En la Entrada anterior continuamos con esta trilogía sobre Friederich. Prometo no aburrir en demasía. Esta será la última que le dedicaré (por ahora) al difícil, genial y desarticulado Nietzsche. En esta oportunidad quiero detenerme en el enfoque que realizó sobre los alcances y límites de los tres tipos de historias que él caracterizó al escribir en 1874 su ensayo “…Historia para la vida” y compartir al final una reflexión sobre nuestra mirada a nuestras propias historias de vida.
Dijo Niezsche: “La vida tiene necesidad del servicio de la historia y en tres aspectos le pertenece al ser vivo: 1) en la medida que se es un ser activo y persigue un objetivo (Historia Monumental); 2) en la medida en que preserva y venera lo que ha hecho (Historia Anticuaria) o, 3) en la medida en que sufre y tiene una necesidad de liberación (Historia Crítica). Haciendo un símil de estas especies de Historias con las plantas, Nietzsche indica que cada una de ellas se justifica en un suelo y en un clima particular: a) cuando un hombre desea realizar algo grande se apropia de lo monumental; b) cuando alguien pretende persistir en lo habitual y venerado por el tiempo es un anticuario y c) cuando alguien tiene una necesidad de liberarse de una carga, analiza, juzga y condena con la historia crítica. Ahora bien, si hay transplantes imprudentes de parte de una especie a otra, la historia sufre, se degenera y no le presta servicio a la vida. Veamos entonces, detenidamente, el alcance de cada una de estas tres especies de historias.
La Historia Monumental, según Friederich, es aquella que presenta los acontecimientos del pasado como ejemplares, dignos de imitación y posibles una segunda vez pero generalizando, igualando cosas que son distintas, atenuando las diferencias de motivos y ocasiones en detrimento de la causa y como colección de eventos que tendrían efecto en todo tiempo. Y aquí es donde el peligro de la distorsión se hace presente. “La Historia Monumental engaña por las analogías” dice Nietzsche, “con seductoras semejanzas incita al valeroso a la temeridad y al entusiasta al fanatismo”. Mucho peor aún es cuando las historias pasadas y monumentales las quieran repetir egoístas con talento o seres impotentes e inactivos que no reparan en que las causas de los hechos son distintas. Nietzsche señala que muchas veces las personas que defienden la historia monumental odian a los talentosos y poderosos de su tiempo y disfrazados con esta mirada de la historia se refugian en su oposición para que no nazca la grandeza: “Se glorían de ser médicos cuando en realidad suministran veneno”.
La Historia Anticuaria pertenece a quien preserva y venera el pasado precisamente por serlo. Todo lo que es pequeño, limitado, decrépito y anticuado recibe su propia dignidad y virtud por su antigüedad. No se quiere cambiar aun cuando se demuestre una realidad ruda y hasta penosa. El campo de visión del anticuario es limitado, da demasiada importancia a los detalles y cosas singulares, todo lo que no es antiguo no es reverenciado y llega al exceso de rechazar y mostrar hostilidad por todas las cosas nuevas. El anticuario de este modo debilita el presente, ya no conserva la vida sino que la momifica, se convierte en un ciego coleccionista de todo lo que alguna vez existió y de tal modo hace morir al árbol de la historia útil, lo diseca gradualmente desde la cúpula hasta las raíces y de este modo la historia anticuaria degenera y muestre su falacia.
La Historia Crítica es aquella que analiza, que juzga el tiempo pasado a través de la vida. Es la vida que va aconteciendo quien pronuncia el veredicto. Y lo hace sin clemencia y hasta puede que con injusticia. Es que eso es vivir. Y la historia crítica muchas veces puede suspender temporalmente el olvido y examinar el pasado “con un cuchillo hacia sus raíces”. Es un proceso peligroso porque quien juzga es producto a su vez de generaciones con errores, aberraciones y delitos y por tanto difícil será que quien critica no quiera falsear la historia como negación del pasado. Pero algunos críticos lo hacen y lo hacen bien y sirven a la vida con un aporte liberador que contribuye al desarrollo humano.
Hemos visto tres especies de historia del genial Friederich. Dejemos ahora a Nietzsche de lado. Quiero ahora reflexionar con usted lector sobre su historia, sobre su mirada al pasado, es decir, sobre su vida. ¿Cuándo miramos para atrás, lo hacemos pensando en los grandes momentos que debieran repetirse (y nos mantenemos como pasivos espectadores que miran un teatro)?, o ¿nos detenemos en detalles y el placer del polvo de los hechos pasados que por ser pasado debo venerar y coleccionar con temor y sin movernos de ese círculo biográfico? o ¿sometemos nuestra vida a un juicio minucioso y a una crítica despiadada que realizamos con esta vida que sabemos subjetiva? Usted responde, usted lo sabe.
