YO logre conseguir este objetivo.
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