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Emergencia de aprendizaje en Argentina

"Una de las grandes equivocaciones es juzgar programas y políticas por sus intenciones más que por sus resultados” Milton Friedman (Capitalismo y Libertad) Hace más de 20 años que la mayoría de los niños, niñas y jóvenes en Argentina no aprende a leer y a escribir ni logra alcanzar los niveles mínimos en Matemática y Ciencia. Pese a los distintos esfuerzos de docentes, familias y autoridades, los resultados de las evaluaciones nacionales, regionales e internacionales nos indican, con total claridad, que más del 50% de los estudiantes de Primaria y Secundaria no aprende. Esto es un dato gravísimo para el futuro del país. Las cifras son escalofriantes: según la prueba nacional Aprender 2022, el 82,4% de los alumnos y alumnas que cursan el último año de Secundaria, no reúnen los conocimientos mínimos en Matemática; según la UNESCO, ERCE 2019, el 63,7% de los niños y niñas de tercer grado de Primaria se ubicó en los niveles más bajos de comprensión lectora (y esta situación se deteriora en sexto grado, donde el porcentaje se eleva al 68,1%); y según los datos históricos de la OCDE (pruebas PISA) que evalúa a adolescentes de 15 años en el mundo, nuestro país registra el doloroso resultado de no lograr mejoras desde el año 2000 (en aquel año, el 50% de los jóvenes no comprendía lo que leía y 22 años más tarde este número se eleva al 54,5%, y en Ciencias alcanza al 53,9% de los estudiantes en el nivel mínimo de aprendizaje). Lo que resulta más grave aún es que estos datos se dan en el marco de una altísima tasa de jóvenes que quedan fuera de la escuela obligatoria y no finaliza sus estudios a tiempo (más del 50%), y que los resultados según nivel socioeconómico (NSE) muestran que la educación argentina no iguala, sino que, por el contrario, amplía extremadamente la desigualdad entre el NSE alto y bajo, demostrando en los hechos el grave incumplimiento de las obligaciones de calidad y equidad educativa de nuestra Ley de Educación Nacional. ¿Qué supone este estado de situación? Pues que nuestro país está en estado de emergencia de aprendizajes, entendiendo por “emergencia” lo que dice el Diccionario (RAE): una “situación de peligro o desastre que requiere de una acción inmediata”. En este triste escenario, hay tres aspectos, entre muchos otros, que pueden ayudar a reflexionar si realmente existe interés en mejorar la educación argentina: 1) Para superar esta emergencia los argentinos todos debemos comprender, con franqueza, lo que significa para el país. En nuestro país esto no parecería suceder. No exigimos un cambio educativo. Hace más de dos décadas que, salvo excepciones heroicas, se siguen haciendo las mismas cosas para obtener resultados distintos, que son, en la práctica, esfuerzos desarticulados, con acciones parciales, muchas veces desfinanciadas y sin una decisión de estrategia política. Mientras esto sucede, países vecinos, como Chile, Uruguay, México, Perú, Brasil (y por supuesto también de otras latitudes) han mejorado sus aprendizajes y han superado nuestros logros de antaño, demostrando que la mejora es posible. Esto debería despabilar a la sociedad para exigir a las autoridades nacionales y provinciales (al Poder Ejecutivo y Legislativo de todas las jurisdicciones, y hasta un alerta para el Poder Judicial) que este tema es urgente, y que requiere un plan de acción integral que se fundamente en evidencia rigurosa (este punto es central), que prevea monitoreo periódico y evaluación constante de resultados (como señala el epígrafe). Mientras esto no suceda la emergencia seguirá destruyendo los cimientos de nuestra Nación. 2) Para gestionar la emergencia de aprendizajes se necesita liderazgo político en las provincias y en la Nación. Hace pocos días atrás, el Poder Ejecutivo Nacional dictó el Decreto 579 que establece los ejes de un Programa a implementar en todo el territorio de la República denominado “Plan Nacional de Alfabetización”. Esto está bien, pero por favor, tengamos claro que no es suficiente. Gobernar nuestra Nación, en el año 2024, es mucho más que alfabetizar. Gobernar es educar. Y este primer paso que direcciona los esfuerzos a enseñar a leer y escribir es un primerísimo escalón que, de por sí, nos muestra la emergencia en que nos encontramos. Pero para que sea exitoso, es necesario fijar métodos probados, con evidencia de logros fundamentada, que se establezcan metas, que comience el proceso de lectura en el Nivel Inicial y que a los niños y niñas se les enseñen las letras, los sonidos, las palabras, con evaluación formativa, para que aprendan a leer en el primer grado de Primaria, no después (así lo señalan especialistas de la Coalición por la Educación como Florencia Salvarezza y Ana María Borzone). 3) Esta emergencia de aprendizajes debiera ser una oportunidad para convertirla en causa nacional del Estado argentino. Hace pocas semanas tuvimos el privilegio de ser recibidos por el Secretario de Educación de la Nación, a quien entregamos un aporte que surge como corolario de un trabajo de todo el año 2023, las Mesas de Diálogo por el Aprendizaje en Argentina (MEDIAR), donde especialistas, referentes nacionales e internacionales y representantes de todo el arco de la comunidad educativa presentan ideas y señalan la relevancia de colocar a la educación como verdadera prioridad política de Estado (no de Gobierno). En definitiva, comprender que el derecho constitucional y humano de aprender está en emergencia debe ser el punto de partida de un compromiso político, estratégico y financiero con la educación pública. No hacerlo puede significar una pérdida de tiempo del que no disponemos. Enfrentamos una “situación de peligro o desastre que requiere de una acción inmediata”. Por favor, es urgente. *Publicado en Agosto 2024

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