Dijo Niezsche: “La vida tiene necesidad del servicio de la historia y en tres aspectos le pertenece al ser vivo: 1) en la medida que se es un ser activo y persigue un objetivo (Historia Monumental); 2) en la medida en que preserva y venera lo que ha hecho (Historia Anticuaria) o, 3) en la medida en que sufre y tiene una necesidad de liberación (Historia Crítica). Haciendo un símil de estas especies de Historias con las plantas, Nietzsche indica que cada una de ellas se justifica en un suelo y en un clima particular: a) cuando un hombre desea realizar algo grande se apropia de lo monumental; b) cuando alguien pretende persistir en lo habitual y venerado por el tiempo es un anticuario y c) cuando alguien tiene una necesidad de liberarse de una carga, analiza, juzga y condena con la historia crítica. Ahora bien, si hay transplantes imprudentes de parte de una especie a otra, la historia sufre, se degenera y no le presta servicio a la vida. Veamos entonces, detenidamente, el alcance de cada una de estas tres especies de historias.
La Historia Monumental, según Friederich, es aquella que presenta los acontecimientos del pasado como ejemplares, dignos de imitación y posibles una segunda vez pero generalizando, igualando cosas que son distintas, atenuando las diferencias de motivos y ocasiones en detrimento de la causa y como colección de eventos que tendrían efecto en todo tiempo. Y aquí es donde el peligro de la distorsión se hace presente. “La Historia Monumental engaña por las analogías” dice Nietzsche, “con seductoras semejanzas incita al valeroso a la temeridad y al entusiasta al fanatismo”. Mucho peor aún es cuando las historias pasadas y monumentales las quieran repetir egoístas con talento o seres impotentes e inactivos que no reparan en que las causas de los hechos son distintas. Nietzsche señala que muchas veces las personas que defienden la historia monumental odian a los talentosos y poderosos de su tiempo y disfrazados con esta mirada de la historia se refugian en su oposición para que no nazca la grandeza: “Se glorían de ser médicos cuando en realidad suministran veneno”.
La Historia Anticuaria pertenece a quien preserva y venera el pasado precisamente por serlo. Todo lo que es pequeño, limitado, decrépito y anticuado recibe su propia dignidad y virtud por su antigüedad. No se quiere cambiar aun cuando se demuestre una realidad ruda y hasta penosa. El campo de visión del anticuario es limitado, da demasiada importancia a los detalles y cosas singulares, todo lo que no es antiguo no es reverenciado y llega al exceso de rechazar y mostrar hostilidad por todas las cosas nuevas. El anticuario de este modo debilita el presente, ya no conserva la vida sino que la momifica, se convierte en un ciego coleccionista de todo lo que alguna vez existió y de tal modo hace morir al árbol de la historia útil, lo diseca gradualmente desde la cúpula hasta las raíces y de este modo la historia anticuaria degenera y muestre su falacia.
La Historia Crítica es aquella que analiza, que juzga el tiempo pasado a través de la vida. Es la vida que va aconteciendo quien pronuncia el veredicto. Y lo hace sin clemencia y hasta puede que con injusticia. Es que eso es vivir. Y la historia crítica muchas veces puede suspender temporalmente el olvido y examinar el pasado “con un cuchillo hacia sus raíces”. Es un proceso peligroso porque quien juzga es producto a su vez de generaciones con errores, aberraciones y delitos y por tanto difícil será que quien critica no quiera falsear la historia como negación del pasado. Pero algunos críticos lo hacen y lo hacen bien y sirven a la vida con un aporte liberador que contribuye al desarrollo humano.
Hemos visto tres especies de historia del genial Friederich. Dejemos ahora a Nietzsche de lado. Quiero ahora reflexionar con usted lector sobre su historia, sobre su mirada al pasado, es decir, sobre su vida. ¿Cuándo miramos para atrás, lo hacemos pensando en los grandes momentos que debieran repetirse (y nos mantenemos como pasivos espectadores que miran un teatro)?, o ¿nos detenemos en detalles y el placer del polvo de los hechos pasados que por ser pasado debo venerar y coleccionar con temor y sin movernos de ese círculo biográfico? o ¿sometemos nuestra vida a un juicio minucioso y a una crítica despiadada que realizamos con esta vida que sabemos subjetiva? Usted responde, usted lo sabe.
Gracias
ResponderEliminar"Atrévete a gozar en el presente".
ResponderEliminarYa lo decía el lema epicureísta.
Entiendo la crítica de Nietzsche a tres tipos de historias que siempre se acaban centrando en el pasado, o glorificándolo, o viviendo de él, o criticándolo...........eso nos resta tiempo para vivir el momento del presente.
Es necesario olvidar en el momento oportuno pero eso es lo difícil del ser humano.
“Volver la espalda a la historia en estos momentos es una actitud suicida.” Fontana (2001) p.16
Eliminar