La Presidenta de la Nación, al asumir su segundo mandato, definió una línea estratégica para la educación del país que, bien implementada, puede significar un cambio copernicano para el futuro argentino: “Tenemos que ir por mayor calidad educativa y la evaluación no solamente debe ser de los alumnos, sino también tiene que ser la evaluación de los docentes. Es un imperativo que debemos hacer y que le debemos a nuestros hijos, …que el día de mañana van a tener que tener mejores y mayores saberes para enfrentar un mundo cada vez más difícil”. Debe aplaudirse enfáticamente el objetivo establecido. Mejorar sustancialmente la educación argentina. Es que el cincuenta por ciento de los alumnos que inician el Secundario no lo termina y, de los adolescentes que permanecen en la escuela, más del 52% no comprende lo que lee. Los resultados de las evaluaciones internacionales de calidad educativa (algo así como un mundial trianual de educación que realiza la OCDE) dicen que la Argentina está entre los países que peor educación tiene en el mundo (puesto 58 de 65). De Latinoamérica nos superan siete países. Es por ello estratégico que la máxima autoridad del país, al comentar avances en los resultados de una evaluación nacional, haya establecido esta meta. Y no sólo definió el objetivo sino que se detuvo en una herramienta ponderada internacionalmente como la más recomendable para alcanzarlo: la evaluación de docentes y alumnos. La continuidad y seriedad de los datos de esas evaluaciones será los que nos permitirá mejorar. La Presidente ha demostrado saber identificar el problema y el camino para la solución. Queda en nosotros exigir, aportar y apoyar. Es responsabilidad de la sociedad civil toda, de usted que lee estas líneas, que esto no quede en un discurso. Empecemos por las escuelas más necesitadas: contra la pobreza buena educación. Los buenos Maestros y Directores cambian una comunidad. Reclamemos estas evaluaciones y esta información para salir de la situación en que estamos y subir un escalón en calidad educativa. Habrá que apoyar a los docentes, alumnos y escuelas que obtengan las calificaciones más bajas: visitarlos más, mejorar la infraestructura, suministrarle material, capacitarlos para su mejor uso. Y habrá que incentivar los buenos resultados, seducir a los alumnos a que terminen sus estudios y fijar metas. Hay mucho por hacer. Y mucho está en cumplir nuestra ley de Educación. Como sociedad reclamémoslo y apoyemos una nueva epopeya: mejor educación para todos en Argentina.
La frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” , formulada por José Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote (1914), constituye uno de los núcleos más vitales del pensamiento filosófico en lengua española. Ya ha sido objeto de análisis en este Blog pero reflexiones posteriores me obligan a hacer esta actualización de mi cavilación. Su potencia es tal que amerita analizarse con el paso del tiempo y reside no solo en la afirmación del sujeto como ser situado —inseparable de su contexto vital—, sino en la exigencia ética contenida en esa segunda mitad: “si no la salvo a ella no me salvo yo”. La pregunta que queda pendiente a responder es: ¿Soy yo el mismo yo el que la ha "salvado" hace diez años atrás? ¿Aquella "salvación" es la misma que haría ahora? Estas inquietudes han dado origen a esta segunda profundización sobre la frase de Ortega. Lo explico a continuación. Tradicionalmente, se ha interpretado que...
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