El pasado no pasó. Vive hoy e influye hoy, porque está presente. Si hubiese pasado justamente se hubiese ido, se hubiese desplazado y este no se fue cuando tiene consecuencias en nuestra vida actual, cuando lo hacemos realidad, cuando sigue viviendo. El recuerdo de mi abuelo, la lectura de las obras de Sarmiento o Aristóteles, lo que sucedió ayer, me influye hoy. Me enriquezco con la memoria, incorporo parcialmente reflexiones escritas hace muchos años atrás, pienso en lo vivido la noche anterior: a todo lo hago presente. No pasa, se suma a mi personalidad. Es parte de mi. Y esto me ayuda a aceptarme. Si no entendemos el porque no comprendemos el que. ¿Porque decidí mi vocación? ¿Porque murieron mis padres? ¿Porque decidí vivir dónde vivo? ¿Porqué actué de esa manera? Siempre hay en el pasado una causa que debo entender, comprender, asumir. Y si la causa produjo dolor, sufrimiento o miedo, mayor será la necesidad de analizarla. Si aquello que me afectó no lo logro descifrar y admitir es un duelo mal hecho, causa de frustración, melancolía, dolor y hasta depresión. Si el duelo esta bien hecho es porque tuve éxito al aceptar, al comprender lo sucedido, que no es lo mismo que estar de acuerdo. Esto nos permite proyectarnos, mirar al futuro, perdonarnos, que no es otra cosa que "donar" de vuelta, ser banqueros unipersonales, darnos crédito a nosotros mismos, creer en lo que soñamos, confiar en nosotros mismos. Querernos es comprendernos. De eso se trata.
" Educar. (Del lat. educāre). 1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar. 2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.. Educar la inteligencia, la voluntad ." Estas son las dos primeras definiciones que nos da el Diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra "educar". Mucho se ha escrito sobre el sginificado del término. A mi criterio la educación es esencialmente un proceso de mejora de vida . Educar supone creer especialmente en tres verdades: 1) en el perfeccionamiento de aquel a quien se educa; 2) en su capacidad y deseo de aprender; y 3) en que la transferencia de conocimientos de quien enseña no es tal si no va acompañada por la elaboración propia de una reflexión de quien los recibe. Educar no es colmar un depósito de tecnicismos, conceptos y sapiencias ajenas sino que la verdadera educación, -y me refiero especialmente a la educación del menor pero apli
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