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Todos los días

Hoy lo hizo. Ayer también y seguramente mañana. Me refiero a un verbo, a una acción que un ser humano realiza desde siempre. No existen muchos verbos que puedan conjugarse en primera persona desde que el bebé nace. Pues este si. Me atrevo a afirmar (y aunque suene exagerado déme crédito que ya se lo explico) que es lo primero que un ser humano hace fuera del seno materno. Le puedo anticipar, también, que es sinónimo de vida (por ello es tan importante). Y sobre eso quiero reflexionar con vos o con usted o con ustedes (no se me ofendan si los trato de usted...)

Vamos el tema.
Conjuntamente con respirar, la primera acción de un niño o niña que nace con vida, es gritar, gemir o llorar. Eso es negociación. Como expresión propia de vida, este nuevo ser humano independiente lo que hace es, justamente, negociar. Preguntarán ¿por qué? Pues por lo que implica esta acción. Se lo explico.

Entiendo el concepto Negociación como un “proceso de comunicación mediante el cual se pretende obtener un resultado”. No, no tome esto como una definición dogmática ni teórica. Encontrará otras en el diccionario pero quiero analizar la esencia del término y es por ello que básicamente debe comprender que siempre que usted se comunica para obtener algo está negociando. Este es sólo un significado práctico del término “Negociación” y sirve, en pocas palabras, para tener una idea completa, un punto de partida común para analizarlo con usted y entender la magnitud del objetivo de esta reflexión. Lo explicaré con más detalle.

El verbo Negociar fusiona dos conceptos claves: proceso de comunicación y búsqueda de un resultado. Cuando ambos están presentes la negociación nace, convive con sus protagonistas y los acompaña. Lo realmente apasionante es detenerse a analizar la omnipresencia de la negociación en nuestras vidas (y aquí verá que no he perdido la razón al decir que la negociación nos acompaña desde que la vida es vida). Veamos ejemplos para entender mejor la figura. Cuando el bebé surge del seno materno lo primero que hace, como gesto precisamente de vida repito, es gemir, gritar, llorar. Y ese llanto expresa una comunicación, un reclamo, un pedido: “¿por qué me agreden? Estaba muy bien donde estaba. Quiero regresar a ese estado. Estoy incómodo. Quiero la misma temperatura y las mismas condiciones en que estaba. ¿Qué esto que tengo que vivir por las mías?” Palabras más, palabras menos, esto es lo que interpreta y explica la ciencia del primer llanto del bebé recién nacido. Y justamente esto es un “proceso de comunicación mediante el cual se pretende obtener un resultado”. El llanto es comunicación (y vaya si lo es, en sus diferentes formas, a lo largo de toda la vida) y el objetivo que el bebé pretende, el resultado buscado, si bien no es expresado con nitidez, tiene la suficiente claridad para que aquellos que le dan la bienvenida al mundo, lo entiendan. Parecería un reclamo con muestra de poder de acción (casi una velada amenaza): “satisfagan mis intereses o seguiré gritando…” –se esconde detrás del primer grito del bebé- Esto es, claramente, solicitar algo que él necesita, que él quiere. Y esto se repetirá a lo largo de su existencia. Téngalo muy claro: siempre que en la vida desee algo y para lograrlo necesite la voluntad de un tercero, usted negociará (salvo que renuncie a lo que desea). Tan simple como ello. Tan amplio como la vida misma.

Pensemos juntos: cuando a usted o a mi nos toca peticionar por algo que nos interesa y para lo cual es necesario la acción de otra persona, ¿qué hacemos? Pues concluiremos en lo anticipado: iniciaremos “un proceso de comunicación para la obtención de un resultado”, es decir, negociaremos. En toda demanda que hagamos, en toda solicitud, en toda exhortación y hasta en toda súplica y/o exigencia que formulemos, estamos conjugando el verbo negociar. Usted tiene más ejemplos que yo en mente. Piense en ellos y encontrará coincidencias con lo expuesto.

Cuando el bebé reclama con ese grito desesperado que lo regresen al calor de su madre, que le den alimento o que le presten atención, lo que está haciendo es negociar por sus intereses y con cierta efusividad y entidad lo está dejando claro. Como vimos antes, es lo mismo que usted hace cuando quiere algo y no puede conseguirlo sólo (no quiero decir con esto que usted llore y grite cuando necesita algo, pero ya veremos que es algo similar). En definitiva, y como introducción al concepto de “Negociar con la vida”, recuérdelo: siempre que requiera que otra persona haga algo por usted, usted negociará. Y le anticipo que muchas veces lo hará con usted mismo, cuando tenga que definirse, cuando deba tomar una decisión. Y esto lo hará toda su vida. Ambas razones son uno de los fundamentos del vivir. Las otras razones se las contaré más adelante. No se impaciente.

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