Alfabetizar significa: “enseñar a alguien a leer y escribir” (Diccionario RAE). Sarmiento escribió dos siglos atrás: “Escribid, enseñad a leer y escribir. El país será, por la instrucción, un digno representante de la civilización”. (Educación Popular, 1849). Ya antes, en Facundo (1845) había dicho: “Las letras y el saber son los instrumentos con que se construye la civilización, y sin ellas no hay más que barbarie”. Hoy, 179 años más tarde, el eco de la frase: “sin letras no hay más que barbarie” nos interpela más que nunca al tomar conciencia que le hemos fallado a Sarmiento: en Argentina el 68% de los niños y niñas de 6to grado no alcanza el nivel mínimo en Lectura y el 55% de los adolescentes de 15 años no comprende lo que lee (pruebas UNESCO ERCE 2019 y evaluación OCDE, PISA 2022 -que ya desde el año 2000 informaba esta incapacidad). Estas cifras categóricas muestran una emergencia de aprendizaje y son citadas por el reciente Decreto 579 del Poder Ejecutivo Nacional, (03.07.24) que introduce el Programa de Alfabetización. Allí, dolorosamente, se reconoce el fracaso educativo argentino diciendo: “se puede afirmar que las habilidades básicas de lectura y escritura… no están aseguradas, lo que impacta directamente en el desempeño de los estudiantes, su autoestima, su relación con la vida escolar, sus posibilidades de comprensión del mundo y de tomar decisiones informadas…”. Pues bien, esta es una triste realidad que ya lleva más de dos décadas: en Argentina no se aprende a leer correctamente. Frente a este drama las provincias y el gobierno nacional han dado un primer paso: se han escrito los lineamientos del programa Plan de Alfabetización antes citado. Se han acordado alli ideas generales del qué hay que hacer pero no exactamente cómo lograrlo: no se ha consensuado el método para enseñar. En la ciencia de la Lectura se clasifican en tres los métodos para aprender a leer: existen los métodos “constructivistas”, los “equilibrados” y los “estructurados” (Alfabetización Inicial en Argentina, Florencia Salvarezza, web Educar2050). El problema es que los resultados no son iguales. El constructivismo tiende a que los estudiantes construyan con el tiempo y descubran las reglas del lenguaje (hasta tercer grado) a través de su interacción con textos, pero en lugar de descomponer la lectura en partes (como letras o sonidos) se apunta a que aprendan a leer y escribir conectándose con su vida cotidiana. Los modelos equilibrados agregan a eso “conciencia fonológica” pero sin práctica sistemática. Los métodos estructurados le agregan a lo anterior un enfoque mucho más explícito, desarrollado desde el nivel inicial y apunta a que los niños y niñas practiquen en clase, decodifiquen letras y sonidos (fonemas), combinen y formen palabras y aprendan a leer al finalizar primer grado. Estas diferencias técnicas tiene consecuencias: los métodos constructivistas y equilibrados han sido adoptados en las últimas décadas por distintos países con resultados frustrantes en pruebas internacionales y nacionales. En el otro extremo, los métodos estructurados registran evidencia rigurosa de buenos resultados (la experiencia del “milagro de Missisipi” en Estados Unidos, de Sobral y Ceará en Brasil, de Chile, de Uruguay y de Perú, entre otros) y cuentan con riguroso soporte científico (las conclusiones de especialistas internacionales como Dehane, Hattie, Chall o Seidenberg entre otros, y varias referentes nacionales). Esta diferencia de resultado entre los métodos abre un enorme interrogante para nuestro país ya que no se han fijado pautas con respecto al método a emplear y cada Provincia y CABA podrán utilizar (y ya lo están haciendo) distintas metodologías y esquemas para llegar al aula con éxito. El gran desafío es que las consecuencias pueden ser muy diversas y nos encontramos frente a una emergencia y a una oportunidad crucial y sin tiempo para perder. En esa línea, en el Mes de la Educación, desde Educar 2050 y en alianza con Fundación Noble y Clarín, coordinaremos nuevamente un espacio, los siguientes jueves de septiembre, para que distintos expertos puedan analizar distintos temas de esta crisis educativa y nos brinden aportes e ideas para superarla. La consigna ratifica un principio: hay un solo camino y es la educación.
*Publicado en Clarín Septiembre 2024
José Ortega y Gasset es recordado, entre otras cosas, por una frase profunda y desafiante de su obra Meditaciones del Quijote: "Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo yo". Es bastante sencillo explicar el concepto de "circunstancia" yendo a la etimología del concepto ( circuntatia ) que apunta a lo que nos "circunda", es decir a lo que nos rodea, a nuestro entorno, a nuestra cultura, a nuestra historia. La circunstancia de un joven nacido en la jungla africana no es la misma que la del joven nacido en la península escandinava. Yo soy yo y "lo que me ha hecho así o lo que me sigue haciendo así" parecería querer decir Ortega. Y con esta poderosa primera reflexión de su frase nos deja una serie de dudas por responder: ¿Ortega me está diciendo que no soy yo, sino lo que la circunstancia hizo y hace de mi? Si esto fuera así: ¿soy realmente libre o las circunstancias son los barrotes de mi celda que no me han permitido
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