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Cómo tomar decisiones éticas

Cuando vivimos, obramos. Vivir es un verbo, supone acción. Es inherente al vivir tomar decisiones. Saludo a las personas con quienes comparto mis días, digo “Buen día". Tomo el desayuno, agradezco en su caso a quien me lo sirve. Digo y doy las gracias. Saludo a la gente que conozco. Les sonrío, hago un gesto de afecto en su caso. Todas ellas, el saludar, el agradecer, el sonreír son decisiones de vida. Quizás automáticas pero quizás no. Puede que haya un día que no salude, no agradezca ni sonría. Y puede tener un motivo. Eso significa que mi conducta diaria tiene parámetros que construyen mi conducta, mi carácter, mi personalidad. Y si subimos un escalón para el análisis de decisiones más complejas veremos que estas requieren también de motivos, de un fundamento, de ciertos cimientos que me hacen actuar de una o de otra forma. Y que deben ser pautas claras y asentadas porque muchas veces las decisiones no dejan tiempo para pensar. Hagamos un ejercicio. Dejemos de lado aquellas...

Elogio del final

A veces pienso que la muerte es una virtud que da sentido a la vida. Puede parecer chocante y hasta, de algún modo, una postura agresiva pero siento que una vida sin muerte no merece ser vivida. Vamos a ver si lo puedo explicar con palabras que no asusten… y que se entiendan. Parto de la premisa que tener la certeza de morir es la mayor fortaleza de que el ser humano dispone para darle sentido a la existencia. De algún modo Sartre, Simon de Beauvoir y Camus mostraron este camino focalizando en la vida real y en los hechos del ser humano hasta su muerte. Pero lo que estoy postulando es algo diferente. El fundamento de mi planteo es la respuesta a una pregunta compleja que siempre me acosó al pensar sobre la muerte: si viviéramos eternamente, cual sería el sentido de vivir? Ninguno, me respondí. Y allí comenzó esta aventura de profundizar sobre las virtudes de la finitud de la vida. Es que el goce de vivir cobra sentido cuando tomamos conciencia que ese disfrute no es eterno. De lo contr...

Una reflexión sobre el aborto

Partamos de la base de los conceptos aceptados tanto por aquellos que reclaman una nueva legislación que despenalice el aborto como por aquellos que están en contra de tal medida. Todos coinciden en que estamos frente a un problema mayúsculo que pone en riesgo vidas humanas. Para unos, abortar, en términos genéricos, implica poner fin a un ciclo iniciado por un hombre y una mujer cuyo destino es un ser humano y hacerlo sin las regulaciones y garantías del caso y sin el profesionalismo que hoy la medicina proporciona y que tal decisión supone, presenta un riesgo de muerte para la mujer en estado de gestación. Para otros abortar es asesinar . Como vemos hay dos posturas absolutamente enfrentadas frente al problema en cuestión: por un lado, reitero, están estos últimos que sostienen básicamente que abortar es matar, es decir que desde la concepción hay una vida humana y que quien aborta y da su consentimiento a tal efecto debe ir a prisión porque comete un delito, un homicidio; por otro l...

Breve historia de la estupidez humana

Cinco siglos antes de Cristo los griegos comenzaron a construir la historia del pensamiento occidental. Los Pre Socráticos observaban la naturaleza y desarrollaban sus ideas erigiendo al hombre como centro y señor de su cosmología. Hasta que llegó Sócrates y los hizo dudar de todo. "Conócete a ti mismo" fue una frase que no agradó a la clase dirigente local y que a la postre le costaría la vida al hombre más sabio según Delfos: su decisión de la cicuta pretendió poner justicia a quien hizo pensar. Comenzó formalmente así la estupidez humana y nació la rebelión de la inteligencia: Platón se hizo presente para vengar con su intelecto la muerte de su Maestro. La Academia y luego el Liceo de Aristóteles fueron las instituciones educativas que hicieron reflexionar a la sociedad griega. El mundo de las Ideas platónico estableció un nuevo nivel de límites al ser humano, mostrando en su caverna que todo podía ser una ilusión proyectada. Aristoteles pulió y amplió los conceptos, ...

Feliz oportunidad

Nada es lo que parece. Hoy no se termina un año, ni tampoco nace uno nuevo. Esta es solo una estipulación o convención social, una ficción diseñada por alguna mente brillante (o no tanto, porque la historia dice que le pifió en el cálculo) para que vos y yo (y tantos más) ordenemos nuestra vida de acuerdo a parámetros de medición del tiempo. Pero lo que hoy muere y lo que hoy nace no es un número 2018 fijado por una pauta religiosa, histórica y/o política. De lo que se trata es algo distinto. Hoy nace una oportunidad. Y esto significa que nace "un momento o circunstancia adecuada para realizar o conseguir algo". El cambio de cifra nos brinda un espacio nuevo, que no conocemos por la sola razón de pertenecer al futuro, pero que conocemos porque la esencia de los días pasados no se modifican, solo la estipulación abre la puerta a la ficcion y a la nueva ocasión que ella supone. La reflexión, entonces, casi obligada, es qué hacer con ella. Y aquí surgen y fluyen las preguntas pr...

El problema más serio

El problema más serio que tiene la Argentina, de cara al 2030, es su calidad educativa. La educación actual de los menores que serán ciudadanos adultos en dicho año es de muy baja calidad. Los niños, adolescentes y jóvenes en edad escolar obligatoria (de 4 a 17 años de edad) que concurren hoy a escuelas argentinas no aprenden lo que debieran. Desde hace más de una década la mayoría de los menores no termina la educación obligatoria señalada y de entre aquellos de 15 años de edad que si están en el aula, más del 50% no comprende lo que lee. Si a ello le sumamos que de acuerdo a as ultimas evaluaciones nacionales APRENDER 2016 cerca de un 70% de los alumnos del último año del Secundario no pueden resolver un ejercicio simple de Matemáticas, la gravedad de la situación se hace evidente. Pero este panorama es más doloroso aun cuando se analiza la equidad del sistema. La Argentina padece de una vergonzosa desigualdad educativa: dependiendo del lugar de nacimiento y residencia, nuestro país ...

Diminutos

Debía tener siete años. Lo recuerdo porque lo que hice produjo una foto en mi cerebro. Cierro los ojos y me puedo ver en ese instante, en esa posición. Estaba en Mar del Plata. En la casa de verano de mi abuela materna, en la calle Mendoza 2228, casi esquina Colon. Era una tarde soleada. Hora de la siesta. Mis padres dormían y yo podía jugar en los límites de esa casa, no traspasarlos. Así fue que salí por la puerta delantera y fui caminando por un pequeñísimo jardín hasta la puerta de madera, tipo tranquera y pintada de blanco, que estaba en el acceso, lindante con la vereda (que yo, reitero, a esa altura de mi vida no podía tocar). Estaba aburrido y con algo de bronca por no poder ir a la calle a jugar con mi pelota. En la casa grande de enfrente, justo cruzando, donde vivía mi amiga Margarita, si se podía jugar pero yo estaba atrapado entre mis limites. Fue así que de repente las vi. No se si habrá sido por mi aburrimiento o por mi mal humor pero el hecho es que estaba cabizbajo, m...