"Ética a Nicómaco". Obra escrita por Aristòteles sobre el final de su vida, en su madurez, 300 años antes del nacimiento de Cristo. Allí expone, en diez libros que componen su enseñanza, su pensamiento crítico sobre aquellas pautas que debieran regir el gobierno de si mismo, oponiéndose a posturas de su maestro Platón y a pensamientos de Sócrates. Nicómaco no se sabe con certeza quien es. Se interpretó, por muchos años, que era su hijo a quien legaba estos criterios, pero no se ha podido comprobar y lo que es más, los científicos de Aristóteles piensan ahora que se trataba de un manual para utilizar en el Liceo y Nicómaco podría haber sido un estudiande, un editor o un nombre de fantasía. Lo cierto es que el núcleo central de la "Etica" gira en torno a la Felicidad a alcanzar sea mediante la conducta privada (ética) o pública (Política, que será el título de su siguiente obra y que por tanto debe interpretarse en este contexto). Pero ¿qué es la Felicidad para Aristóteles? Aquello que representa el bien supremo, visto desde una perspectiva propia, y que se quiere por si mismo y ya no se quiere por otra cosa. Expliquémoslo mejor. La felicidad consiste en muy diversas cosas y ustedes me dirán (con algo de razón) que depende del ser humano que la defina. Y eso esta bien y mal. ¿Por qué? Porque el hombre puede estar diciendo que persigue una felicidad pero que, analizada bajo estos parámentros, no era un "bien en si mismo", sino que era parte de ella. Era un accesorio y no lo principal. Un ejemplo: se dice que las personas persiguen la felicidad al intentar lograr Riquezas, Honores o Placeres. Los tres objetivos parecen interesantes pero ninguno de los tres es un "bien en si mismo": las riquezas porque son sólo un medio, un instrumento; los honores porque no valen nada si no se merecen realmente, es decir si no se han ganado y si asi es lo que vale es el mérito y no el honor o la fama obtenida; y en cuanto al Placer es un extraordinario premio a lo principal, es un adorno del bien que se persigue y si se separa de él se convierte en algo imperfecto, en algo que le falta algo que es justamente el "bien en si mismo" (Ojo que Aristóteles no estaba para nada en contra del Placer, sino que lo disfrutaba pero regulado por la razón que es la virtud del justo medio). Con este análisis Aristóteles intenta dar pautas para definir cual ese bien en si mismo que constituye la felicidad, la excelencia o perfeccion de la actividad propia el areté griego que fue traducido como virtud. ¿Cuál es en el hombre? En un árbol puede ser el dar sombra, el florecer, el colorear un paisaje, el producir madera, combustible; en un teléfono celular el poder comunicarse a través de él...¿y en el ser humano?. La felicidad está en el correcto ejercicio de la virtud (porque Aristóteles sostiene que la virtud se consigue con el hábito, no sólo con el conocimiento) y ese justo ejercicio se da en el punto medio, en la moderación de una conducta, en la justicia, en la prudencia que no significa, de vuelta, despreciar la búsqueda del placer, de la riqueza o de los honores, por el contrario, pero en su justa medida y como medios de algo más, propio, que deberá definir cada uno pero que está por encima de todo y vale sólo por si para aquel que lo busca y lo pelea. Es lógico, es lo principal, no lo accesorio.
" Educar. (Del lat. educāre). 1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar. 2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.. Educar la inteligencia, la voluntad ." Estas son las dos primeras definiciones que nos da el Diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra "educar". Mucho se ha escrito sobre el sginificado del término. A mi criterio la educación es esencialmente un proceso de mejora de vida . Educar supone creer especialmente en tres verdades: 1) en el perfeccionamiento de aquel a quien se educa; 2) en su capacidad y deseo de aprender; y 3) en que la transferencia de conocimientos de quien enseña no es tal si no va acompañada por la elaboración propia de una reflexión de quien los recibe. Educar no es colmar un depósito de tecnicismos, conceptos y sapiencias ajenas sino que la verdadera educación, -y me refiero especialmente a la educación del menor pero apli
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