Siempre me intrigó la manera en que Jean Paul Sartre trata a la nada. Quizás su libro más famoso, El ser y la nada, configura una expresión del existencialismo que involucra al otro extremo de su esencia, la no existencia, es decir, la nada. Es por ello que mi curiosidad me llevó a profundizar la mirada sartreana como actitud más que como concepto. Esta es mi conclusión. Mi duda apunta al núcleo de la paradoja de la “nada” en Sartre, quien a pesar de ser existencialista, encuentra en la “nada” un concepto que se convierte en columna vertebral de su filososfía. Para entender por qué la nada es central en su razonamiento, debemos analizar cómo Sartre redefine la “nada” no como una mera ausencia o vacío, sino como una facultad activa y estructurante de la conciencia humana. La nada en Sartre no es solo inexistencia: Para Sartre, la nada no es únicamente “lo que no existe” en el sentido clásico (la ausencia o el vacío opuesto al ser). En lugar de verlo como una oposición pasiva, Sartre en
Reflexiona, discute, averigua, duda, escucha mucho, di lo que piensas pero piénsalo y saboréalo. Toma una café con la vida, en la mesa del fondo, sobre la ventana, con vista a la puesta de sol, donde se oye el mar y las olas mueven la mente. Invita la casa.