Ir al contenido principal

Diógenes: Felicidad cínica

El "Cinismo" nace con Diógenes, un discípulo de Sócrates cuya obsesión fue vivir según la naturaleza, desvergonzadamente, riéndose de las normas sociales, de los modales y de la autoridad. Le llamaron el "Cínico" porque vivía como un can, es decir como un perro. Comía lo que le daban, lo que encontraba en el medio ambiente donde vivía y hasta en los desperdicios. Se vestía con harapos, no quería tener ninguna propiedad y se burlaba de los ricos, de todos aquellos que acaudalaban bienes para su dominio. Su teoría era que la comunidad creaba falsas necesidades y con ella la angustia del no tener, el sufrimiento por no conseguir lo que otros obtienen. Contra ello oponía la virtud de satisfacer las necesidades naturales para ser feliz. Alli estaba la virtud. Su excentricidad lo hizo famoso. Algunos admiraban su coherencia y valentìa en su rebeldía de vivir. El mismo Alejandro Magno se interesó en él y un día quizo ir a visitarle donde Diógenes dormìa. Era este un lugar absurdo para el Gran Alejandro. Diógenes se guarecía y pernoctaba en un barril. Alejandro se acercó una mañana y dijo en voz alta: "Puedo concederte lo que me pidas". Diógenes permaneció callado un momento y luego respondió: "Pues si, puedes concederme algo. Apartate de donde estás pues me quitas el sol que estaba disfrutando hasta tu llegada". Y Alejandro se apartó entre admirado y confundido por esta sabiduría peculiar. Diógenes no se dejó conquistar por el gran Conquistador. ¿Qué hubíesemos hecho nosotros ante una pregunta similar de alguien con tanto poder? ¿Que hacemos hoy frente a "la angustia del no tener, el sufrimiento por no conseguir lo que otros obtienen"? ¿Tenemos esa angustia?. Diógenes mostró un camino y consolidó un principio: todos podemos buscar la felicidad de diferentes maneras. Aristóteles decía que precisamente la felicidad es el fin último de nuestras acciones en la vida. Y asi es, aun con una manera cínica de perseguirla.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Salvar mi circunstancia para salvarme yo

José Ortega y Gasset es recordado, entre otras cosas, por una frase profunda y desafiante de su obra Meditaciones del Quijote: "Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo yo". Es bastante sencillo explicar el concepto de "circunstancia" yendo a la etimología del concepto ( circuntatia ) que apunta a lo que nos "circunda", es decir a lo que nos rodea, a nuestro entorno, a nuestra cultura, a nuestra historia. La circunstancia de un joven nacido en la jungla africana no es la misma que la del joven nacido en la península escandinava. Yo soy yo y "lo que me ha hecho así o lo que me sigue haciendo así" parecería querer decir Ortega. Y con esta poderosa primera reflexión de su frase nos deja una serie de dudas por responder: ¿Ortega me está diciendo que no soy yo, sino lo que la circunstancia hizo y hace de mi? Si esto fuera así: ¿soy realmente libre o las circunstancias son los barrotes de mi celda que no me han permitido

¿Para qué sirve Educar?

" Educar. (Del lat. educāre). 1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar. 2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.. Educar la inteligencia, la voluntad ." Estas son las dos primeras definiciones que nos da el Diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra "educar". Mucho se ha escrito sobre el sginificado del término. A mi criterio la educación es esencialmente un proceso de mejora de vida . Educar supone creer especialmente en tres verdades: 1) en el perfeccionamiento de aquel a quien se educa; 2) en su capacidad y deseo de aprender; y 3) en que la transferencia de conocimientos de quien enseña no es tal si no va acompañada por la elaboración propia de una reflexión de quien los recibe. Educar no es colmar un depósito de tecnicismos, conceptos y sapiencias ajenas sino que la verdadera educación, -y me refiero especialmente a la educación del menor pero apli

Insociable Sociabilidad

No se han percatado aquellos que atacan a la palabra “egoísmo”, que justamente su virtud principal es ser el motivo, la razón, el origen del interés por lo ajeno, del interés del prójimo. Veamos un fundamento. Immanuel Kant, acuñó, pocos años antes de la Revolución Francesa, el concepto de “Insociable Sociabilidad”. Kant apuntaba con este término al antagonismo que existe desde que el hombre es hombre a colocar en tensión dos sentimientos enfrentados: por un lado su inclinación a vivir en sociedad, y por el otro su deseo de aislarse, de individualizar su capricho. Esta situación tiene su origen en el egoísmo y produce una amenaza, un clima de hostilidad, de resistencia. Y ese ese antagonismo el que hace nacer en el ser humano una energía especial que le hace vencer la comodidad, la pereza y que le inyecta ambición, afán de una posición entre sus congéneres de quienes no puede prescindir. Sostiene Kant que esta “insociable sociabilidad”, hizo que el ser humano desarrolle talentos, maner