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Mostrando entradas de 2017

Feliz oportunidad

Nada es lo que parece. Hoy no se termina un año, ni tampoco nace uno nuevo. Esta es solo una estipulación o convención social, una ficción diseñada por alguna mente brillante (o no tanto, porque la historia dice que le pifió en el cálculo) para que vos y yo (y tantos más) ordenemos nuestra vida de acuerdo a parámetros de medición del tiempo. Pero lo que hoy muere y lo que hoy nace no es un número 2018 fijado por una pauta religiosa, histórica y/o política. De lo que se trata es algo distinto. Hoy nace una oportunidad. Y esto significa que nace "un momento o circunstancia adecuada para realizar o conseguir algo". El cambio de cifra nos brinda un espacio nuevo, que no conocemos por la sola razón de pertenecer al futuro, pero que conocemos porque la esencia de los días pasados no se modifican, solo la estipulación abre la puerta a la ficcion y a la nueva ocasión que ella supone. La reflexión, entonces, casi obligada, es qué hacer con ella. Y aquí surgen y fluyen las preguntas pr

El problema más serio

El problema más serio que tiene la Argentina, de cara al 2030, es su calidad educativa. La educación actual de los menores que serán ciudadanos adultos en dicho año es de muy baja calidad. Los niños, adolescentes y jóvenes en edad escolar obligatoria (de 4 a 17 años de edad) que concurren hoy a escuelas argentinas no aprenden lo que debieran. Desde hace más de una década la mayoría de los menores no termina la educación obligatoria señalada y de entre aquellos de 15 años de edad que si están en el aula, más del 50% no comprende lo que lee. Si a ello le sumamos que de acuerdo a as ultimas evaluaciones nacionales APRENDER 2016 cerca de un 70% de los alumnos del último año del Secundario no pueden resolver un ejercicio simple de Matemáticas, la gravedad de la situación se hace evidente. Pero este panorama es más doloroso aun cuando se analiza la equidad del sistema. La Argentina padece de una vergonzosa desigualdad educativa: dependiendo del lugar de nacimiento y residencia, nuestro país

Diminutos

Debía tener siete años. Lo recuerdo porque lo que hice produjo una foto en mi cerebro. Cierro los ojos y me puedo ver en ese instante, en esa posición. Estaba en Mar del Plata. En la casa de verano de mi abuela materna, en la calle Mendoza 2228, casi esquina Colon. Era una tarde soleada. Hora de la siesta. Mis padres dormían y yo podía jugar en los límites de esa casa, no traspasarlos. Así fue que salí por la puerta delantera y fui caminando por un pequeñísimo jardín hasta la puerta de madera, tipo tranquera y pintada de blanco, que estaba en el acceso, lindante con la vereda (que yo, reitero, a esa altura de mi vida no podía tocar). Estaba aburrido y con algo de bronca por no poder ir a la calle a jugar con mi pelota. En la casa grande de enfrente, justo cruzando, donde vivía mi amiga Margarita, si se podía jugar pero yo estaba atrapado entre mis limites. Fue así que de repente las vi. No se si habrá sido por mi aburrimiento o por mi mal humor pero el hecho es que estaba cabizbajo, m

No hay una sola

Parecería que todos estamos de acuerdo en que al tomar decisiones en nuestra vida, como objetivo último y hasta a veces inconsciente, apuntamos a la felicidad. Puede que no tengamos este objetivo claramente definido y que inclusive muchas veces tomemos una decisión a sabiendas que lo que decidimos no nos hace feliz instantáneamente pero lo hacemos reconociendo que detrás de ese primer sentimiento hay algo bueno para mi vinculado con este concepto. Casi que la decisión obedece al "inconsciente adiestrado" hacia ese destino: la felicidad. Veamos un ejemplo. Si resuelvo ir a trabajar un domingo a la oficina, probablemente eso no me guste, me deprima y hasta me enoje, pero lo hago porque se que me beneficia, me ordena, adelanto temas pendientes, etc. Es decir, contribuye a que, sin perjuicio de mis primeros sentimientos, al recapitular me sienta bien conmigo mismo porque me satisface la decisión. De algún modo el haber ido a trabajar ese feriado contribuye a mi felicidad futura

Juan Carlos Tedesco

Despedir a Juan Carlos Tedesco es no despedirlo. Su sabiduría, su tono siempre amable, sus convicciones y especialmente sus enseñanzas no se han ido ni se irán jamás. Hace muy pocos días atrás me comunique con el para conversar, como tantas veces lo hicimos desde Educar 2050, sobre su mirada de la situación actual e intercambiar ideas sobre el nuevo Plan que el Gobierno ha puesto sobre la mesa. Con su sencillez habitual y su elegante caballerosidad me dijo que estaba sin energías pero que "acordemos un momento para vernos". Y ese momento llega después de su partida y se extenderá, para todos los que lo valoramos, por mucho tiempo ya que seguiremos "viendo" a Juan Carlos cada vez que pensemos sobre educación. Juan Carlos seguirá presente y entre nosotros en las bases de su mensaje: la educacion como valor. Por eso su partida es una oportunidad para reflexionar sobre sus enseñanzas sobre la importancia de planificar la educación del futuro y sus ideas sobre la inversi

No todo cambia (entre el poder del Celular y aquello que no debe cambiar)

Es cierto que la tecnología nos abruma con sus avances y sus sorpresas. Es absolutamente cierto que el celular ("smart phone" o "teléfono inteligente" o simplemente "el móvil" como le llaman los españoles) ha invadido nuestras vidas y nos ha otorgado más poder. Cual Julio Cesar de la Roma antes de Cristo, el celular se ha convertido en Emperador del mundo. Todo lo ha conquistado. Desde Oriente a Occidente. Todos dependemos de su Majestad: el “Celular moderno” que no es más que el “Caballo de Troya” de su real poder: la computadora (o el "Ordenador") que viene en sus entrañas. Su apariencia y hasta las técnicas de ventas nos engañan: no se trata de un teléfono.  Quizás de las tareas menores que hagamos con él sea la de hablar con un semejante. Hoy mensajeamos, miramos las redes sociales (sociales?), sacamos fotos, nos angustiamos por la baja señal y/o la falta de cobertura para leer un periódico o para no perder las imágenes recién subidas de va

¿Qué queda al morir?

