El sol se pone en el horizonte. Es una maravilla a nuestros sentidos. Colores, distintas tonalidades, luz que cambia, el astro rey que se cae sobre una linea que percibimos clara. Mucho mayor es la emoción y el sentimiento cuando el sol moja el mar. Parecería que es prolongación de algo que tocamos. Como que compartimos su deseo de zambullirse. Como que el sol se hace más humano al descender, al comprobar su movimiento. Lo vemos, casi tocamos su proyección de rayos sobre el mar que llega a la orilla, a nuestros pies. Tenemos algo en común. Sentimos su último calor y especialmente nos damos cuenta de él cuando no está. Nace el misterio de su huída. Sus primeras proyecciones. La atmósfera que refleja tonos que mezclan el rosado con el celeste, el naranja con el violeta, nubes que mutan de blanco a turquesa desteñido o a una gran capa de torero arrugada y desplegada. Silencio que se escucha. Estremece y enamora. Momento único. Señal diferente que cachetea nuestra indiferencia. Mar que crece y cambia de piel. Olas que muestran su fosforesencia. Viento que cambia, susurra y a veces grita su despedida. Cielo que se transforma y muestra luces que destellan, una a una, una a más, que anuncian nuestra pequeñez, que desnudan nuestra ignorancia, que sólo nos dejan ver su vejez (de varios años atrás) y que nosotros, malcriados, no entendemos la mirada a través del tiempo. Tierra que se mueve. Sol que lo hace más despacio. Realidad que difiere de lo que percibimos. No es la estrella la que decide bañarse en el mar, sino es el mar que decide darnos la impresión que la absorve. Petulancia de la tierra o falta de humildad de los que la interpretamos. No saber, no querer saber. Maravilla de la natura, sensibilidad estética de la belleza hecha realidad que nos acaricia con un mimo y nos mira con ternura (y despacio nos dice un secreto al desaparecer): "para vos peque, este truco de magia, señal que viene otro día, que amanece en la otra esquina de tu planeta, que oscurece en este rincón de la cuadra, disfrutá lo que viene que todo es tiempo y muchas de estas escenas esperan solo si estás atento...solo si lo estás...o sol si estás..."
José Ortega y Gasset es recordado, entre otras cosas, por una frase profunda y desafiante de su obra Meditaciones del Quijote: "Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo yo". Es bastante sencillo explicar el concepto de "circunstancia" yendo a la etimología del concepto ( circuntatia ) que apunta a lo que nos "circunda", es decir a lo que nos rodea, a nuestro entorno, a nuestra cultura, a nuestra historia. La circunstancia de un joven nacido en la jungla africana no es la misma que la del joven nacido en la península escandinava. Yo soy yo y "lo que me ha hecho así o lo que me sigue haciendo así" parecería querer decir Ortega. Y con esta poderosa primera reflexión de su frase nos deja una serie de dudas por responder: ¿Ortega me está diciendo que no soy yo, sino lo que la circunstancia hizo y hace de mi? Si esto fuera así: ¿soy realmente libre o las circunstancias son los barrotes de mi celda que no me han permitido
Comentarios
Publicar un comentario