Platón era un conocido luchador. Debe su seudónimo a sus espaldas anchas. Su nombre era Aristocles pero todos los conocimos por Platón. Y esto quiere decir "plano" o "ancho". Compitió en los Juegos de islas griegas vecinas como luchador y ganó en dos oportunidades, pero no llegó a competir en los Juegos Olímpicos. A partir de allí se dedicó a la poesía, donde tampoco triunfó. Hasta que conoció a Sócrates y el le enseño a pensar. Pensó mucho y bien. Escribió y originó el pensamiento por los siglos de los siglos. Nació hace más de 2420 años atrás y todavía seguimos filosofando a partir de sus razonamientos. Fue un luchador de las ideas y esta vez ganó.
La frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” , formulada por José Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote (1914), constituye uno de los núcleos más vitales del pensamiento filosófico en lengua española. Ya ha sido objeto de análisis en este Blog pero reflexiones posteriores me obligan a hacer esta actualización de mi cavilación. Su potencia es tal que amerita analizarse con el paso del tiempo y reside no solo en la afirmación del sujeto como ser situado —inseparable de su contexto vital—, sino en la exigencia ética contenida en esa segunda mitad: “si no la salvo a ella no me salvo yo”. La pregunta que queda pendiente a responder es: ¿Soy yo el mismo yo el que la ha "salvado" hace diez años atrás? ¿Aquella "salvación" es la misma que haría ahora? Estas inquietudes han dado origen a esta segunda profundización sobre la frase de Ortega. Lo explico a continuación. Tradicionalmente, se ha interpretado que...
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