¿Qué queda al morir? “Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida” Mario Benedetti (1920-2009) Todo el mundo sabe que va a morir. Es ley inexorable de vida. Frente a esta verdad irremediable los seres humanos hemos adoptado básicamente dos teorías: una es la que entiende la muerte física como comienzo de una vida distinta; la otra es la que acepta la muerte como el final, sin reconocer otra vida posible. La primera se basa en la fe y es sostenida por diferentes religiones que, con matices, sostienen que existe esta “otra” vida después de la muerte, ya sea en el Paraíso o en el Infierno como “vida eterna”; y hay hasta algunas creencias que sostienen que al morir nace una vida distinta en una reencarnación. Son, como dijimos, expresiones y dogmas religiosos cuyo fundamento no es la razón sino la fe. La segunda postura, que no cree en otra vida después de la muerte, analiza el tema desde la realidad del fin de la existencia física: el fallecimiento es el final y no

Prioridad los que menos tienen

El 48% de los niños y niñas argentinas en edad escolar son pobres (el 48,8% de 0-14 años y el 39,7% de 15-29). Esta información, de por si tremendamente dolorosa, se conjuga con otras dos que integran el panorama de la realidad de los argentinos más necesitados: 1) según surge del Observatorio de la Deuda Social Argentina alrededor de 1.400.000 personas cayeron debajo de la línea de pobreza en el año 2016 y 400.000 se sumaron a la indigencia; 2) luego de años sin estadísticas serias, el Indec reveló que el 32,2% de los argentinos es pobre y el 6,3% es indigente. Los números citados parecen no indignar lo suficiente. Hace ya diez años atrás leí en un diario extranjero un título que me conmovió "Hambre en el país de la carne". Una década después continua habiendo hambre en diversos lugares de Argentina y el ataque al flagelo de la pobreza, más allá de muy buenas iniciativas nacionales y provinciales, no puede decirse que sea prioridad de sus ciudadanos. Los argentinos reclamam

Vivir bien

Una rara mezcla de toma de conciencia, con hacer lo que nos gusta. Una combinación de gratificación a los sentidos, con el esfuerzo que ello supone. Una fusión de buenas decisiones, con la alegría de compartir. Una receta que contiene el amor a uno mismo, con la pasión desmesurada por otro ser humano que nos acompaña. Una cuota de locura, con la autorización a uno mismo a realizarla. Un olvido de la culpa y un reemplazo por la responsabilidad de disfrutar un recurso que se agota. Un no hacer daño a los demás, matizado con la empatía y el sacrificio por mis sueños. Una tendencia a sentir lo que siente el otro para ejercer humanidad. Una mirada realista sobre lo pequeños que somos en el universo confundida con lo relativo de cualquiera de nuestras actitudes. Todas estas frases encierran una parte del concepto "vivir bien". Es que en definitiva, se trata de ser protagonista, de perseverar en la búsqueda de nuestra felicidad, de saber divertirse en todo y esencialmente de estar

Mañana es demasiado tarde

(El siguiente es un artículo de un gran amigo a quien quiero como padre adoptivo, intelectual y emocionalmente). Piensa diferente y a sus más de 80 (tan bien llevados que lucen como una década menos en lo físico pero una mas en su visión de un presente que es futuro) distribuye sabiduria entre humor y reflexion. Su nombre es Mario Vazquez. Bienvenido al Blog. MAÑANA ES DEMASIADO TARDE La medicina y la salud tienen como principal centro de atención el funcionamiento del cuerpo humano y sus órganos. Órganos que en forma silenciosa y continua nos ayudan, acompañan y nos dan vida. De ellos depende nuestra existencia y bienestar. La medicina los trata de preservar y curar y con sus avances nos han traído progresos que llegan hasta el transplante y reemplazo de los mismos ante situaciones críticas. Quizás la más grande revolución originada en la denominada sociedad del conocimiento se puede sintetizar y representar en forma simbólica con la aparición de un " nuevo órgano" que

Porque las mayorías?

Los seres humanos hemos definido, en algún momento de nuestra historia, que aquello que apoya la mayoría es un buen método de resolver conflictos. Y no es solo un método usado en política, es a veces una herramienta que utiliza la ética. Haremos una distinción al respecto pero primero tengamos en cuenta el marco de situación general que motiva este escrito: cuando el consenso no se logra, cualquiera sea la situación que nos ocupe, adoptar la decisión que es sostenida por el mayor número de voluntades vinculado a la cuestión, nos parece razonable y hasta natural: se hará lo que definan ellos, los que son más. La pregunta que pretende responder este pequeño escrito es porqué? Cual es el motivo por el cual aceptamos este método? Vamos despacio. Que la decisión que se imponga sea la que defina la mayoría es un mecanismo, una fórmula, un camino que los hombres y mujeres hemos adoptado para solucionar temas controvertidos donde no hay unanimidad. Es decir, es este un mecanismo elegido par